Conociendo a Mercè Rodoreda: itinerario literario y de naturaleza por Romanyà de la Selva

Por La Viajera Incansable @viajoincansable

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"Tengo un carácter bastante malo. Generalmente, cuando estoy contenta, estoy de un humor de mil demonios, y, al revés, soy quieta y violenta, apasionada y serena, inocente y complicada. Por eso hay gente que no se cansa de verme, y gente que no me puede aguantar ni cinco minutos. Sigo los cambios del tiempo. En principio soy arisca. Pero, en el fondo, si me dejan en paz, soy una buena persona, con una inclinación marcada hacia el romanticismo -que procuro disimular. En fin: soy como todo el mundo. Quizás un poco más espontánea que mucha gente. Cuando río, soy simpática; cuando río escandalosamente, ya no lo soy tanto. Y cuando estoy aburrida, pongo cara de envenenadora." Entrevista publicada en la revista "Serra d'Or", VIII, 3 de marzo de 1966)

Mercè Rodoreda, la más internacional de las escritoras catalanas y autora de la archiconocida novela La plaça del Diamant (La plaza del Diamante), al volver del exilio a principios de los años 70 del siglo pasado, se refugió en Romanyà de la Selva " en casa de unas amigas de antes". Allí pasó los últimos años de su vida y es allí donde, por expreso deseo, fue enterrada.

En este pueblo escribió el final de Mirall trencat (Espejo roto) y los libros Quanta, quanta guerra... (Cuánta, cuánta guerra...) y Viatges i flors (Viajes y flores). El jardín de su casa, lleno de flores, y los bosques de encinas quedan constantemente reflejados en su escritura.

"Escribo porque me gusta escribir. Si no me pareciera exagerado diría que escribo para gustarme a mí misma. Si de rebote lo que escribo gusta a los demás, mejor. Quizás es más profundo. Quizás escribo para afirmarme. Para sentir que soy ... Y acabo. He hablado de mí y de cosas esenciales en mi vida, con una cierta falta de medida. Y la desmesura siempre me ha dado mucho miedo." Prólogo de Espejo roto

Romanyà es un pequeño núcleo de población dentro del término municipal de Santa Cristina d'Aro (comarca del Baix Empordà, Girona) situado a 320 metros de altitud, en un área montañosa denominada Les Gavarres, en la zona central de la Costa Brava. La parte antigua la conforman un puñado de casas solariegas, la rectoría y la iglesia prerrománica de Sant Martí (siglo X); sin embargo, aprovechando el desarrollo de la industria turística de la Costa Brava de finales de los 60, uno de los propietarios rurales emprendió la creación de una urbanización de residencias de veraneo adyacente al susodicho núcleo antiguo que, felizmente, hoy en día sigue respetando el entorno hasta llegar a mimetizarse con él entre el frondoso boscaje y los desniveles del terreno.

Es, pues, este pequeño lugar en las montañas, caracterizado por una gran población de alcornoques, gran tranquilidad y vistas increíbles, el elegido por una Rodoreda que, en 1972, volvía de un exilio que se había desarrollado, desde 1939, en distintos lugares de Francia y, finalmente, en Ginebra (Suiza), donde había vivido al lado de su recientemente fallecido compañero Armand Obiols.

"Terminó la guerra, y tuvimos que salir de España. Yo, no por nada, porque yo nunca había hecho política, pero el hecho de haber escrito en catalán, y por haber colaborado en revistas, digamos "de izquierdas", etcétera, etcétera. Y aconsejada por mi madre, me fui pensando que al paso de tres, cuatro o cinco meses volvería a mi casa, pero luego se fue eternizando." Entrevista para el programa de televisión "A fondo" (1981)

En Romanyà se instaló con dos amigas en el chalé de una de ellas, Carme Manrubia, hasta que, en 1979, se construyó su propia casa justo al lado buscando una soledad que iba con su carácter y la ayudaba a escribir.

El itinerario literario dedicado a la autora propone un recorrido por el pueblo y alrededores a lo largo de doce puntos, en muchos de los cuales se puede leer un extracto de las obras directamente inspiradas por el lugar. Empieza nada más entrar al pueblo, donde nos recibe una Rodoreda sonriente en la tranquilidad de una explanada adyacente a la iglesia. Desde ahí, solo necesitas ir siguiendo el tramo de carretera que lleva a senderos bien señalizados.

1. Busto de Mercè Rodoreda

Aquí os cuento en detalle todo el recorrido:

El busto es obra del artista local, ya fallecido, Antoni Delgado i Oliveró, y se inauguró en 2014. La escritora mira hacia los recién llegados como dándoles la bienvenida a su pequeño paraíso terrenal, a su retiro inspirador.

"Al notario Riera lo veo muy a menudo; se pasea por los bosques de Romanyà, a la sombra de las encinas, donde he terminado Espejo roto . Miramos juntos las puestas de sol más acarminadas del mundo y los nacimientos de luna más perlados." Prólogo de Espejo roto

Cruzando este espacio y franqueando la apertura tejada del fondo se llega a la plaza de la iglesia y al primero de los dos miradores de la ruta.

La iglesia de Sant Martí -del siglo X y campanario del XI- tiene una planta de cruz latina, y en ella se celebra misa el segundo domingo de mes, a las 12.

"Les Gavarres, todas un encinar, a la hora de la puesta cuando el sol las besa de soslayo, parecen de terciopelo. Me encontré, pues, ante uno de los paisajes más dulces de Catalunya. Las temporadas que antes pasaba en Barcelona ahora las paso en Romanyà de la Selva, delante de estas montañas seguras, siempre verdes, que me dan grandes cantidades de paz, a mí, que durante años he hecho, o he tenido que hacer, de piedra rodante." "Romanyà"

A pocos pasos de la iglesia, este mirador es una ventana hacia el área montañosa de Les Gavarres, caracterizada por sus encinas centenarias.

Hemos dado una pequeña vuelta y estamos de nuevo a la entrada del pueblo, justo antes de llegar al busto de Rodoreda.

5. Masía El Refugi (antes hostal) y restaurante Les Gavarres

Ahora, seguimos recto, dejando la plaza del busto y la iglesia a nuestra derecha, hasta llegar a este magnífico edificio que, en época de la escritora, era el hostal del pueblo.

El Espai Rodoreda ([espacio Rodoreda], cerrado en esta época del año) se encuentra en el antiguo hostal Les Gavarres, una vieja masía de grandes dimensiones en la que la escritora se alojó con su amiga Carme Manrubia mientras a esta última le terminaban el chalé. Rodoreda comía con frecuencia en el restaurante, ya fuera sola, con Manrubia o con los amigos que la visitaban.

6. El bosque al borde del camino

Siguiendo la vía asfaltada, llegamos a los senderos que conducen a las distintas zonas de chalés. Aquí no se ven jardines con céspedes recién cortados ni flores cuidadosamente alineadas; hablamos de bosque, de rocas cubiertas de musgo, de troncos por los que se enreda la hiedra, de cactus inmensos que crecen a sus anchas.

7. El Senyal Vell ([la señal vieja], antes El Senyal)

Continuando por los senderos de tierra y siguiendo las indicaciones, se llega al chalé que Rodoreda compartió con su dueña y otra amiga a lo largo de 6 años. El laurel y el olivo del jardín, así como muchos elementos de la casa, hacen su aparición en la que se considera su obra más perfecta, Espejo roto.

"Como por arte de magia, me encontré en medio de muchas montañas de encinas dentro de un chalé situado al lado del dolmen de Romanyà." "Romanyà"

En época de Rodoreda, el nombre de la propiedad era 'El Senyal' (la señal), en honor al protagonista de la novela de Hermann Hesse, Demian, que es la señal de Caín y de Adrià, protagonista de Cuánta, cuánta guerra...

En 1979, Rodoreda se trasladó al chalé que se había hecho construir justo al lado de 'El Senyal'. Le dijo a su editor, Joan Sales, que en esta casa se sentía "como pez en el agua", añadiendo que "muchas noches, si me duermo tarde, leyendo, antes de meterme en la cama salgo a la explanada a pasear. Si fuera joven saltaría y correría a la luz de la luna." Del perímetro de lo que sería el edificio, hizo cortar casi todos los alcornoques y arbustos para crear el jardín con la explanada delante antes incluso de que la casa estuviera terminada. Lo llenó de flores, arbustos y árboles de jardín; creó un oasis florido alrededor de la vivienda, y dejó el pequeño bosque de alcornoques y madroños en la pendiente de la parte trasera, lejos de casa, para asegurarse una espléndida vista sobre el valle y más allá.

El chalé, sin embargo, era pequeño, de una única habitación. Porque Rodoreda escogió Romanyà para escribir, y escribir, como ella decía, es estar solo.

Dejando atrás las dos casas, siguiendo el mismo sendero, es inevitable admirar las extensiones de bosque repletas de troncos sinuosos adornados con líquenes.

10. Mirador de les Mirandes

Exactamente como lo describe Rodoreda, el sendero desemboca en una pequeña construcción de piedra elevada y acotada por una baranda, con asientos para admirar las vistas a placer.

11. Cementerio de Romanyà

Rodoreda murió víctima de un cáncer hepático el 13 de abril de 1983 en el hospital de Girona. Tenía 74 años.

Para llegar al cementerio, hay que dirigirse a la entrada del pueblo una vez más, ya sea por el mismo camino que nos ha llevado hasta el mirador de les Mirandes ya por el camino de abajo, realizando un recorrido circular.

Una vez en la entrada de Romanyà, hay que cruzar la carretera y seguirla durante unos metros hasta que veamos el cementerio. Otra alternativa es hacer la ruta de senderismo que empieza una vez cruzada la carretera y que conduce al cementerio pasando por en medio del bosque y viendo, de paso, unas cuantas curiosidades más (de las que os hablaré en otra entrada).

"La muerte huyó por el corazón y cuando
ya no tuve la muerte dentro
me morí." La muerte y la primavera
"Con una mano sobre la piedra milenaria para ver si podía captar la influencia mágica de las corrientes telúricas y de las corrientes aéreas, evoqué las piedras azules de Stonehenge, tanta piedra misteriosamente trasladada de lugar para convertirla en monumento megalítico. Piedras de una tonelada, de dos toneladas, de tres toneladas levantadas en el aire para colocarlas para la eternidad encima de otras piedras y rodearlas del círculo encantado. Del dolmen de Romanyà a pensar en los druidas (según Robert Graves, "druida" significa "hombre de encina"), el camino es corto [...]. Por encontrar a un druida en Romanyà una noche de luna daría años de vida; para que me enseñara el arte de hacer correr las nieblas y a adquirir sabiduría... No he visto nunca ninguno, pero estoy segura de que aun quedan algunos medio adormecidos por el corazón de las encinas que eran su árbol sagrado. Admiro la majestuosidad del ciprés, la hoja tan bien dibujada del roble, la ternura de los chopos y el enmarañamiento de los sauces, pero mi árbol, por discreto, por su hoja perenne, el tronco rugoso de corcho, es la encina sagrada." "Romanyà"

12. Dolmen la Cova d'en Daina

Siguiendo la misma carretera del cementerio, unos metros más adelante, encontramos habilitada una zona de aparcamiento desde la que adentrarse en el bosque que lleva al dolmen llamado "de la Cova d'en Daina", declarado Monumento Nacional.

El camino hacia el dolmen es absolutamente maravilloso. En verdad es como un bosque encantado, con unos alcornoques cuyos troncos parecen estar dotados de movimiento, y el silencio... Se puede sentir el peso de la soledad.

Un dolmen (que en bretón significa mesa grande de piedra) es una construcción megalítica consistente, generalmente, en varias losas (ortostatos) clavadas en la tierra en posición vertical y una o más losas apoyadas sobre ellas en posición horizontal a modo de cubiertas. El conjunto conforma una cámara y está rodeado en muchos casos por un montón de tierra de sujeción o piedras que cubren en parte las losas verticales, formando una colina artificial o túmulo, distinguible como marca funeraria.

El domingo pasado en Romanyà me llenó de energía y aire puro. Me sentí parte de la naturaleza como seguro se sentía una de mis escritoras predilectas, mi absoluta preferida en lengua catalana, a la que admiro y nunca me canso de leer.

CÓMO LLEGAR:

Os animo a hacer el recorrido por este rincón de Catalunya. Son algo más de 3 kilómetros de extraordinaria belleza para recorrer a pie o en bici. El coche puede dejarse en el aparcamiento del pueblo o bien en el espacio destinado a este fin a la entrada del Dolmen de la Cova d'en Daina.

MÁS INFO:

Es muy fácil: desde Barcelona, siguiendo la A2 en dirección a Girona y tomando la salida 9 hacia Platja d'Aro y Romanyà de la Selva (algo más de 100 km).

(*) Las traducciones del catalán de los fragmentos de obras de Mercè Rodoreda son mías.

Oficina de Turismo de Santa Cristina d'Aro, ubicada en la estación de esta población - https://santacristina.cat