Carta de una nadadora de las antipodas
Querida doña Elena Francis. Acabo de casarme con un príncipe azul, el sueño de cualquier mujer hecho realidad, a pesar que era un príncipe un tanto casquivano, ya que todo el mundo decía que era un poco “rarito” y con un curriculum de novias un tanto peculiares, como Brooke Shields que luego se casó con otro lleganuot;consultorio sentimental", do virgen al himeneo y Ana Obregón que era el paño de lagrimas de todos los gays europeos, el caso es que luego al parecer se enderezó pues tuvo dos hijos con camareras, por lo que dije: serán habladurías, por lo que cuando pidió mi mano me sentí la novia más feliz del universo. Pero ¡Ay! Negros nubarrones acechaban el horizonte, en la misma noche de bodas me dejó compuesta y se fue a dormir a otro hotel en la otra punta de la ciudad, la verdad es que no me convenció su escusa que era por razones prácticas, por lo que la desesperación cundió en mi ánimo. ¿Qué puedo hacer?
Querida nadadora antipodista, terrible situación la que me cuentas, desde aquí te insto a que tengas paciencia, mucha paciencia, tendrás que ser una mujer moderna, aprovéchate de sus aficiones, vístete con una camiseta ceñida del Mónaco F.C. o de ruleta del casino, o de piloto de la Fórmula 1, córtate el pelo corto como los hombres o vístete con la camiseta de Madrid olímpico y dile: ¡Jodeme!, pero ten en cuenta que si todo esto falla, mira tu cuenta corriente, tu fondo de armario, la ciudad donde vives y empieza a disfrutar, jodía, haz como tus cuñadas, líate con el chofer, el guardaespaldas o el primer play boy que pase por allí, que la vida son dos días y uno y medio hay que trabajar. Atentamente El heno Francis Cano