Contador se beneficia de una avería de Andy Schleck

Por Toni_delgado @ToniDelgadoG

Contador celebra con su gesto de pistolero ser el nuevo líder del Tour -EFE.
Hay tantas versiones como personas y existen pocos conceptos inalterables, ni tan siquiera la bondad y la maldad, la ética y la moralidad funcionan como términos incuestionables. Según los puntos de vista, intereses o recuerdos se puede compartir o recriminar un gesto. Se defiende el juego limpio y la deportividad como una marca, pero en la práctica no todos tienen respeto de ese comportamiento correcto. Porque lo incorrecto para unos es correcto para el resto. O puede responder a un desliz. “Tenía pensado atacar y lo he hecho. Luego me han comentado que se le había saltado la cadena, pero yo no tenía conocimiento de ello”, dijo, serio, Alberto Contador, rodeado de una nube de micrófonos, grabadoras y cámaras. Hablaba de la nueva gran polémica del Tour, ésa era su respuesta a por qué no esperó a Andy Schleck cuando a éste se le salió la cadena, en pleno ascenso al Port de Balès. “He arrancado muchísimo antes”, continuó Contador, al que el contratiempo del luxemburgués, que tardó 28 segundos en resolver el asunto, le sirvió para vestirse el maillot amarillo y tener ahora ocho segundos de margen sobre su rival. Samuel Sánchez o Denis Menchov también sacaron y están más cerca del líder, a 2m y 2m 13s, respectivamente, tras la 15ª etapa disputada entre Pamiers y Bagnières de Luchon y ganada por Thomas Voeckler.
Contador extrajo un punto interesante de la deportividad, el interés, el motor de gran parte de lo que se dice y hace. “Hay que verla en cada momento”, sugirió cuando los periodistas le recordaron que esperó a Andy Schleck en Spa después de una caída –“fui de los que dije que había que esperar, esto es distinto”– y que, en cambio, el día después, en el caos de los pavés tras la caída de su hermano Frank, Andy aceleró el ritmo junto con Fabian Cancellara para sacar una tajada sustanciosa. El luxemburgués no estaba para bromas: “Alguno no ganará el premio al juego limpio. Yo no habría sacado provecho”. En caliente, reconoció que Contador le esperó en Spa –“fue fair play, pero esto es distinto”– y no recordó lo acontecido en la etapa del pavés. Y, muy molesto, siguió con su indignación: “No voy a llorar porque esto no ha terminado. Me vengaré. Lo que ha pasado me motiva mucho de cara al Tourmalet”. Una cima mítica presente en las etapas del miércoles y del jueves. “Estoy en la misma situación que el año pasado, pero mucho más fuerte”, resolvió a modo de eslogan. Bernard Hinault, cinco veces vencedor final del Tour, le pegó una pequeña y simbólica colleja: al luxemburgués “Le recomiendo que aprenda a manejar los cambios de la bicicleta”. Ya más tranquilo, Andy Schleck dijo sentirse “enojado” consigo mismo y prometió que luchará hasta el extremo de caerse de la bici por agotamiento o por riesgo si es preciso.
Debate abierto
La polémica vuelve a presidir el Tour después de un curso pasado monopolizado por las disputas de liderazgo entre Contador y Lance Armstrong. El madrileño descolgó a su entonces compañero Andreas Klöden y aseguró que no era consciente de la situación. Tampoco esta vez dijo haberse percatado de que a Andy Schleck se le saliese la cadena en al Port de Balès. Una actuación que, claro, generó un debate entre los propios ciclistas y directores. Los hubo totalmente en contra, como Lance Armstrong, puro observador de la carrera, perdido a más de 40 minutos: “Si Contador atacó cuando Andy tenía problemas con la bicicleta no es correcto, pero debo ver las imágenes”. El siete veces ganador del Tour recordó que en 2003 se cayó y el resto de favoritos esperó a que se reincorporara y que él mismo había tenido el detalle de no aprovecharse del accidente de Jan Ulrich en 2001. Pero Armstrong también quiso ponerse en la piel de Contador: “Es mejor esperar, pero en este caso tal vez sea diferente porque era la última subida y la carrera iba lanzada”. Más extrema fue la versión de Johan Bruyneel, director de Radioshack y que dirigió a Contador en el Astana: “Alberto no debía esperar porque era el final de la etapa y además iba por delante Samuel Sánchez tercero de la general”. Bruyneel recordó las reglas del juego: “El material se puede romper, y eso es parte de la carrera”. En la misma línea opinó Sánchez: “A veces las averías o las caídas te perjudican y otras te benefician, el ciclismo es así”.
El ex ciclista Laurent Jalabert se centró en la reacción de parte del público, que murmuró cuando Contador subió al podio a recoger y ponerse el maillot amarillo: “Es una vergüenza silbarle. Así son las carreras. No hay razón para discutir y mucho menos de poner a la afición en contra de los ciclistas”. La polémica privó de los merecidos titulares a uno de los ciclistas más combativos del pelotón: Thomas Voeckler, el último superviviente de una fuga que llegó a tener diferentes considerables, y dejó para simples despieces la hazaña del español Aitor López Arrieta, tercero en la meta. Más que el cambio de líder prima cómo se ha producido el cambio. Es posible que algunos de los que entienden que el Tour funciona como somnífero para la siesta vean estos días la prueba atraídos por la polémica y el cruce de declaraciones. Pero el espectáculo está en la carretera. El jueves es pura delicia: Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque. Puro Tour.