Consideraciones, políticamente incorrectas, sobre la realidad de la Educación en España

Por Reddeblogscomprometidos @redblogscomp

Permítanme adornar este artículo, con una vieja fotografía del instituto en el que cursé mis estudios de bachillerato (Instituto Egara-Arrahona, en la provincia de Barcelona). Momento para la melancolía. Gracias por la licencia

Antes de la era LOGSE existían los institutos de Bachillerato y los de Formación Profesional y en el imaginario colectivo abundaba la creencia, no falta de verdad, de que los buenos alumnos iban a los centros de Bachillerato y los "malos alumnos", los que no "servían para estudiar", cursaban estudios profesionales. Con la LOGSE, todos los institutos se convirtieron en centros de Educación Secundaria y pasaron a impartir, además de la ESO (secundaria obligatoria), enseñanzas de Bachillerato y Formación Profesional (secundaria no obligatoria) indistintamente.No obstante, los centros mantuvieron la rémora o privilegio de su fama pasada y en ese imaginario colectivo, siguen existiendo buenos y malos centros, a pesar de que las enseñanzas que se impartan ahora no difieran en unos y en otros.Y esa "fama" o "prestigio heredado" decanta la elección de centro que el alumnado o sus familias realizan. A pesar de que los institutos están adscritos a "zonas o sectores" de colegios de Educación Primaria, los "buenos alumnos" tratan de obtener plaza en los "buenos institutos" y los alumnos de peores resultados o que no muestran interés por el estudio, se decantan por los "malos institutos" en la creencia de que en ellos el nivel de exigencia es bastante inferior. Falacias, mitos, creencias erróneas, que son tomadas como verdad por la sociedad, fundamentalmente en la zona rural.A lo largo de mis años de docencia, he trabajado en "buenos institutos", que lo eran simplemente porque en el pasado impartían enseñanzas de bachillerato y en "malos institutos", que lo eran por el motivo contrario.Mi destino actual, y probablemente lo será durante muchos años, es un "instituto malo" y debo decir que la fama no es inmerecida. Se ubica en una zona rural y en el pasado ofrecía únicamente enseñanzas profesionales. Es un centro muy antiguo y tradicionalmente cursaban estudios en él todos los jóvenes que "no servían para estudiar". En el pueblo hay también un "buen instituto" y debo aceptar que la fama tampoco es inmerecida. Los resultados académicos de uno y otro se ajustan perfectamente a la fama que les precede.Pero hablemos del mío, de mi centro. Por cuestiones de política educativa, se convirtió en centro de atención preferente de minorías étnicas (sin eufemismos: gitanos, para entendernos) y de población inmigrante (marroquíes, rumanos y sudamericanos). Con estas circunstancias, el alumnado de mi centro está conformado por el siguiente batiburrillo:
- 40% de alumnado español con antecedentes de fracaso escolar, alumnos con necesidades          educativas específicas, alumnos desmotivados y absentistas u objetores escolares.- 30% de alumnado inmigrante- 20% de alumnado gitano*- 10% de alumnado español, de resultados académicos normales o buenos.
*lógicamente el alumnado gitano podría ser incluido en la categoría de "alumnado español", pero todos sabemos que merecen ocupan una "categoría diferente". No son precisas más explicaciones.
Conviene aclarar, también, que el 100% del alumnado gitano acude a clase por situaciones tan diversas como: no perder las ayudas sociales, imposición de las autoridades, en el centro se está mejor que en casa y aprovechamos para hacer negocios (trapichear). Los mismo cabe decir de la mayor parte del alumnado inmigrante. Se que estas afirmaciones no son políticamente correctas, pero son la realidad, y yo no soy una persona políticamente correcta, qué quieren que les diga.
Bien, expuesto el panorama, debo aclarar que esos porcentajes conforman la normalidad del centro, la distribución estadística normal, la curva de Gauss. No obstante, en el reducido contexto del aula, la campana de Gauss en ocasiones se deforma y se convierte en la siguiente "anormalidad estadística": clases en la que todos los alumnos, salvo en 5%, son gitanos o inmigrantes. O grupos en las que todos los alumnos son gitanos o todos inmigrantes o todos absentistas. En fin, situaciones curiosas que se producen, sobretodo, en algunas asignaturas optativas y en los Programas de Cualificación Profesional Inicial.
Yo imparto docencia a estos "grupos especiales" de alumnos y ya que, como habrán observado, soy proclive a las estadísticas, les diré que los 50 minutos de clase se evolucionan del siguiente modo:

- Los 10 minutos iniciales los ocupo en "obligarles" a entrar en el aula, "conminarles" a que se sienten y adopten una postura respetuosa y adecuada. - Los 15 minutos siguientes: revisión de tareas, recuerdo de las explicaciones del día anterior, inicio de las nuevas explicaciones (docencia pura y dura) - Los 10 minutos siguientes: interrupción de la clase por parte de los alborotadores, intentos de restaurar el clima del aula, detener alguna pelea. - El resto del tiempo: mediar en el conflicto iniciado, incautación de elementos diversos (teléfonos móviles, drogas, armas variadas: cúter, pequeñas navajas), sancionar, castigar, expedientar. - Antes del fin de la clase: intento de restaurar el clima, revisión de lo sucedido, compromiso de que no vuelva a ocurrir. En estos momentos en ocasiones recibo insultos, amenazas o intento de agresión (que en algún momento de mi pasado llegó a consumarse). Y recurro a mi competencia profesional y a mi valor personal para lograr que ese alumno violento que me saca  2 cabezas de altura y pesa el doble que yo, me respete y termine por disculparse y achantarse.Y jamás, jamás, salir del aula con los ánimos exaltados ni por parte de ellos, lo que les convertiría en elementos peligros al llegar al pasillo, ni por mi parte, para no perjudicar al grupo al que voy a dar clase en la hora siguiente. Grupo en el que volverán a repetirse situaciones parecidas.Este es el día a día de muchos profesores en España. Y ahora, lanzo el siguiente mensaje a los políticos, y a la sociedad: en este contexto, ¿me están pidiendo resultados académicos? ¡Bastante hago con impedir que se maten, oiga usted! Y si además consigo que aprendan y que adquieran la educación que no tienen y algunos valores que les faltan, que también lo consigo, porque para eso soy una excelente profesional, bastante éxito educativo he logrado.
No me hablen de informes PISA ni de cómo van las cosas en Finlandia o en Corea. A  ellos quisiera yo ver enfrentándose cada día a la realidad de algunos de nuestros centros.
Somos magníficos profesores obteniendo resultados, en ocasiones, milagrosos. Y esa es la auténtica calidad de la enseñanza.

Artículo de @Lagartijasoy , miembro de la Red de Blogs Comprometidos