Recuerdo perfectamente cuando tras ganara el tour de Francia en el 2009, en los Campos Elíseos sonó el himno de Dinamarca. Su sonrisa, algo desconcertada, nos hizo amarle como a un niño huérfano. En Milán le sucedió algo similar: tras su segunda victoria en el Giro cuando se disponía a escuchar el himno, descubrió con asombro que tenía letra. Era el himno del dictadura franquista.
Es un hombre solidario dentro y fuera de la competición. Ha colaborado con la Asociación Massivegood, que recauda donativos particulares de pequeña cuantía, aportados cuando compras un billete de avión o reservas un hotel, con el fin de promover la salud en el tercer mundo, especialmente la lucha contra la malaria, la tuberculosis y la salud materno infantil.¡Casi nada! También se ha volcado en campañas para sensibilizar y dar a conocer al público el ictus cerebral. Enfermedad que el padeció en el 2002 y superó. Volvió a nacer.
Y hasta tiene una fundación propia en la que recoge bicicletas, las pone a punto y las envía al tercer mundo para favorecer la movilidad. Allí una bicicleta puede significar una gran diferencia. Lo que aquí es solo un objeto de ocio o deporte,allí es un medio de transporte básico, la única manera de trasladarse a la escuela, al hospital, a la fuente de agua más cercana. ¿Vosotros creéis que alguien así se doparía? ¿Alguien que resucitó a la vida tras un ictus actuaría temerariamente con su salud? ¿Es todo en él una farsa? Yo no lo puedo creer. Ya lo dije: me cae fenomenal.
Y yo hago, como la cantante Mia, que en el intermedio de ayer de la superbowl no dudó en mostrar el puño con el dedo medio levantado: para entendernos, una peineta para el tribunal que condena a Contador.