Desde hace ya dos años muchas son las voces que hablan amenazantes de un posible contagio y sus consecuencias, pero en mi opinión este contagio ya se ha dado y sus consecuencias ya las hemos sufrido. Para afirmar tal cosa me baso en lo que ha sucedido desde este verano hasta las últimas dos semanas, concretamente en lo relacionado el referéndum griego acerca del segundo rescate. Podemos ver como tras conocerse en Octubre el acuerdo entre la UE, el FMI y Grecia, los mercados mantuvieron un movimiento al alza que recuperó parte del valor perdido en verano, pese a que la quita se establecía finalmente por encima de lo anunciado en verano, concretamente en el 50%.
Debe considerarse que ante situaciones de múltiples resultados posibles, la propia concreción del resultado, aunque sea negativo, supone una reducción de la incertidumbre y por tanto de la volatilidad, podríamos utilizar con acierto un refrán en los mercados financieros, el de “más vale malo conocido que bueno por conocer”. En este caso cualquier solución al problema griego supondría el fin de las incertidumbres, y sea mejor o peor, incremente o reduzca la confianza a corto plazo, en cualquier caso se reduciría la desconfianza a largo plazo.
Volviendo a las semanas más recientes, a los pocos días de haber conocido la concreción del segundo rescate, Grecia nos sorprende con la intención de convocar un referéndum, lo que desde la UE se ha valorado muy negativamente por no conocer este hecho en las negociaciones del segundo rescate. A las pocas horas se manifiesta desde la UE que la no aceptación del rescate y sus condiciones supondría el bloqueo de las ayudas, la salida del euro y de la Unión Europea, lo que se ratifica por las autoridades griegas.
Tras este momento de tensión las caídas que hemos visto en los mercados de renta variable nos han llevado a mínimos superiores a los del pasado mes de Agosto y Septiembre, lo cual puede interpretarse como un susurro de la bolsa a nuestro oído diciendo “tranquilo que la cosa ya no está tan mal”.
Así que, al menos en el mercado de acciones, el temor a una quiebra total de Grecia, con salida del euro y de la UE, ha permitido sostener niveles superiores a los del pasado verano, lo que nos hace pensar que lo peor ya está descontado, y por lo tanto ya hemos visto los mínimos en el mercado, al menos por causa de la crisis de deuda, siendo en la actualidad cualquier solución positiva, tanto la del rescate como la de la salida del euro.
La inminente resolución de la cuestión griega, a las buenas o a las malas, consecuencia del próximo agotamiento de sus recursos financieros que hace que no se pueda dilatar más de 1 o 2 meses la decisión, haría desaparecer una de las grandes incertidumbre que han elevado las primas de riesgo o, lo que es lo mismo, que han reducido los precios de muchos activos, especialmente los europeos.
Dicha resolución reduciría las primas de riesgo y por tanto haría subir a los activos, especialmente la deuda europea y los mercados de renta variable, con las bolsas europeas a la cabeza, al menos sería el efecto sobre el precio que generaría la resolución griega (que siempre se sumaría con otros efectos sobre los precios generados por factores distintos y por lo que no podemos conocer con certeza el movimiento total).
Para que el movimiento en las bolsas fuera una reacción al alza importante debería darse una resolución de la cuestión griega en ausencia de otros factores de riesgo inesperados y sin que se hiciese realidad la posible segunda recesión, en ese escenario la recuperación podría ser importante.
Podemos concluir que estamos más que contagiados y ya hace muchos meses, que no parece probable que hoy en día vaya a haber ningún problema con la deuda española puesto que la enfermedad está en su clímax y de momento no parece mortal para nuestro país. Si con Grecia a punto de ser expulsada del euro los mercados nos siguen financiando, ciertamente a unos tipos altos pero viables, es más que evidente que existe una gran diferencia entre nosotros.
Consideramos que, al menos por culpa de Grecia, lo peor ya ha pasado, cualquier resolución será positiva y reducirá el riesgo sistémico a largo plazo, aunque pueda suponer unas caídas importantes a corto plazo si finalmente es la peor de las salidas posibles. Creemos que las bolsas muy posiblemente ya han marcado sus mínimos en el año 2011 y que siempre que no aparezcan nuevas “sorpresitas financieras” ni se confirme la recesión a nivel mundial nos esperan unos meses de subidas, al menos de recuperación parcial del valor perdido en los últimos meses, en paralelo a una reducción de las primas de riesgo. A largo plazo la situación sigue siendo altamente incierta y no queremos decir con esta visión positiva respecto a la crisis de deuda que confiamos en el fin de la crisis económica en sentido amplio, a ésta parece que aún le queda para largo, especialmente en nuestro país y nuestro mercado interior.