Consejos de Napoleón: De amor y de hambre

Publicado el 23 septiembre 2015 por Revista Pluma Roja @R_PlumaRoja

Tengo la impresión de que El pan de los años mozos ha estado siempre esperándome en el estante de la casa de mis padres con la paciencia y la ilusión de quien espera al príncipe azul. No hablo con soberbia. Lo digo porque este es un libro que ha estado siempre presente: fue adquirido por mis padres cuando yo tenía dos años de vida y desde ese momento me lo he cruzado miles de veces en mis paseos por los estantes familiares. Lo curioso es que he esperado veintidós años para leerlo. Lo importante es que lo he hecho y ahora puedo compartir mi experiencia con ustedes.

 El pan de los años mozos fue escrito en 1955 por el autor alemán Heinrich Böll y se constituye en una hermosa historia de amor cargada de crítica social y sentimientos encontrados. Fendrich, el protagonista de la novela nos cuenta su vida y el giro que ésta da en una jornada que habría de cambiarlo todo, quizás para mejor.

 En 1972 a Böll le entregaron el Premio Nobel de Literatura por haber contribuido en la renovación de la literatura alemana, lo cual no puede desconocerse pues sus textos refrescaron y removieron los cimientos de la Alemania post-guerra. No obstante, resulta provechoso utilizar la misma excusa que otrora utilizara la Academia sueca, pero esta vez para reconocer en Böll una contribución a la literatura universal con sus temáticas agudas y acertadas, y por supuesto con su prodigiosa pluma cuyo talento queda de manifiesto en cada página que nos legó.

 A lo largo de El pan de los años mozos el lector puede encontrarse una sociedad de increíbles contrastes. La escasez como primer tema se muestra cuando el protagonista cuenta cómo sufría aquellos días en que deseaba el pan como un morfinómano desea la morfina, o como el hambre le enseñó los precios de cada cosa que se ofertaba en las tiendas de la ciudad. Esta escasez queda de manifiesto sobre todo cuando menciona que detesta la palabra “económico” y aún más cuando la pronuncia alguien mayor con un tono inquisidor, como si su interlocutor tuviera la culpa de que ahora todo costara el doble que antes. En la otra cara de la moneda el consumismo se hace presente, pues Fendrich, nuestro protagonista, se ha convertido en un reparador de lavadoras teniendo mucho trabajo ahora que todos quieren apostar por tan valiosa adquisición.

 Por último El pan de los años mozos se transforma en una nouvelle romántica puesto que al final de la jornada Fendrich alcanza el amor de Hedwig, una joven que ha venido a la ciudad a estudiar y a quien él debe ayudar. Lo bello de este relato es la aparición del amor a primera vista, pero no como un cliché sino como algo verdadero que nació en el corazón de un hombre solitario y agobiado que no pudo evitar sucumbir ante la transparente apariencia de la belleza del ser femenino.

 La magia que envuelve tan corto relato es casi imposible de retratar en una reseña. La maestría de Böll para hablarnos de tanto en tan poco espacio es sin duda un gesto que el lector agradecido no deja pasar. Ahora lamento que haber huido tantos años al encuentro con estas páginas. Tarde llega, pero ciertamente ha cambiado mucho en mí. Como cada libro que se cierra frente a mis ojos, no me ha dejado indiferente.