A vueltas con el artículo de Javier Redondo en el 63 de los Cuadernos de FAES. Un par de notas más. La consecuencia de todo esto, de la trivialización -mediática- de la política, es que la calidad de la discusión en el espacio público cae, porque el tiempo es infinito y "la comunicación no descansa". A mayores, cuando los resultados electorales no coinciden con la puesta en escena de las televisiones, se sugiere que algo va mal y que la democracia es de baja calidad o poco representativa. A la audiencia, en fin, le dan igual las contradicciones. En este mundo, tan moderno y tan jodido, la pobreza argumental no es un demérito. Es hasta un mérito: ¡solo soy un hijo del pueblo al servicio de la clase obrera organizada!