Con apenas dos años de vida, a la pequeña Emma se le diagnosticó artogriposis, una enfermedad congénita que le impedía usar sus brazos de forma normal, y que se da en uno de cada 3.000 nacimientos. Este trastorno se manifiesta mediante contracturas de carácter congénito que pueden afectar a diferentes articulaciones de nuestro cuerpo.
Sin embargo, gracias al uso de la tecnología de impresión en tres dimensiones, Emma, que ya tiene cuatro años, puede volver a mover sus brazos. La solución llegó tras una serie de investigaciones de un grupo de investigadores del hospital Alfred I. duPont de Filadelfia, quienes desarrollaron el exoesqueleto junto a Stratasys, una empresa encargada del desarrollo de este tipo de dispositivos.
En definitiva, una nueva demostración de cómo la tecnología, usada de la forma más adecuada, nos puede ayudar a superar enfermedades y/o problemas.
Vía: Alt1040