Hoy no he ido a trabajar, no me encuentro bien. Algo le ha sentado mal a mi estómago estos últimos días. No me siento bien y me sienta aún peor quedarme en casa, sin poder moverme de un lado para otro, como tanto me gusta hacer.
No puedo teclear desde el Mac de la oficina, y escribo desde casa mientras leo un reportaje de un suplemento semanal. Desde la pantalla táctil de mi teléfono - entre sorbo y sorbo de Aquarius - y con música tranquila para relajarme sonando en mi iPod, me entero de la muerte de Steve Jobs. Y me doy cuenta de algo que olvido con el paso del tiempo y que ahora me viene a la mente: cuando muere un genio, el mundo entero parece ponerse de acuerdo para mencionarle, como si una sensación cuanto menos rara nos invadiera.
Ya sea parafraseándole o haciendo alguna reflexión acerca de lo sucedido, todos escribimos algo relacionado con ésa persona que se ha marchado. La frase que más me ha gustado ha sido la de Marina, una de mis compañeras de trabajo a la que vía Whatsapp he avisado de que hoy me ausento.
Marina, a través del cristal de sus gafas de ver y con el saber hacer que raras veces le abandona, ha contestado a la pregunta que Facebook ¿En qué estás pensando? y lo ha hecho con absoluta sinceridad: "En que medio mundo tiene un pedazo de Steve Jobs." Y así es.
Porque como Jobs dijo en su momento: "La gente no sabe lo que quiere hasta que uno se lo muestra.".
Y yo compruebo día tras día que esa frase es cierta, cuando veo al chico que siempre me acompaña pasmado por la cantidad de cosas diferentes e innovadoras que caben en su delicado iPhone 4 del que hace tanto uso, con todo tipo de aplicaciones prácticas y divertidas. Es entonces cuando entiendo que estar conectado con el mundo de una forma tan evidente tiene muchas cosas buenas. Para empezar: es asombroso.
Ya fuese desde la genialidad de sus inventos hasta la capacidad de entusiasmar a los trabajadores mediante sus discursos alentadores gracias a su carisma, o incluso con la sencillez y minimalismo práctico de sus diseños (mi carácterística favorita del universo Apple), Steve Jobs nos ha dejado un legado desbordante, como desbordante resultó ser su manera de sorprendernos a todos desde aquel momento en el que fundó Apple con su amigo Stephen Wozniak en el garaje de su casa.
El "gran catalizador del cambio" -definición que Jobs dió de la muerte en más de una ocasión- ha ido a parar hoy a éste creador que tantos objetos prácticos y perfectos alumbró.
Descanse en paz.