Conexiones. Noticias de Transnistria

Por Argonautas
HOY es 11 de marzo. Y nuevamente se celebra en Lituania el día de la independencia. De la "segunda" independencia de Lituania. Cuando el Soviet Supremo de la Lietuvos Tarybu Socialistine Respublika, la República Socialista de Lituania, dominado por el movimiento nacionalista Sąjūdis (que podría traducirse por "movimiento") proclamó la secesión de este pequeño territorio del resto de la federación soviética. El 11 de marzo del año 1990. De eso hace hoy justo 20 años. Lituania fue la primera ficha del dominó en caer. Luego vino todo lo demás. La declaración de independencia de las otras repúblicas bálticas, el golpe de Estado contra Gorbachev. El ascenso al poder de Boris Yeltsin. Y al final, el desplome de un gigante que tenía los pies de barro. Aquí el movimiento Sąjūdis llevaba trabajando desde los años 80. El Sajudis, nacido bajo las reformas propiciadas por la Perestroika de Gorbachev, era, sin duda, la organización de oposición antisocialista mejor estructurada en toda la URSS. La respuesta de las autoridades centrales de Moscú fue imponer un bloqueo económico a Lituania. Y finalmente, transcurridos más de nueve meses desde la declaración de independencia, Moscú optó por la intervención militar. Y envió tropas especiales y varias columnas de carros de combate con el objetivo de tomar la torre de televisión de Vilnius. Tanques y tropas que encontraron enfrente la oposición de una marea de ciudadanos inflamados de amor por la Patria. Y provistos muchos de ellos de fusiles de asalto y armas ligeras. Trece de esos ciudadanos acabaron muriendo en los enfrentamientos del 13 de enero de 1991. Las calles de los alrededores de la magnífica torre de televisión de Vilnius llevan los nombres de los trece muertos. Que son aquí considerados, por las autoridades del país, como unos mártires de la Patria. Un relato detallado de los "hechos de enero" o Sausio įvykiai pueden encontrarse en inglés en la Wikipedia. No sé cuántos muertos se producirían si un proceso similar se viviera por ejemplo en España o en el Reino Unido. Que son, como lo fue la URSS, Estados plurinacionales. Si lo miramos bien, la respuesta del terrible Imperio del Mal, armado hasta los dientes, y con decenas de cabezas nucleares, fue bastante tímida. Sobre todo si lo comparamos con lo que hizo después la Rusia "democrática" de Yeltsin en Chechenia. O con lo que está haciendo el aliado y amigo turco en el Kurdistán. O con lo que hace Israel en Palestina. O con lo que hace el Imperio de Bien en todos lados.
En fin, aquí empiezan hoy cuatro días de fiesta que me vienen muy bien para descansar. Y para ir por ahí a bailar con las niñas y beber cerveza caliente. Porque mañana viernes 12 de marzo empieza la feria de San Casimiro, que por aquí llaman Kaziukas. Y en Kaunas y otras poblaciones del país se organiza una tremenda feria en plena calle. Una fiesta de carácter agrícola. Donde decenas de granjeros y artesanos acuden al centro de las principales ciudades y pueblos del país para vender sus productos. El Ayuntamiento de Kaunas además se gasta una pasta en el evento. Y montará, probablemente, varios escenarios donde actuarán grupos de música y de danza. El tiempo ha mejorado hoy bastante. Estamos nuevamente por encima de los 0 grados. Y la previsión es que este fin de semana habrá sol y buen tiempo. Como en la canción de "Don Vito y la revuelta en el frenopático" de los míticos Kortatu. O sea que voy a disfrutar como un cochino.


No quería escribir nada nuevo hoy. Pero recibí una carta de uno de los lectores de este blog. Y he decidido publicarla tal como me ha llegado. La carta la escribe Gonzalo, un tipo de Madrid. Que estuvo un tiempo de Erasmus en Budapest. Y que se dió un garbeo por Transnistria. La república minúscula secesionista de Moldavia. Y que no está reconocida por eso que ahora llaman "comunidad internacional". La carta es muy interesante. Y merece ser leída con atención. Pues ofrece una visión de primera mano sobre una de las zonas más desconocidas de Europa. Un país del que a penas tenemos noticias en España y en casi ningún sitio. Y sobre el que corren todo tipo de rumores. La mayoría de ellos falsos.
Inauguro con este post una nueva sección denominada "Conexiones". En esta sección iré incluyendo escritos y cartas que los lectores de este blog tengan a bien enviarme. Se trata de ofrecer esta modesta tribuna a todos aquellas personas que hayan podido tener una experiencia interesante en alguno de los países del Este de Europa. Pero que no tengan tiempo ni interés en tirar para adelante su propio blog. Quiero dejar claro que sólo se reproducirán aquellas cartas y escritos que se alineen con la filosofía y, podríamos decir, línea editorial de "Cartas desde el Este". Lo que no voy a hacer es publicar relatos en plan "turistilla sabelotodo". Para eso ya hay otros foros.
Gracias Gonzalo por tu contribución.
Historia de la fotografía: La fotografía que he subido la tomé yo mismo en Riga a principios de enero de este año. Es la fotografía del rellano, un tanto descuidado, de uno de los pisos que daba acceso al apartamento del autor de "Cartas del Este". Un blog imprescindible. En la foto puede verse un montón de cables y de conexiones. Una fotografía perfecta para este nuevo apartado que recién inauguro con este post. Es algo muy común, en los pisos antiguos de los países del Este, encontrarse con imágenes parecidas. Las entradas a este tipo de edificios suelen estar muy degradadas. Los propietarios se gastan una pasta en arreglar su piso. Pero "pasan" bastante de las "zonas comunitarias". Que siempre andan descuidadas. Son cosas del individualismo exacerbado que impera en esta parte del mundo.
En la red existen blogs muy interesantes que ofrecen una visión crítica del proceso político y económico experimentado por la países que antes formaban parte de la órbita soviética. Blogs como "Un vallekano en Rumanía", "Cronicas húngaras" o "Desde mis gafas". Desarrollados todos ellos por ciudadanos españoles que, por distintas razones, se han ido a vivir a alguno de los países que antes se encontraban tras la "iron curtain". Y que como yo mismo ocultan su verdera identidad bajo un pseudónimo. Tipos que se muestran muy críticos con lo que ha sucedido y está sucediendo en esta parte del mundo. Que ha sido transformada en una casi semi-colonia de las "potencias occidentales". Y en un territorio donde se juega una peligrosa partida de ajedrez contra Rusia. La eterna obsesión de los angloamericanos.
La reunión de Riga con el autor de "Cartas del Este" sirvió para muchas cosas. Para darse una vuelta y redescubrir la hermosa capital de Letonia. Y, claro está, para tomarse unas Aldaris y mirar a las siempre guapas niñas de Riga. También hablamos de intentar crear un agregador de blogs. Que serviría para dar mayor visibilidad a nuestras respectivas bitácoras. Y que estaría abierto a todos aquellos otros blogueros que quisieran unirse al proyecto. E incluso dejamos volar un poco la imaginación y pensamos que sería fantástico organizar un encuentro de blogueros en algún lugar indeterminado del Este de Europa. Una reunión de blogueros críticos con todo lo que está ocurriendo por aquí. A ver si hay narices y podemos materializar todas esas ideas.

Hola Argonautas, disculpa de nuevo el retraso en enviarte las fotos y el artículo revisado. En el texto he puesto un título y una pequeña entradilla con alguna explicación para gente "profana", y he cambiado algunas cosas de redacción para hacerlo menos "email". De todos modos si quieres hacer tú la entradilla o cambiar alguna cosa en principio no tengo problema. Las fotos son todas mías o de mis amigos. La calidad es bastante variada, pero en principio he intentado seleccionar las que fueran curiosas por algún motivo o tuvieran relación con el texto. Tampoco es necesario que pongas todas, puedes hacer una selección si quieres. Algunas "pesan" mucho y tampoco tienen una calidad alucinante, igual es mejor reducirlas de tamaño para que no tarden en cargar haciendo más lenta la lectura. Bueno, sin más, ahí va la crónica:
Notas breves de un día en Tiraspol, República de Transnistria-Pridnestrovia


por Gonzalo S. T.
A continuación reproduzco una breve crónica con experiencias, anécdotas y reflexiones rápidas sobre una estancia de un día en Tiraspol, la capital de la no reconocida República de Transnistria-Pridnestrovia, territorio reconocido internacionalmente como parte de la República de Moldavia. Esta estancia se englobaba dentro de un viaje de bajo presupuesto realizado en marzo de 2009 por seis jóvenes españoles que, saliendo de Budapest, hicimos un recorrido en tren y autobús pasando por Iasi (Rumanía); Chisinau (Moldavia); Tiraspol (Transnistria); Odessa, Yalta y Kiev (Ucrania); Minsk (Bielorrusia); Vilnius (Lituania) y Varsovia (Polonia), volviendo a Budapest, donde algunos de nosotros residíamos en aquella época.
El escaso tiempo del que disponíamos para un viaje tan ambicioso nos impidió conocer con más profundidad estos países. Esta crónica recoge simplemente la percepción que tuvimos en un día cotidiano de este lugar tan atípico y desconocido del mapa de Europa:
- Salimos por la mañana de Chisinau. Hay "marshrutkas" (minibuses) a Tiraspol cada 20 minutos y el trayecto tarda normalmente algo más de una hora. Me sorprendió la frecuencia de los transportes y la mucha gente que lo coge (iba lleno, con gente de pie). En este minibús conocimos a Nadia, una chica transnistria muy joven (creo que tenía 19 o 20), que estudiaba en Chisinau y vivía en un pueblo de Transnistria al norte de Tiraspol cuyo nombre no recuerdo. Nos contó que era bastante normal trabajar o estudiar en una de las repúblicas y vivir en la otra, y que incluso había chavales de Transnistria que se iban de fiesta a Chisinau los fines de semana y volvían por la noche. Este tránsito se hacía en los dos sentidos, no necesariamente Transnistria-Moldavia. Tiraspol tenía también universidad y muchos servicios, aunque lógicamente Chisinau es una ciudad bastante más grande.
- El autobús paró en la frontera. En nuestro minibús éramos los únicos que no éramos moldavos ni transnistrios. Unos y otros pasaban tranquilamente la frontera sin ningún papeleo más allá de enseñar el pasaporte. A nosotros nos bajaron los militares transnistrios y nos hicieron las clásicas preguntas de adónde íbamos, cuántos días íbamos a estar, etc. Nos llevaron a una oficina y nos hicieron rellenar la habitual ficha de aduana. No tuvimos que pagar nada y no nos sellaron el pasaporte. Los militares fueron amables con nosotros, a pesar de no hablar inglés (ni nosotros ruso) se hicieron entender, e incluso ayudaron a un amigo que se encontraba mal por los excesos de la noche anterior. Nuestro trámite fronterizo duró más de media hora, lo que retrasó a nuestro autobús (hubo otros posteriores que, al no llevar a nadie no local, apenas perdieron unos pocos minutos en la frontera y adelantaron al nuestro). Al volver al autobús nos disculpamos y tanto el conductor como los otros viajeros nos dijeron que no pasaba nada, no se habían puesto nerviosos y comprendían la situación, cosa que creo que difícilmente habría pasado con un extranjero en nuestras estresadas sociedades capitalistas. Sobre este paso de frontera habíamos leído toda clase de barbaridades (corrupción, detenciones, sumas astronómicas de dinero, petición de soborno, denegación de paso...). Desconozco si en otros momentos se producirán irregularidades, pero desde luego nuestra experiencia fue completamente diferente.
- El autobús pasó por Bender, la segunda ciudad de Transnistria, que está justo en la línea de alto el fuego de la guerra de 1992 que hoy constituye la frontera con Moldavia. Esta ciudad fue escenario de una de las principales batallas de aquella guerra y tenía algún monumento militar, y algo más de propaganda que Tiraspol. En general en ambas ciudades hay bastantes monumentos comunistas o patrióticos, algunos como las estatuas de Lenin u hoces y martillos que yo creo que permanecen desde la época soviética; y otros que son más específicos de la república transnistria, algunos vinculados a la guerra con Moldavia, otros con simbología comunista propia y alguno muy curioso en el centro de Tiraspol de amistad con las repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur, con banderas de gran tamaño de las tres repúblicas y fotos de los tres presidentes. En este sentido, también llaman la atención las únicas embajadas que hay en Tiraspol, en la calle principal y compartiendo edificio: la de Abjasia y la de Osetia, otras dos repúblicas no reconocidas del espacio post-soviético, que oficialmente pertenecen a Georgia.
- Al llegar a Tiraspol Nadia nos ayudó a cambiar dinero (la moneda local es el rublo transnistrio, que tenía un valor algo superior al lei moldavo). Después fuimos a la estación de tren para sacar un billete a nuestro siguiente destino (Odessa). Resulta que el tráfico de trenes lleva años suspendido por presiones del gobierno moldavo, así que la misma estación funcionaba como estación de autobuses. Había autobuses a otros pueblos y ciudades de Transnistria, a Chisinau, a Odessa y a otras ciudades de Rusia, Ucrania y Moldavia. El autobús que nos llevaba a Odessa salía el día siguiente a las 7 de la mañana. Después fuimos también con Nadia a un edificio oficial de la policía a hacer un registro obligado para turistas, que era básicamente rellenar otro papel parecido al de aduana, que también era gratuito y más o menos sencillo (al menos, con la ayuda de una local).
- Después dimos una vuelta por Tiraspol. La ciudad tiene unos 180.000 habitantes y se encuentra urbanísticamente algo desestructurada, sin demasiada personalidad y aquejada un poco de esa capitalidad apresurada de muchas capitales de nuevos países del Este (también pasa en mi opinión en capitales de países "incuestionados" como Zagreb, Podgorica, Skopje, Liubliana, Bratislava, la propia Chisinau...). De todos modos, a diferencia de algunas de las anteriores, Tiraspol nunca tuvo un patrimonio demasiado importante, no recuerdo monumentos anteriores a la época soviética y prácticamente todos los edificios principales se encuentran en torno a una calle (25 de Octubre), que llega a una plaza grande (Plaza de la Constitución) que se ha tratado de "monumentalizar" con edificios de clásica arquitectura pública soviética, estatuas y conjuntos patrióticos para dar a la ciudad cierto aire de importancia. El resto de la ciudad es una sucesión de manzanas ortogonales, sin demasiadas diferencias ni personalidad entre unas zonas y otras. Al fin y al cabo, hasta hace poco Tiraspol no era más que una ciudad de provincias de menos de 200.000 habitantes en la que nunca nadie se preocupó de construir nada especialmente glorioso. Tampoco tiene una especial relación con el río, más allá de un pequeño parque. Creo que la ciudad más parecida de Europa del Este puede ser Podgorica, la capital de Montenegro, de más o menos el mismo tamaño y con la misma falta de "apariencia de capital".
- Después comimos una especie de pasteles de hojaldre con carne muy grasientos típicos de allí, parecidos a los que había en Moldavia, cuyo nombre tampoco recuerdo, y seguimos dando una vuelta. Terminado el paseo por Tiraspol, nos tomamos un café con Nadia y nos despedimos de ella, que cogió el autobús a su pueblo. Después ya se estaba haciendo de noche y nos metimos en un bar a tomar unas cervezas. La verdad es que había muy poca actividad por la calle, parecía una ciudad de muy poca vitalidad, aunque hay que tener en cuenta que era día de diario de marzo, hacía mucho frío y estaba lloviendo.
- Como teníamos el autobús a las 7 de la mañana y los hoteles que había quedaban lejos de la estación y eran en general caros (no hay albergues ni pequeños alojamientos, sólo unos pocos hoteles pensados más para gente llegada por motivos de trabajo que para turistas), decidimos dormir en la estación de autobuses y (antiguamente) trenes. Lo habíamos preguntado al llegar y nos habían respondido que ningún problema, y así fue, dormimos en una sala de espera, bien calefactada, con otra mujer que tenía el autobús a las 5 de la mañana. Había una mujer policía encargada de la vigilancia de la estación y no nos puso ningún problema al vernos comer un bocadillo, beber una pequeña botella de vodka que habíamos comprado y sacar los sacos de dormir y ponerlos en los bancos o en el suelo. Al contrario, se puso a hablar con nosotros, nos fumamos un cigarro con ella amigablemente y nos hicimos una foto todos juntos. Me sorprendió esta simpatía en una miembro de la policía de un país como Transnistria, mientras hacíamos cosas que suelen estar prohibidas en cualquier país occidental, donde de hecho no suele estar permitido dormir en las estaciones de tren.
- Una de las cosas que más me sorprendió fue la normalidad del país. Yo esperaba un lugar muy militarizado y receloso de los extranjeros, algo que por otro lado sería lógico en un país en esa situación, pero en absoluto era así. Vi menos policía que en Madrid y la gente que encontramos era más amable, abierta y espontánea que en otros países del este de Europa. Creo que la anécdota de la policía de la estación es bastante representativa.
- Otra cosa que llama la atención es la total ausencia de mendigos y población en condiciones de pobreza aparente, algo muy infrecuente en la Europa del Este postsoviética (de hecho sólo he visto lo mismo en la capital de Bielorrusia, la otra "rara avis" de la zona). Desconozco la situación en el resto del país o si hay o no casas de acogida, pero en Tiraspol es una realidad que llama la atención.
- Por último, es inevitable analizar un poco el tema de la mayor o menor "moldavidad" de Transnistria. Por lo que nosotros percibimos, funciona a todos los niveles como un país independiente, no sólo en lo político-simbólico, sino incluso socialmente. No vimos ni un cartel en moldavo ni a nadie hablándolo, ni una bandera de Moldavia, ni a nadie funcionando con la moneda moldava, ni a nadie autodenominándose moldavo. Hablamos sobre el tema tanto con Nadia como con la chica policía y ambas consideraban que la independencia era total e irreversible, y que era un error que Moldavia y la comunidad internacional no lo reconocieran, pues de lo contrario se podrían normalizar muchas cosas. Esto no es incompatible con la importante relación con Chisinau y la mucha gente que va y viene casi todos los días. Me dio la impresión de que en general no hay enemistad social entre la gente de a pie de Moldavia y Transnistria, nadie nos dijo "los moldavos son unos tal" o "los transnistrios son unos cual" y los discursos solían ser bastante maduros y equilibrados, algo raro pues ante un conflicto de estas características desde el poder se suelen exacerbar los discursos de odio y rivalidad. De hecho creo que incluso los moldavos tienen perfectamente asimilada la independencia "de facto" de Transnistria, ese extraño territorio cuya principal identidad quizá consista en haber pertenecido durante siglos a grandes imperios y naciones sin llegar, realmente, a formar parte de ninguna.
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Si quieres más información sobre alguna cosa dímelo sin problema. Un saludo, Gonzalo

Estadísticas de las Cartas desde el Este

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