Título: Consummatum estAutor: César Pérez GellidaEditorial: Suma de Letras, 2013.Páginas: 677
Resumen oficial.
En la pequeña localidad islandesa de Grindavik amanece con todos los miembros de una misma familia brutalmente asesinados. En uno de los países del mundo con menor tasa de homicidios por habitante, el comisario de la Brigada de Homicidios de Reykjavik, Ólafur Olafsson, se enfrenta al caso más escabroso que ha visto justo en el ocaso de su carrera profesional.
Pero muy pronto todas las pistas empiezan a apuntar hacia un sofisticado asesino en serie, Augusto Ledesma, que durante varios años ha ido componiendo una siniestra poética de versos regados de sangre a lo largo y ancho de Europa.
Ante tales evidencias, la INTERPOL decide poner al frente del caso al jefe de la Unidad de Búsqueda Internacional de Prófugos, Robert. J. Michelson, que se rodeará de un grupo especial integrado por algunos «viejos conocidos» del asesino. En Consummatum est el lector asistirá al ansiado desenlace de una trilogía —Versos, Canciones y trocitos de carne—, que ha robado el sueño a quienes leyeron Memento mori y continuaron recorriendo los laberintos de la mente criminal con Dies irae. El singular y novedoso estilo narrativo de Pérez Gellida promete no dejar a nadie indiferente en este magistral e imprevisible acto final.
Impresión personal.
Hace tiempo que tenía pendiente esta reseña, como algunas otras que se me han quedado rezagadas debido al escaso tiempo con que cuento en estos últimos meses y cuando dispongo del mismo, prefiero ponerme a leer y relajarme en otros mundos que ponerme a escribir impresiones de lo que leo.
Consummatum est sigue la estela de las dos novelas anteriores, Memento Mori y Dies Irae, con un título en latín que nos indica que "todo ha terminado", un anuncio en su título que se convierte para el lector en una especie de mantra que no te deja esperanzas de continuidad desde el principio. Las cosas claras, sin trampa ni cartón, sin aspavientos ni grandes giros argumentales. Tenemos desde el principio unos personajes en el tablero a los que ya conocemos; César los mueve a su antojo por el mundo por donde Augusto, convertido en embajador del mal, va dejando su huella de cadáveres y de investigaciones y/o persecuciones tardías como si estuviera jugando al Risk (Islandia, Alemania, Polonia, Irlanda) para volver a Valladolid, donde todo empezó. El círculo se va cerrando en torno a esa ciudad y a esos dos titanes enfrentados, Ramiro y Augusto, que acaban encontrándose cara a cara y cuyo poder psicológico es puesto a prueba por César con una maestría que me ha tenido los pelos de punta durante ese encuentro. Si la primera parte de la novela hemos llevado un ritmo trepidante viajando de país en país, de ciudad en ciudad por media Europa intentando dar caza a un Augusto siempre esquivo, esa parte final, más calmada de lucha dialéctica y psicológica entre los protagonistas principales me ha mantenido en tensión hasta el desenlace. Un pedazo de pulso mental que te hace dudar de quien miente, quien oculta, quien es descubierto o quien va de farol. Simplemente ¡Alucinante! y dos personajes que no me han decepcionado en absoluto.
Además (¿cómo no?) contamos con el resto de señas de identidad que caracteriza a la Trilogía como son los poemas y la música de Bunbury, Rammstein, Vetusta Morla, Nacho Vegas y otros. Dos componentes que acompañan a los personajes desde puntos de vista diferentes pero que marcan un camino en la investigación y una manera de actuar en el caso de Augusto.
En conclusión, un cierre perfecto para una Trilogía perfectamente escrita e hilvanada, con personajes rotundos con personalidad propia que te sumergen en un mundo de crímenes sorprendentes que te dejan una puerta abierta a la pregunta de hasta donde puede llegar la maldad y la mente narcisista del ser humano desde el punto de vista de un asesino que se autodescribe en primera persona en cada una de sus acciones criminales.
Si no la habéis leído, sinceramente ... ya estáis tardando.