Confianza: la clave de cualquier relación

Por Conmdemamá @CONMDEMAMI

La confianza con nuestros hijos se siembra desde que nacen. Es más, si me apuráis, casi que desde que son pensados. Todas y cada una de nuestras acciones, no sólo nuestras palabras, determinarán si nuestra relación se va consolidando acorde a una confianza mutua o más bien todo lo contrario.
Podemos demostrar confianza en nuestros hijos de muchas maneras, y todas y cada una de esas muestras son las que harán posible que, de manera natural, nuestros hijos se sientan libres y tranquilos, en resumen confiados, a la hora de contarnos cualquier cosa de su día a día. Si lo vemos así, y esto se alarga en el tiempo, nuestros hijos sabrán que pueden contar con nosotros siempre que algo se tuerza, incluso cuando hayan sido ellos quienes hayan provocado esa torcedura.
Demostramos que confiamos en nuestros hijos cuando les hablamos con naturalidad y sin tabúes de aquello que necesitan saber, cuando contamos con ellos para la planificación familiar, cuando les contamos nuestro día (sin ahondar en detalles de adultos complicados y retorcidos, que no les hace ninguna falta), cuando mostramos sin pudor nuestros sentimientos y lloramos con ellos o reímos con ellos, cuando les damos responsabilidades acordes a su edad, cuando aceptamos su mini ayuda, cuando damos valor a lo que nos dicen y los escuchamos con sinceridad, cuando no empequeñecemos sus problemas y les damos la importancia que merecen, cuando les ponemos límites brindándoles todo nuestro amor... En resumen cuando les hacemos ver que creemos en ellos y en sus capacidades, creemos en nuestra relación padres-hijos como el centro de la piña que queremos construir. Y sobre todo y MUY IMPORTANTE, bajo nuestro punto de vista, cuando al venir a contarnos algo que no han hecho de manera correcta o a confesarnos una trastada o la palabrota más gorda del Universo, no entramos en trance y les contestamos cual obeliscos, con un grito, una buena riña o un castigo grande, sino que les DAMOS LAS GRACIAS POR HABÉRNOSLO CONTADO. Así es. Si antes de buscar una solución a su error les agradecemos su confianza, pero con sinceridad, mirándolos a los ojos y dándoles un gran abrazo, estamos propiciando que siempre que se equivoquen o hagan algo que no está bien, sepan que pueden acudir a nosotros, porque sus padres no van a castigarlos sin más, sus padres van a escucharlos y ayudarlos a resolver los conflictos, no sin hacerles, obvio, una buena reflexión sobre lo ocurrido y cómo se sienten por ello.
Escuchar a nuestros hijos y permitirles equivocarse no es lo mismo que no ponerles límites, más bien al contrario. Precisamente porque hay límites y porque saben que hay confianza en nuestra relación, serán ellos mismos quienes acudan a nosotros cuando hayan sobrepasado esos límites y eso no les haga sentir bien. Y, con suerte, en un futuro no muy lejano, cuando la adolescencia y la rebeldía corran por sus venas, se sientan con la libertad de hablar de sus dudas e inquietudes sin tapujos en casa, porque saben que cuentan con unos padres que escuchan y guían antes de juzgar o poner el grito en el cielo, con unos padres que darían su vida por ayudarlos en cualquier situación.
La confianza nace con ellos. Nosotros sólo tenemos que hacerla crecer, al mismo ritmo que ellos lo hacen.

CON M DE MAMÁ y C de CONFIANZA

CON M DE MAMÁ