Es verdad, este Domingo volví de Bolonia más contento que un niño con zapatos nuevos. Fueron cuatro días muy intensos y con un trabajo duro y largo, pero me encantó todo lo que hice y a toda la gente que conocí, pero como siempre hay un pequeño problema. Miramos que tiempo haría y el señor del tiempo nos seguro por sus isobaras que la temperatura media sería de 21 grados, y yo me fui en modo primavera y no veas la rasca que pegaba, el resultado, que ayer por la noche el constipado que debí cultivar en Italia ha brotado.
Como decía Luis Ciges en Amanece que no es poco, que comercios tiene en Francia, y yo tendría que añadir Italia y la calidad de sus constipados son de primera calidad y el precio está al alcance de todos los bolsillos. Para que veáis, ayer estaba a punto de caramelo y esta mañana no me he conseguido levantar hasta las tres de la tarde con una neurona tocando el bombo como sin fuera la final del mundial de fútbol. Ha sido un horror, suerte que he optado por la química y la couldina ha venido a mi rescate, por mucho que digan que el frenadol es mejor, cada cual tiene su droga de elección.
Pero como uno es emprendedor o lo que antes era un autónomo de toda la vida, toca trabajar y a base de pañuelos, caramelos de menta y droga dura he conseguido pasar el día sin que se vea afectado el trabajo. Otra de las ventajas de trabajar en el sector de internet, da igual donde estés porque el marrón te lo vas a comer igual como tengas cobertura WIFI.
He hablado ahora con David de Push Bars y el tiene otra teoría al respecto, que esto es el bajón que te da después de tanto estrés y quizás tenga razón. Durante casi tres meses hemos preparado la conferencia y a pesar de todos los esfuerzos siempre salen detalles que te toca corregir y correr como un descosido arriba y abajo.
Pero lo importante es que me lo he pasado teta, siempre me ha gustado trabajar en organizaciones internacionales, tanto por los malentendidos que te sacan de tus casillas sino por lo que puedes aprender de otras culturas y formas de trabajar.
Por cierto, le prometí a mi mujer que no diría mi opinión sobre lo que está pasando en Catalunya, pero un día de estos os tengo que explicar las caras de más de ochenta abogados cuando les intentábamos explicar que estaba pasando, tanto desde un punto de vista unionista como independentista, flipaban en colores.
Y dicho esto, voy a meterme otra dosis que tengo la nariz que me pide paso.