Consumo responsable, consumo ecointeligente

Por Ecointeligencia @ecointeligencia

Demoledor: La mitad de la comida que se produce en el mundo acaba en la basura o pudriéndose en el campo.

Entre el 30% y el 50% de los 4.000 millones de toneladas de alimentos que se generan en el mundo nunca llegan a alimentar a un humano, según el reciente informe publicado por el Instituto de Ingenieros Mecánicos (IME) británico con el título: Global Food: Waste Not, Want Not.

Puesto en números, entre 1.200 y 2.000 millones de toneladas de alimentos son desechados mientras que 1.000 millones de humanos pasan hambre. Estas cifras son aún peores que las que barajaba hasta ahora la FAO y ha abierto un debate sobre la inmoralidad, la ineficacia y los costes generados por la industria alimenticia.

Más números que demuestran la ausencia de sostenibilidad del sistema: cerca de 550 mil millones de metros cúbicos de agua se desperdician globalmente en estos cultivos que nunca serán consumidos. Entenderéis porque se habla de inmoralidad cuando esa demanda de agua dulce para la producción alimentaria podría multiplicarse en dos veces y media para 2050, cuando en el mundo haya que alimentar a más de 9.500 millones de personas.

La comida que se desaprovecha en Estados Unidos y en la Unión Europea podría alimentar a los 1.000 millones de personas que pasan hambre en el mundo

En Europa, se tira a la basura entre el 20% y el 40% de las frutas y verduras que se producen antes de llegar a las tiendas y cada ciudadano se deshace al año de entre 95 y 110 kilos de comida apta para su consumo. De hecho, según un estudio de la UE, el 45% del despilfarro de comida proviene de los hogares.

En los países en vías de desarrollo podemos señalar como las principales causas de este problema, las malas prácticas agrícolas, el deficiente almacenamiento y los problemas de distribución y transporte. Sin embargo, en los países desarrollados gran parte de culpa la tienen los supermercados y los puntos de venta, con su estricta política de caducidad, sus políticas de promoción que incitan a comprar más de lo necesario, y la insistencia en la buena apariencia de los productos que obliga a desechar gran parte de las cosechas de frutas y vegetales.

¿Y cómo podemos contribuir los consumidores a desperdiciar menos alimentos? Pues con unas sencillas prácticas al alcance de todos, como pueden ser: planificar nuestras compras; comprobar la fecha de caducidad y la de consumo preferente; conservar y almacenar los alimentos según las instrucciones que figuran en el envase; y racionalizar las cantidades de comida que preparamos. Como observaréis, todo bastante lógico.

Hace un tiempo nos hicimos eco de los trabajos de Tristam Stuart en los que identificaba y alertaba sobre el escándalo del desperdicio alimentario, a la vez que mostraba posibles soluciones. Decir que gracias a esta y otras denuncias, la ONU ha terminado involucrándose en el problema y proponiéndose la meta de reducir un 50% el despilfarro de comida de aquí al 2025.

Os dejamos con un video de TED en el que Tristam Stuart nos habla de este problema: