Daniela es un gran ser humano, extrovertida, soñadora y muy berraca. Es inevitable contagiarse de su alegría al verla bailar, es una chispa eléctrica esa mujer. Digo mujer porque aunque nació siendo hombre tiene muy clara su identidad. Comenzó su tránsito a temprana edad y con 21 años que ahora tiene su fisionomía rebela senos, una cola paradita de la que se jacta y una cintura que luce con sus blusas cortitas.
No ha tenido una vida fácil, creció con su mamá y su hermano en zona rural, y de su papá, solo de mencionarlo, inmediatamente le cambia el rostro y el genio.
No tuvo la aceptación de su familia y el acceso a recibir atención médica o psicológica también era muy limitado, pero eso no fue impedimento sino motor para buscar otros horizontes, fue así como llegó a Bogotá. En su maleta cargaba poca ropa, mucho desprecio y un sueño: verse y aceptarse como mujer.
Llegó donde Mary y fue por medio de ella que conocí a Daniela.
Mary era un poco tímida pero muy buena gente, entregada a sus estudios desde que la conozco. Tiene artritis degenerativa y eso le ha causado problemas para conseguir trabajo y vio en el modelaje web cam una opción para generar ingresos.
Para Daniela era más complicado obtener “coins” pues la demanda de “maricas” como llaman a las chicas trans es muy escasa y pasó a usar sus encantos del mundo virtual a la calle. En el barrio Santa Fé se abrió espacio entre otras trabajadoras sexuales con historias difíciles también. El tiempo corría y corrían lagrimas por sus mejillas. La supervivencia la tenía recibiendo $10.000 pesos por una “mamada” o $20.000 por 15 minutos de sexo anal, algunas veces en plena calle porque no pagaban ni la habitación.
Esta es una historia real de superación y valentía, porque de día adolorida, algunas veces golpeada, deshecha emocional y físicamente, estudiaba enfermería y cuando se graduó volvió a su pueblo orgullosa.
Cuando paso por algún sexshop y veo en la vitrina un traje erótico de enfermera pienso en mi amiga con respeto y admiración, pienso que cumplir un sueño nos lo merecemos todas las personas sin tener que sufrir discriminación y rechazo, sin ser objeto de burlas u ofensas, sin tener que soportar actos lascivos que poner en riesgo la dignidad o hasta la vida.
A todas las personas de la comunidad LGTBI mi más sincera admiración y respeto, se debe luchar siempre con la cabeza en alto no sólo contra una sociedad estúpida que no entiende que las personas son personas, sino cada uno desde adentro, desde su identidad, desde su autoestima.
Un abrazo grandote.