Conociendo el Bisfenol-A. Parte segunda

Publicado el 02 febrero 2015 por Braisly @BraisLY

"Molécula de bisfenol-A", parte II.

Hola a todos.

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Como ya os adelantamos desde esta web hace un par de semanas, existía una sustancia quizás poco conocida que consideramos de elemental puesta en conocimiento. Se trataba del Bisfenol-A. Si no pudiste leer el primer artículo -acercamiento general- del BPA (siglas para identificar a este plástico), puedes acceder a él aquí.

En esta ocasión, vamos a profundizar un poco más en el tema. Así que, si te interesó el primer artículo y te gustaría saber un poco más sobre este monómero muy utilizado en nuestra vida cotidiana, sigue leyendo más abajo.

Vamos por partes.

Dónde se encuentra el Bisfenol-A.

Así lo asegura la Dra. Kurrasch (a quien ya apelamos en un estudio realizado por su equipo, en el artículo anterior): "Muchos de los compuestos químicos alternativos no han sido adecuadamente examinados porque no tienen por qué ser examinados". "Un compuesto es considerado seguro hasta que no se pruebe lo contrario".

Si nos tomamos al pie de la letra las palabras de Kurrasch, lo mejor que podemos hacer es evitar el contacto con cualquier plástico de uso doméstico: botellas, envases alimenticios, papel de film, bolsas, platos y cubertería de plástico, menaje de plástico... Incluso las latas y el papel higiénico tienen bisfenol.

Aunque hasta la fecha la mayoría de estudios científicos se han centrado en estudiar los peligros del BPA, los autores de la nueva investigación advierten de que no podemos fiarnos de ningún compuesto estructuralmente similar, es decir, cualquiera de los bisfenoles que usan los fabricantes de plásticos. Nos referimos aquí al BPS, al cual haremos mención más adelante.

No es nada sencillo evitar la exposición a los bisfenoles. De hecho, un estudio de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) aseguraba que más del 90% de los estadounidenses tienen trazas en su organismo de BPA, unas cifras que no pueden ser muy distintas entre los españoles.

Los fabricantes de plástico no han tardado en contestar el estudio, que ha tenido una enorme repercusión mediática en EEUU. "Los autores aseguran que sus resultados son relevantes para los humanos, en particular para las mujeres en el segundo trimestre de gestación", apunta en The Washington Post Steven G. Nehtges, del Polycarbonate/BPA Global Group. "Pero la realidad es que los humanos están expuestos sólo a unos pequeños niveles de BPA a través de la dieta, y es bien conocido que los humanos convierten el BPA en una sustancia sin actividad biológica conocida, que se elimina enseguida del cuerpo. Aunque los autores atribuyen una gran importancia a sus resultados, no es científicamente apropiado aventurar ninguna conclusión para la salud humana basándose en un estudio limitado". Y esa es la otra cara de la moneda.

Experimentos con ratones.

La función cardíaca y la presión arterial en los ratones expuestos al bisfenol A (BPA) desde el nacimiento hasta la edad adulta se ven afectadas de manera diferente en machos y hembras, con las segundas en mayor riesgo de daños causados por el estrés, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cincinnati (UC), en Estados Unidos: un equipo de científicos, dirigido por Scott Belcher, profesor de Farmacología y Biofísica Celular; Robin Gear, director asistente de Investigación, y Eric Kendig, ex estudiante postdoctoral en UC.

En las hembras expuestas al BPA, isoproterenol, un fármaco que conduce a la hipertrofia (agrandamiento de los tejidos), imitando algunos de los efectos de un ataque al corazón, generó un incremento de los daños en el músculo del corazón junto con la acumulación de colágeno, un indicador de la fibrosis o cicatrización, en el corazón, detalla Belcher.
En ratones macho expuestos al BPA sólo se incrementó la fibrosis, pero los investigadores no observaron un aumento adicional en la fibrosis, el daño isquémico o la hipertrofia en respuesta a los tratamientos con el fármaco isoproterenol.

"Se produjo un aumento severo de la sensibilidad al daño cardiotóxico. Este efecto fue especialmente llamativo porque las hembras normalmente están protegidas". Se detectaron cambios en el control de la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea tanto en ratones expuestos a BPA machos como hembras, según el estudio. También se vio una disminución de la presión arterial sistólica en ratones machos expuestos a BPA durante toda su vida útil, aunque se observó una mayor disminución de la presión en hembras expuestas a las cantidades más altas de BPA.

En este estudio, se expuso a los ratones a diferentes dosis de BPA en los alimentos y las exposiciones de BPA variaron de cuatro a 5.000 microgramos por kilogramo de peso corporal por día. "Nuestra exposición más alta fue justo por debajo del nivel no observado de efecto adverso, mientras que el grupo de exposición más baja fue por debajo de lo que se considera un nivel seguro y se acerca a los niveles de exposición humana", explica Belcher. " Lo que hicimos en nuestros análisis fue exponer ratones a BPA de una manera similar a la que están expuestos los seres humanos. Los seres humanos están continuamente expuestos al BPA durante toda la vida. La exposición en ratones fue a través de la dieta y desde la concepción hasta el final, a lo largo de la edad adulta". "El objetivo general del análisis fue determinar si existen efectos del BPA en la función cardíaca".

Belcher advierte que el estudio utiliza modelos animales y que existen diferencias entre ratones y seres humanos. Dicho esto, los resultados de los modelos experimentales son de carácter informativo e instructivo acerca de la salud del corazón humano y sirven como modelos experimentales bien establecidos para los efectos de los perturbadores endocrinos, según Belcher.

"La realidad es todo de lo que hemos visto de este estudio y una serie de trabajos previos sugieren que el BPA probablemente empeora la salud del corazón en las mujeres, que tienen riesgos únicos en comparación con los hombres" , concluye Belcher.

Especial atención a la afectación al comportamiento.

La exposición al BPA incrementó el número de neuronas en los peces cebra en un 180% y la exposición al BPS (encontrarás la información sobre el BPS, más abajo, en la alternativa al Bisfenol-A) en un 240%. Esto provocó un cambio significativo en el comportamiento de los peces al llegar a la edad adulta: eran hiperactivos.

Además, los peces expuestos al compuesto tuvieron problemas en los receptores de andrógenos, los encargados de regular los genes de diversas proteínas, que se activan con la testosterona, la hormona típicamente masculina. Algunos medios, como The Washington Post, han especulado con la posibilidad de que esto explique por qué algunas enfermedades asociadas a un incorrecto desarrollo neuronal, como el autismo, están más presentes en niños que en niñas. En el estudio no se menciona esta posibilidad, pero sus autores sí creen que la exposición a los plásticos durante la gestación podría afectar al comportamiento de los futuros niños.

"Encontrar un mecanismo que asocia la exposición a pequeñas dosis de bisfenol con un desarrollo anormal del cerebro y la hiperactividad es como encontrar una prueba irrefutable", asegura Hamid Habibi, profesor de toxicología ambiental y coautor del estudio. -Un poco fuerte, ¿no os parece?-.

La conclusión de estas investigaciones parece clara: aunque son necesarios nuevos estudios para saber cuál es el efecto real del bisfenol sobre el desarrollo de los bebés, hay evidencias suficientes para sugerir a las mujeres embarazadas que se mantengan alejadas de los productos que contengan bisfenol, de cualquier variedad.

Informes de instituciones de importancia mundial sobre el Bisfenol-A.

Son numerosos los estudios que han advertido del efecto pernicioso del bisfenol. Por eso, la Unión Europea decidió prohibir la fabricación de biberones con esta sustancia en enero de 2011 como medida preventiva.

La Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (AESA o EFSA en inglés) publicó un informe donde alerta que los niños de entre 3 y 10 años son los más expuestos al Bisfenol A debido a que su consumo de alimentos en relación a su peso corporal es superior al que se da en otras edades. Señala que: "probablemente" daña a los riñones y el hígado y también tiene efectos sobre las glándulas mamarias. Asimismo el organismo apunta la necesidad de vigilar otros posibles efectos sobre la salud reproductiva, el sistema nervioso y cardiovascular y el cáncer que en estos momentos no se pueden considerar, según especifica en un informe que la institución europea acaba de hacer público. En concreto, nos dice que en un 23% de los casos, las mujeres embarazadas están expuestas a niveles del compuesto potencialmente peligrosos, por lo que sus hijos tendrán más posibilidades de sufrir cáncer de pecho cuando crezcan. Unos datos que van en sintonía con el panorama legislativo, pues el Senado francés declaró ilegal este compuesto.

Las primeras conclusiones de la EFSA indican que el bisfenol A o BPA es posiblemente peligroso. Sin embargo, deja claro que el riesgo sanitario para todos los grupos de la población es "bajo", incluso para los organismos más débiles como las mujeres embarazadas, los bebés o los niños.

La publicación de informes contradictorios ha contribuido a aumentar todavía más la desconfianza de las organizaciones de consumidores, que cada vez se preocupan más por la exposición crónica a esta sustancia. Los informes más críticos, varios de ellos publicados en la prestigiosa revista científica de la American Medical Association, concluyen que, incluso a niveles muy bajos de concentración, el BPA puede estar asociado a la diabetes, la obesidad, la infertilidad, el cáncer de mama o de próstata, los problemas cardiovasculares, las alteraciones en el desarrollo neurológico y cerebral y a los trastornos del comportamiento.

Alternativas al uso del Bisfenol-A: ¿También tóxica?

Desde el 2012, Estados Unidos prohibió el uso del Bisfenol-A.

Como alternativa a este compuesto se comenzó a utilizar otro similar, denominado Bisfenol-S (BPS). Al comprar un biberón o botella para bebé con la etiqueta BPA Free, por lo general, el compuesto utilizado es el BPS. Sin embargo, un reciente estudio demostraría que la supuesta solución resulta más nociva que el compuesto anterior.

Así lo indica un estudio realizado por la Universidad de Calgary que descubrió que el BPS tenía los mismos efectos nocivos que el BPA. El estudio recomienda la prohibición del uso de este compuesto no sólo en productos para bebés sino en mujeres embarazadas, dado que el contacto diario con productos en base a este compuesto pueden traer consecuencias en el futuro bebé.

El estudio publicado en PNAS no es el único que advierte sobre los peligros del BPS. En 2013 una investigación de la University of Texas Medical Branch en Galveston alertó de que esta sustancia puede ser incluso más problemática que el BPA. Según el profesor Cheryl Watson, autor de la investigación, el BPS altera la respuesta celular al estrógeno, lo que provoca cambios en los procesos de crecimiento y muerte celular y en la secreción de hormonas. Y, como también señala el nuevo estudio, estos peligrosos efectos se producen a bajísimos niveles de exposición.

En la actualidad, aunque la FDA ha prohibido su uso en productos para bebés e infantes, el departamento declara que este si es óptimo para el uso humano dado los mínimos niveles para la elaboración de otros productos en base a plástico. Sin embargo, los autores del estudio mencionan que no son los altos niveles los que pueden ser perjudiciales sino el uso diario a largo plazo lo que puede ser realmente nocivo.

Acerca del nivel de exposición y apunte final.

La EFSA asegura que el riesgo es bajo porque los niveles reales de exposición de los consumidores a esta sustancia, es también baja, pese a estar presente en numerosos objetos cotidianos.

Lo que más preocupa es su presencia en envases destinados a la alimentación. El bisfenol permanece en los envases como un residuo, un efecto no deseado de la fabricación del plástico. Su problema es que puede liberarse, en concentraciones mínimas, desde el envase a los alimentos y líquidos con los que esté en contacto. Y de ahí directamente al organismo.