Y aparecieron unos versos que leyó un compañero de clase:Jamás llegués a parar
adonde veas perros flacos.
El primer cuidao del hombre
Es defender el pellejo.
Lleváte de mi consejo,
Fijáte bien lo que hablo:
El diablo sabe por diablo,
Pero más sabe por viejo
Hacéte amigo del juez.
No le dés de qué quejarse;
Y cuando quiera enojarse
Vos te debés encojer,
Pues siempre es güeno tener
Palenque ande ir a rascarse.
Nunca le lleves la contra,
Porque manda la gavilla.
Allí sentao en su silla
Ningún güey le sale bravo:
A uno le da con el clavo
Y a otro con la cantramilla.
El hombre, hasta el más soberbio,
Con más espinas que un tala
Aflueja andando en la mala
Y es blando como manteca:
Hasta la hacienda baguala
cai al jagüel con la seca.
“No andés cambiando de cueva,
Hacé las que hace el ratón:
Conserváte en el rincón
En que empesó tu asistencia:
Vaca que cambia querencia
Se atrasa en la parición.
Quedamos en silencio tratando de entender lo escuchado hasta que el profesor Marty estalló de rabia contenida al mencionar que esos versos … “eran abiertamente inmorales y una agachada humana imperdonable”
Como estoy hablando de la década de 1960’comprenderán que el profesor Marty era coherente con su época cuya Weltanschauung(cosmovisión) se correspondía con elevados niveles éticos.
Por eso me sorprendí cuando hace poco tiempo un joven me dijo que estos versos eran para copiarlos (dijo “machetearlos”) porque estaban buenísimos.
Las cosas no solo dependen del color con que se miren sino de la época en que se juzguen.
Por mí, no he podido renunciar a creer que Marty tenía razón para cualquier época que sea.