Realmente su nombre es Mario y su primer apellido, Vaquero. Pero si no os suenan los artísticos, los de guerra, a ver quién es el valiente que pregunta por lo que pone en el carné de identidad. Y hablando de preguntar, tal vez ya estéis tratando de dar con la respuesta al misterio. ¿Qué pinta un sujeto como él en un sitio como este?, es decir, un estrellado del YouTube entre tanta estrella del Rock. ¿La visita fácil? Pues como diría un tal Raúl González Blanco, “sí bueno no”. Es algo más profundo, una vuelta de tuerca a un asunto del que se ha comentado y parodiado mucho. Pero antes de remangarnos, el código periodístico me obliga a recordar la historia para la gente que se haya pasado el último mes de Rave en Rave, se acabe de despertar y no sepa de qué va esto.
El pasado 22 de febrero se celebró la gala de selección del representante de España en el Festival deEurovisión de 2010. El agraciado fue Daniel Diges, actor y cantante natural de Alcalá de Henares, que ha participado en musicales como Hoy no me puedo levantar deMecano o We Will Rock You de Queen. Antes, se dio a conocer en televisión en anuncios y en series, etapa de la que personalmente rescataría ese papel de DJ Gayumbo en la gran Aquí no hay quien viva. El caso es que ganó Diges con el tema Algo pequeñito —ahí tenéis el vídeo—, pero la nota, y nunca mejor dicho, la dio el álter ego de Mario Vaquero. John Cobra no encajó los abucheos del público allí presente con la misma deportividad que Raúl calienta banquillo, y se lió a insultar y a gesticular.
No vamos a reproducir aquí los sapos y culebras que salieron por esa boca, o en su caso “sapos y cobras”, y que los espectadores de la 1 de Televisión Española escucharon. Pero quedémonos a modo de resumen, y de metáfora para suavizar el asunto, con que después de su actuación invitó con insistencia a degustar la especialidad de la casa a quienes (según él) le estaban ofendiendo, y no era precisamente la sabrosa paella de su tierra —en la fotografía véase el plato bien asido, motivo por el que se deduce que poco quemaba—. No obstante, me sé de uno, de un comentarista de Televisión Española, que si en la final olímpica de hockey sobre hielo de Vancouver opinaba que afortunadamente los jugadores dirimían sus diferencias a puñetazos y no a palazos, diría que John Cobra no actuó tan mal, pues en vez de gritar “¡comerme esto!” podría haber especificado a qué se refería… Nada, os aconsejo que olvidéis esto último porque fue lo que hizo.
Y ahora sí, ¿qué tiene que ver con el Rock este cuento para no dormir y más aún después del tiempo que ha pasado, cuando ya ha hablado sobre ello todo el mundo? Muy fácil, pero para que me entendáis me apoyaré en otra ilustrativa metáfora. El espectáculo que ofreció Cobra —el que llegó tras su canción, no durante— fue el corte de mangas con el que cualquier detractor de Eurovisión siempre ha soñado. Nada, otra vez, olvidemos la parte metafórica porque también sucedió. Un sueño hecho realidad en todo caso, un sabotaje desde dentro al más puro estilo Caballo de Troya.
Y con esto no quiero decir que el elegido en esta ocasión tendría que haber sido John Cobra. En absoluto, más de lo mismo, y además en alguna entrevista ha reconocido Mario Vaquero que sólo se trata de un personaje creado por él. Que nadie me malinterprete, sencillamente existen otros que merecen más esa ayuda. En primer lugar, por su valía, y en segundo y último lugar, porque quizás nunca vayan a gozar de algo así. Porque por muy rockero que se sea, ¿a quién le amarga un dulce? De modo que otro año más, quien aborrezca Eurovisión tendrá que conformarse con imaginar ese corte de mangas, y quien quiera vivir la experiencia y probar ese dulce, con ver al público, al jurado y a Anne Igartiburu atragantarse con él por culpa de alguien que ya no es ningún desconocido…