Conflicto sindical. Podemos como aglutinador. 3

Publicado el 12 febrero 2015 por Manuhermon @manuhermon
Siguen los conflictos que debe afrontar el partido que pretenda ser gran aglutinador para ganar, son los problemas que afronta la socialdemocracia europea ante su pérdida de fuerza por dispersión de sus bases sociales.  Sindical. Mundo laboral.En el mundo de la producción hay conflictos entre los trabajadores y las políticas a impulsar, para empezar entre aquellos que tienen empleo y los parados, los que tienen contrato fijo y todas las modalidades de precario, los de economía sumergida y los cotizantes, entre empleo público y privado… muchas decisiones chocan entre colectivos, los sindicatos y partidos tradicionales tendieron a primar más a los ocupados y a los fijos, cuanto menos al intentar defender esas pautas con el ánimo de extenderlas. Las cifras de sindicación, afiliación, que se concentran en lo público, y en los fijos ya indican parte del problema. Las cifras de huelgas disminuyen en sectores privados, y movilizaciones, no huelgas, aumentan en las calles, principalmente de sectores públicos.   

Tasas de densidad sindical 1990-2007. Beneyto.

año 1990 1995 2000 2004 2007

% 16.8 20.5 17 16.7 15.8


Las tasas de afiliación sindical caen en la última década en el conjunto de países de la OCDE; del 2001 con un promedio 20% a 2011, con un 17,5%, los de mayor afiliación siguen siendo los nórdicos, con tasas alrededor de 70/80% y entre los de menor afiliación sindical, España con menos de 16%. Otras cifras similares a las de la OCDE son las facilitadas en el cuadro ‘Tasas de densidad sindical 1990-2007’ por Beneyto, MTIN, Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo de 2007; con caídas para España desde 1995 con un pico del 20,5% hasta el 15,8% de 2007, inmediatamente antes del estallido de la burbuja.     Los sindicatos en España frente a los retos de la globalización y del cambio tecnológico. Holm-Detlev Köhler (con la colaboración de José Pablo Calleja Jiménez) Documento de trabajo 142/2008. Fundación Alternativas.
En España la afiliación es mayor en el sector público que en el privado, destacan por mayor afiliación, sanidad y educación y transportes y almacenamiento, menor en jóvenes y en ocupados sin estudios. En el siguiente cuadro, destacan la pérdida de afiliación sindical en Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Hungría, Irlanda, Holanda, Portugal… La cuestión es que millones de personas se sienten relegados en proyectos y alternativas de los partidos tradicionales y sindicatos, parados, precariados, los no cotizantes,... por lo que se alejaron de sus entornos de influencia. Muchos de los cuales nutren a Podemos.
‘’A las manifestaciones sindicales durante la crisis, acudieron en un alto porcentaje trabajadores activos maduros, los contratados fijos al tiempo que más sensibilizados por las jubilaciones, pero ello también era indicativo de un grave problema, la falta de jóvenes y parados tras sus pancartas. Los sindicatos durante muchos años han representado fundamentalmente a los ocupados contratados fijos, a los trabajadores vinculados a las administraciones públicas y a los de grandes empresas fabriles y de servicios que son los que en mayor proporción tienen contratos indefinidos. La situación de precariedad y temporalidad en altos porcentajes afectaba fundamentalmente a jóvenes, que fueron apartándose de vínculos sindicales, y políticos, si añadimos ahora el paro que incide sobremanera en la juventud -un 50% de tasa de paro juvenil- y en la emigración, agravamos la tendencia de alejamiento de la órbita sindical al no sentirse representados por las medidas y planes que escuchan de los grandes sindicatos. Este es un tema muy serio y preocupante. El vacío no existe, así que tenderá a llenarse tarde o temprano, la cuestión es de qué forma lo hará, ¿donde tomarán posiciones la emigración y la juventud que ahora no se ven representados? ¿aparecerán explosiones violentas, se arrimarán al populismo que optarán por poner como listín de enganche, o agrandarán el fascismo que podría encontrar sitio en sectores desesperados? Mientras tanto podemos seguir discutiendo de los derechos existentes, pero durante poco tiempo, porque habrá que discutir urgentemente de los derechos no existentes, partidos y sindicatos deben ponerse las pilas si no quieren perder definitivamente, una generación de ciudadanos. Sería necesario generar expectativas rápidamente y para ello crear contratos de trabajo factibles para crear 2 millones de puestos de trabajo, lo cual es prácticamente imposible, nunca se hizo antes en este país. Así que o todos cedemos algo de nuestros sueños o seguiremos cayendo en un largo túnel, o metemos racionalidad en el asunto y soltamos ideología o tendremos muy difícil y rara salida.’’ (26-02-2010)    Sectores productivos, industria, servicios El cambio de fuerzas en los sectores productivos es enorme, la desindustrialización occidental es grave, la española gravísima, un país sin industria pierde autonomía y desintegra su tejido asociativo fortaleciendo el individualismo. Los sectores industriales concentraban grandes grupos, permitían trabar lazos, cohesión obrera y social, en torno al trabajo considerado digno, conformando urbanismo y relaciones y una cultura solidaria, cuya expresión más visible estaba en torno a la sindicación. El cambio en los sectores productivos empezado por Thacher y Reagan, potenciado por la globalización y los emergentes, ha roto las bases sociales socialdemócratas. Muchos de los nuevos sectores productivos dispersan la mano de obra, - a comienzos de la crisis más de ocho millones de personas- comercio, inmobiliarias, servicios a empresas, transportes y comunicaciones, turismo, nuevas tecnologías, hostelería, culturales y recreativos, servicios personales,… -el 99% de las empresas tienen menos de 50 trabajadores, la mitad de ellas son unipersonales- los intereses de unos chocan con los de otros, las dificultades para sindicarse y la dispersión de los representados y representantes aumenta.
Economía real y financiera. Globalización y mercadosUn choque que interrelaciona los aspectos anteriores, tiene que ver con la globalización y los mercados financieros, afecta no solo a grandes multi-billonarios también a muchos millones de ahorradores, trabajadores, jubilados que con sus ahorros juntos y acumulados trabajan los fondos de inversión. La rentabilidad que pueden obtener los mercados financieros es muy superior a la de producir en la economía real –hoy, no sabemos por cuánto tiempo será soportable- los grandes fondos y fortunas moviendo el dinero de un país a otro y de un sector a otro consiguen mayores beneficios en menor tiempo, sin tratar con oleadas de obreros, proveedores y clientes. Los riesgos son otra cuestión, movimientos gigantescos e incontrolados pueden implosionar el sistema. Si las rentabilidades de bonos públicos tienen un proceso de caída continuada, como ahora, los grandes movimientos de dinero girarán rápidamente obviando riesgos para conseguir aumentar réditos.
Desigualdades.Paradigma actual, las desigualdades aumentan, se alejan los pocos súper ricos de los muchos que menos tienen, la concentración de riqueza en pocas manos se aceleró a finales de siglo XX y comienzos del XXI en Europa, todavía muy lejos de la desigualdad de EEUU –y Reino Unido- que comenzó anteriormente. El mundo en su conjunto ha reducido pobreza, ya que cientos de millones de individuos pasaron a ingresar las llamadas clases medias en los países emergentes, realmente son trabajadores urbanos con salarios mayores que hace 20 años, al tiempo que nacían nuevas oligarquías de multi-billonarios en Rusia, China, etc.
En España esta crisis abrió la brecha que había ido cerrándose y aunque seguimos lejos de muchos otros países, la velocidad con la que crece la desigualdad es temible, en parte de sectores obreros y de la llamada clase media ven como los partidos tradicionales no aplican medidas concretas para impedirlo, más allá de la asistencia social y la caridad. La desigualdad no solo es un concepto económico, también es político, derechos, libertades, justicia, basculan en Europa hacia el poder del dinero tras el paréntesis de 40 años de postguerra, acercándose a la situación del siglo XIX. La democracia cede terreno al poder económico.