Conexión Oslo-Estocolmo (2ª Jornada)

Publicado el 10 noviembre 2018 por Enprimera
Nuestra segunda jornada en este repaso a lo más destacado del actual panorama cinematográfico en el que aprovechamos la celebración de dos de los festivales más importantes de los países escandinavos nos trae algunas propuestas más interesantes quizás por sus nombres propios que por sus resultados narrativos. 

La primera cita la tenemos en Estocolmo, donde el director iraní Asghar Fahradi es el protagonista del Stockholm Visionary Award, merecido galardón para un director con títulos tan destacados como Nader y Simin, una separación (2011) o El viajante (2016), que presenta en tierras escandinavas su incursión en el cine español con la irregular Todos lo saben (2018), que protagonizan Javier Bardem, Penélope Cruz y Ricardo Darín. Como esto del cine tiene esos extraños vericuetos que tanto nos gustan, en el festival Film fra Sør de Oslo el homenajeado es el actor y director Mani Haghighi, que formó parte del reparto de A propósito de Elli (Asghar Fahradi, 2009). Pero el festival dedica más su atención a la carrera como director de Mani Haghighi, proyectando algunas de sus películas, entre ellas la reciente Khook (Pig) (Mani Haghighi, 2018), que estuvo presente en la Sección Oficial del Festival de Berlín. Comedia con poca gracia pero que tiene un planteamiento lleno de mala uva en torno al ego de los artistas, propone un escenario en el que los directores iraníes comienzan a ser decapitados por un asesino en serie. El propio Mani Haghighi interpreta al protagonista en este thriller con tono cómico que no termina de funcionar, especialmente en la segunda parte, más enfocada al cine de género, y temáticamente más dedicada a analizar la influencia de las redes sociales. 
Internet y su influencia en la sociedad, generalmente negativa, es un tema habitual en el cine que se produce en la actualidad. Lo vimos en la película brasileña Tinta bruta (Filipe Matzembacher, Marcio Reolon, 2018) y lo encontramos también en el documental People's Republic of desire (Hao Wu, 2018), uno de los que parecen tener buenas posibilidades de cara a los Oscar, y que forma parte tanto de la Sección Oficial de Documentales del Festival de Estocolmo como de la competición Dos: Sør del Festival Film fra Sør. La película bucea en el mundo de internet y las relaciones sociales a través de las redes que se convierte en influyente referencia mediática para millones de chinos. Es un documental realizado con pericia que acompaña a tres jóvenes que forman parte de un mundo de realidad virtual en el que consiguen fama y dinero a través de retransmisiones en streaming, participando en concursos en los que sus fans compran votos para convertirles en los presentadores de streaming más famosos de la temporada. La realidad que plantea el documental da un poco de pavor, por ser tan actual como exagerada esta obsesión por la desafección humana, aunque el director acaba abandonando la mirada objetiva para adentrarse en la última parte en la tensión de la competición, lo que termina resultando decepcionante para los espectadores que estamos más interesados en el análisis de esta "realidad falsa" que en su propio desarrollo. 
En la Sección Open Zone del Festival de Estocolmo hemos visto Sibel (Guillaume Giovanetti, Çagla Zencirci, 2018), una coproducción europea que fue una de las triunfadoras del pasado Festival de Locarno, donde logró el Premio FIPRESCI. Sibel es el nombre de la protagonista, una joven que perdió el habla cuando era niña y se comunica a través de silbidos, habitante de una pequeña población de las montañas que acaba resultando un lugar alienante y opresivo, hasta que encuentra a un fugitivo del ejército ruso al que ayuda. La película funciona mejor en el terreno visual que en el narrativo, con hermosas imágenes que, sin embargo, contribuyen también a mostrar este ambiente cerrado de un pequeño pueblo en el que la protagonista no termina de encajar. Quizás su discurso no termina de completarse con suficiente cohesión, pero desde el punto de vista cinematográfico consigue algunos momentos conmovedores.
También opresiva resulta la producción austríaca Styx (Wolfgang Fischer, 2018), que forma parte de la Sección Oficial del Festival de Estocolmo. Y es opresiva aunque su escenario es tan amplio como el océano, pero en este caso para mostrarnos una historia protagonizada por una mujer que viaja en un velero hacia sus vacaciones de ensueño y se acaba encontrando con la cruda realidad de la emigración en patera. La primera parte de la película, con un solo personaje y prácticamente sin diálogos, funciona perfectamente en ese ambiente de libertad que disfruta la protagonista, pero que se acaba convirtiendo en una prisión al aire libre para el adolescente africano que recoge en mitad del océano. La obsesión del director por rodar todas las escenas in situ, sin utilizar ningún tipo de efecto visual, consigue en buena parte el resultado querido, y acaba mostrando imágenes de gran intensidad dramática. El festival Film fra Sør muestra con orgullo cómo prácticamente la mitad de su programación está dirigida por mujeres, lo que en un país como Noruega, donde la presencia de mujeres en puestos de relevancia es notable. Y ciertamente es un logro para un panorama internacional en el que se reivindica habitualmente la importancia de dar más espacio a la visión femenina. Princesita (Marialy Rivas, 2017) es una de estas películas, aunque con la presencia del director chileno Pablo Larraín como soporte en la producción. Presentada en la Sección Nuevos Directores del Festival de San Sebastián, Princesita forma parte también de la Sección Nuevas Voces en Film fra Sør. Está basada en una historia real ocurrida en Chile en torno a una secta en la que su líder ejercía como iniciador sexual de las adolescentes, y está contada con una mirada poética en la que la directora juega con las sugerencias, con las imágenes desenfadadas y con un punto de vista que pretende ponerse en la piel de la joven protagonista, confusa ante lo que le está ocurriendo. Y aunque no consigue equilibrar adecuadamente su ritmo, la película tiene un planteamiento visual que resulta singular y atractivo. También Film fra Sør tiene una sección dedicada al cine de acción y fantástico, Thrills and Chills, que este año incluye algunas de las películas más interesantes en el panorama internacional, especialmente proveniente de oriente. Es el caso de dos de las películas que ya recomendábamos en nuestro anterior post. Por un lado, la producción indonesa Los hijos de Satán (Joko Anwar, 2017), que ya se ha podido ver en España, una muestra de cine de terror que funciona con los resortes clásicos del género. Y especialmente la muy esperada One cut of the dead (Shin'ichirô Ueda, 2017), que se ha convertido en una de las sorpresas del año. estrenada en solo tres cines en Japón, rodada en 8 días y con un presupuesto de 27.000 dólares, acaba de superar la barrera de los 2 millones de entradas vendidas. Funciona perfectamente en el plano cómico, pero también en el cinematográfico a pesar de su evidente falta de presupuesto que, sin embargo, el director sabe convertir en una virtud, con ese plano secuencia de la primera parte, y posteriormente con el salto narrativo y de estilo que se produce cuando se convierte en una meta-película en torno al propio rodaje. Sin duda es uno de los títulos más divertidos de la temporada, y tiene en su condición de tributo al género de casquería su mayor eficacia.