Conil: la luz del sur

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Conil: la luz del sur

Mezclamos un toque de historia, con una pizca de gastronomía, tres cuartos de playa y media hora de atardecer al día y ¿qué nos sale? Conil, un pueblo de Cádiz con playas inmensas, una larga tradición pesquera vinculada al atún de almadraba y casas blancas. Además está situado cerca de lugares como El Palmar, Vejer o Trafalgar y a cuarenta minutos de la capital de la provincia: Cádiz.

Conil, un pueblo luminoso.

El litoral de Cádiz y Huelva ha sido bautizado con el nombre de Costa de la Luz. Si buscamos los motivos, encontramos el color mágico en los atardeceres, el sol brillando de manera casi permanente y la luz reflejada en las paredes blancas de sus pueblos. Conil de la Frontera es uno de ellos.

Una localidad construida junto al océano Atlántico con playas de arena finísima: La Fontanilla, Fuente del Gallo, del Roqueo, de los Bateres…, acantilados que cobijan calas solitarias y edificios y monumentos que se reparten por un casco urbano cincelado por el paso del tiempo, un tiempo que parece haberse acelerado en el último siglo.

Conil desde la playa

Desde 1.900 a la actualidad, Conil ha cuadruplicado su población creando espacio para más de 22.000 habitantes (90.000 los meses de verano), un incremento que se nota en su morfología. Hay urbanizaciones, hoteles, apartamentos… aunque en general se ha respetado su patrimonio natural y la arquitectura tradicional que ya existía. Además, en el centro se pueden visitar monumentos como la Puerta de la Villa, algunas iglesias, plazas y la torre de Guzmán.

Seguimos con cambios. En las últimas décadas la economía de Conil se ha transformado y a la tradicional actividad agrícola y pesquera, se le ha sumado el turismo que se ha convertido en la principal fuente de ingresos. Sin embargo, la pesca, sobre todo la del atún, permanece muy ligada al pueblo y a su cultura.

La Chanca en Conil

La Chanca

El atún se come y su tradición se ha convertido en patrimonio inmaterial. Probamos el atún preparado de múltiples maneras: encebollado, en mojama, arroz de almadrabero, ijada de atún… y conocemos la historia de la pesca en la chanca, un lugar usado tradicionalmente tanto para almacenar los barcos pesqueros de la almadraba como para procesar el atún. Hoy, este conjunto de edificios se ha convertido en un centro de interpretación que permite entender la tradición pesquera en las almadrabas de Conil.

La almadraba es la técnica usada para capturar a los atunes, un laberinto de redes que se despliegan para apresar a los atunes que acuden desde el Atlántico al Mediterráneo para reproducirse entre los meses de abril y junio. Ha sido el método de pesca empleado durante siglos en las costas onubenses, almerienses y gaditanas aunque, hoy, esta técnica solo se mantiene en cuatro municipios gaditanos: Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa. Con los siglos, alrededor de la pesca del atún, se han ido desarrollando una serie de rituales con terminología propia: almadraba, levantá, el ronqueo… o para designar a las partes del atún.

Probar un bocado de atún en Conil es llevarse a la boca siglos de tradición.

Playa El Palmar con la Torre Nueva

De Conil a Trafalgar por el Palmar: la ruta del litoral y las fortalezas.

De Conil parte una ruta senderista que nos adentra en un paisaje de dunas, torres vigías y playas, hasta llevarnos al Tómbolo de Trafalgar.

Es un recorrido de 11 kilómetros que discurre paralelo a la costa, a ratos por senderos interiores donde las dunas nos separan de la visión del mar, otras veces por la arena de la playa y, en pequeños tramos, sobre el agua salada de la desembocadura de algunos arroyos como el Colinete o San Ambrosio.

Torre de Castilnovo

En el camino descubrimos dunas, torres atalayas construidas para la defensa del litoral hace cientos de años: Castilnovo, Torre Nueva y Trafalgar y un paisaje marítimo de gran belleza, con la playa del Palmar y sus cuatro kilómetros de extensión a la cabeza.

La Ruta de la Costa C-3, uno de los senderos propuestos por la Comarca de la Janda, termina en el Tómbolo de Trafalgar, el lugar donde se asienta el faro y los restos de la torre, un sitio lleno de historia.

Atardecer en El Palmar

Trafalgar: el atardecer.

Caños de Meca es un lugar donde se suceden historias: la de los novios que ven atardeceres cogidos de la mano, la de los jóvenes que buscan fiesta, playa y romanticismo los meses de calor y la de la soledad de esta pedanía de Barbate en invierno. Todos ellos comparten un paisaje atlántico, alterado por mareas, vientos y nubes, que combina el monumento natural tómbolo de Trafalgar, el faro, los restos de la torre vigía del siglo IX y la historia.

Una historia breve que dejó un eco que aún resuena. El 21 de octubre de 1805, en apenas dos horas, la armada británica derrotó a la coalición franco-española. En la batalla de Trafalgar murieron 3.700 personas; una cifra desigual ya que las bajas franco-españolas septuplicaron a las inglesas. El acontecimiento pasó a la historia y su recuerdo perdura en libros, en la moral y en una de las plazas londinenses más famosas.

La mezcla de historia, naturaleza, patrimonio etnográfico y belleza es lo que contemplamos cuando vemos al sol ocultarse detrás del faro de Trafalgar. Mañana será otro día pero la noche no ha hecho más que comenzar. Los chiringuitos en la playa de Caños y las discotecas de alrededor son famosos durante el verano, aunque si vamos en otra fecha habrá que acercarse a Barbate o a Conil a tomar una copa.

Atardecer con el faro de Trafalgar

Un pueblo en las alturas: Vejer de la Frontera.

El color blanco predomina en la mayoría de los pueblos del sur. Sus casas encaladas se distribuyen en terrenos llanos o con cuestas, se combinan las avenidas anchas con callejuelas que nos indican que aquí habitaron otras civilizaciones que levantaron murallas y castillos para anticipar su defensa y las iglesias consagradas, en ábside y campanario, a patrones católicos nos recuerdan que, antaño, se celebraron en este territorio otros cultos, a veces en el mismo lugar donde se ubican ellas.

Son pueblos ricos en patrimonio e historia, eclipsados muchas veces por un turismo de playa y sol cegador que adormece y crea turistas con extremidades acabadas en tubos de cerveza. Singulares, y cada uno con lo suyo, forman parte de un patrimonio que empieza a ser descubierto. Vejer de la Frontera es uno de ellos.

Vejer

Vejer está en un alto, sobre una colina de 190 metros que destaca sobre un paisaje llano. Su término municipal incluye más de una docena de poblaciones aunque, entre todas ellas, sobresale él mismo.

El apellido “de la Frontera” lo comparte con unas cuantas localidades gaditanas, malagueñas, cordobesas y sevillanas como Jerez, Arcos, Conil, Cortes, Aguilar… todas ellas se localizaban en la frontera del reino nazarí de Granada, así que es fácil imaginar que los conflictos eran frecuentes.

Esta historia fronteriza se aprecia en su castillo, en la muralla defensiva en la que se abren cuatro puertas y en una arquitectura popular con influencias musulmanas, muy típica en gran parte de Andalucía.

Además del conjunto de calles estrechas, del castillo y de la muralla, en el pueblo destacan varios monumentos: la Iglesia Parroquial del Divino Salvador, la Casa del Mayorazgo, el Palacio del Marqués de Tamarón, su Plaza de España, construida cuando el pueblo saltó extramuros o los molinos de viento de las afueras.

Museo de Costumbres y Tradiciones en Vejer

El patrimonio etnográfico de Vejer se exhibe detrás de la puerta del antiguo Convento de las Monjas Concepcionistas: aperos, carros, hoces y otros instrumentos componen la colección del Museo Municipal de Costumbres y Tradiciones. Entre ellos destacan los bombos de las Hazas de la Suerte, un sorteo que se celebra los años bisiestos para repartir el uso de las hazas, las tierras de labranza municipales, entre los habitantes del pueblo. La tradición ha ido evolucionando con los siglos pero las primeras referencias se remontan a los tiempos de la Reconquista.

Más cultura. La que encontramos en el Centro de Interpretación del Patrimonio Histórico-Cultural de Vejer, ubicado en la Casa de la Cultura o en el Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación NMAC.

Vejer es un pueblo para recorrer lentamente, para ser paseado, un espacio donde dejarse llevar por la historia o por alguno de los guías turísticos que ofrecen un recorrido por sus calles y monumentos.

Campamento base con Windu en Conil.

Conil es un buen lugar para descubrir Vejer, la cultura del atún, playas como el Palmar o el faro de Trafalgar. Tiene de todo: patrimonio, costa, restaurantes, ocio y buenas comunicaciones, el sitio ideal para quedarse a dormir.

Nosotros estuvimos en un apartamento de un dormitorio a cinco minutos de la playa y a otro tanto del centro gracias a Wimdu, una web que pone en contacto viajeros y anfitriones.

Conil

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