Grabado de Matías de Irala
lección de anatomía en el Hospital General de Madrid
Miércoles 26 de febrero a las 18:15 horas. Es el momento de inaugurar Curious Congress BCN. La cita es en la Casa de la Caritat y Felipe Trigo nos espera, allí, junto a los creadores del Congress en Nueva York: Aaron Beeve y Joana Ebenstein. Con ellos están Enrich H. March, Laura Valls, José Pardo y Alba del Pozo que, durante la ruta, nos contarán cosas de esas que tanto me gustan y de las que, a veces, hablo en el blog.La sede de la Real Academia de Cirugía y Medicina (con su teatro anatómico incluido) es uno de esos lugares que me fascinan y que, por motivos de horario, aún no había podido visitar. Cada miércoles por la mañana hay visitas guiadas pero nunca puedo asistir por coincidir con mi horario laboral. Así que, gracias al Curious Congress he cumplido con una deuda pendiente desde hacía un montón de años.Este edificio formaba parte del complejo del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, también conocido como “el corral”por el aspecto del primitivo teatro anatómico que parecía un antiguo teatro de corral. De ahí viene que el nombre común del cementerio del hospital fuera “el fossar del corralet”, lugar al que dediqué el primer post de la vida de este blog.
Alexandre Cirici (en “Barcelona pam a pam”) describe la Real Academia de Cirugía y Medicina como un edificio con “una simple y muy noble fachada neoclásica” que contiene una “placa conmemorativa en honor al rey Carlos III (1762)”. En cuanto a su interior, nos cuenta que “es muy interesante el bello salón circular, antiguo anfiteatro máximo con la mesa de mármol para disecciones en el centro”. Y sí, realmente es alucinante… Ya dentro del lugar, busqué un lugar donde acomodarme entre las butacas de madera de estilo rococó yendo a parar a primera fila, justo en frente de la silla en la que se sentaba el catedrático cirujano encargado de dirigir la disección.
Una vez todos sentados, Laura Valls nos habló de la temporalidad de los primeros anfiteatros anatómicos y de que el de Barcelona, inicialmente, era de madera y no fue hasta entrado el siglo XVIII que Ventura Rodríguez (el del Pilar de Zaragoza) construyó el edificio actual. Llegados a este punto, debo añadir que el teatro anatómico permanente más antiguo fue el de Padua, construido en 1595.Los antiguos teatros anatómicos se instalaban en invierno y se desmantelaban cuando el frío empezaba a disminuir ya que, con el calor, los cuerpos se pudrían rápidamente y desprendían un olor repugnante además de ser poco higiénico. De hecho, el olor ya era malo durante la disección en pleno invierno, cosa que se intentaba combatir a base de incienso, óleos perfumados y demás potingues de la época. Además, cada autopsia duraba tres días como máximo por el mismo motivo de la descomposición de la carne antes mencionado.
Lección de anatomía del Dr. Tulp (Rembrand, 1632)
Laura Valls también nos explicó que todas las disecciones eran públicas. Evidentemente, asistían el diseccionador titular y sus alumnos pero también todo aquél que lo deseara. El público general acostumbraba a sentarse en un lugar visible aunque existía la posibilidad de ocultarse de la vista de los demás. Para este último menester, en el piso superior había unas celosías tras las que poder disfrutar de la disección sin ser visto por nadie. Cosa que solían realizar determinadas personalidades de la burguesía catalana.
Celosías del piso superior desde donde poder ver la disección sin ser visto
Debemos agradecer a Pere Virgili la creación de la Real Academia de Medicina y Cirugía. De hecho, su busto preside el interior del teatro anatómico. Él, a los 16 años de edad, se marchó a pie a Montpellier para estudiar medicina y anatomía porque Barcelona se había quedado sin universidad. Se había trasladado a Cervera por orden de Felipe V en 1717.
Busto de Pere Virgili en el interior del Teatro anatómico
Años después, durante su estancia en Cádiz, Virgili pidió al rey la creación de una universidad de medicina en esa ciudad, deseo que le fue concedido. Posteriormente, se atrevió a pedir lo mismo para Barcelona, cosa que fue posible en 1768 instalándose en este edificio contiguo al Hospital donde fue sede de la Universidad hasta que, en 1905, se trasladó a la calle Casanova.
Postal de la fachada de Medicina de la Calle Casanova (1906)
Fuente: http://www.flickr.com/photos/jordipostales/with/2434276165/
Tres siglos antes (1401) el rey Martí l’Humà fundaba el Estudio General de Medicina y Artes y se creaba la primera cátedra de anatomía, gracias a la cual se autorizaba la disección de humanos. Antes, sólo era posible hacerlo con animales. Por suerte, gracias a esa cátedra, fue posible la autopsia de los numerosos barceloneses que morían, a diario, durante la gran epidemia de peste de 1650. Dicen que eran tantos los cadáveres que el teatro anatómico se quedaba pequeño, teniendo que realizar las disecciones en plena calle, a la vista de todos los curiosos que se agolpaban para ver el espectáculo.Sobre la gran plaga de peste que asoló Barcelona (y el resto de Cataluña), debo decir que, para combatirla, surgió la figura del "médico de la peste". Eran licenciados en medicina que se dedicaban, exclusivamente, a atender a los apestados y se desplazaban a todas las ciudades que se les requería. La cuestión es que llegaron a ser tan apreciados que hasta se les concedían privilegios especiales. Para hacernos una idea de lo valorados que estaban, cuando la epidemia se extendió a Tortosa, dos médicos de Barcelona, que iban de camino a la ciudad tarraconense a prestar sus servicios, fueron secuestrados y Barcelona hubo de pagar un alto precio por su rescate.
El médico de la peste
Durante la explicación de Laura Vallshubo quién se interesó en saber si, allí,alguna vez se diseccionaron momias. Por lo que parece, eso no llegó a suceder pero a mí me consta que entre las clases adineradas de toda Europa se organizaban reuniones para desembalar momias. Eran sesiones privadas,realizadas en viviendas particulares, a las que asistían personalidades destacadas del momento.Finalmente, relacionado con el tema momia, José Pardo nos informó del gran valor que se daba a sus vendas. Según parece, entre la burguesía barcelonesa, se había extendido la idea del poder curativo que ejercían, llegándose a pagar precios astronómicos para hacerse con ellas y elaborar recetas médicas milagrosas.