La contaminación de la atmósfera se ha convertido en un peligro mortal para la especie humana y las demás especies de seres vivos en el planeta.
Esta clase de contaminación se debe a la combinación de eventos climatológicos con partículas y materia altamente contaminante proveniente de la actividad humana, que enrarece y pone muy pesado el aire causando olores desagradables, reducción de la visibilidad, dificultad para respirar, dolores de cabeza, ojos llorosos, boca seca, infecciones pulmonares y toda clase de traumatismos respiratorios entre muchas otras cosas más.
Aunque en un periodo de tiempo los mismos procesos ambientales del planeta van purificando el aire sucio cambiándolo por aire limpio, esto resulta ser insuficiente debido a que la actividad humana continua en el tiempo, creándose una espiral o ciclo vicioso en el que el ser humano se encuentra atrapado y del cual es muy complicado liberarse.
Resulta complicado liberarse por la actividad económica y el sistema consumista en la cual se hallan sumergidos los humanos, un sistema basado en la explotación de combustibles fósiles y actividades químicas e industriales que resultan muy nocivas y altamente contaminantes para el aire que los mismos humanos y las demás especies se ven obligados a respirar.
Según estudios entregados por la NASA iniciados en 2010 y mejorados en 2013 se ha establecido un interesante mapa global que muestra claramente los puntos relacionados con más muertes por la contaminación del aire.
La medición ha sido hecha desde el año 1850 hasta el año 2.000.
La década de 1850, la cual se toma como inicio para la medición es fundamental pues fue el momento cuando la humanidad dio un giro hacia la revolución industrial.
Las zonas de color marrón oscuro presentan el mayor nivel de muertes prematuras por contaminación del aire seguidas por las zonas de color marrón claro, mientras que las áreas de color azul muestran una reducción muy positiva de muertes prematuras y una mejora en la calidad del aire con respecto a años anteriores.
La humanidad y las demás especies del planeta tienen derecho a respirar un aire limpio, pero para que esto ocurra debe darse un cambio de paradigmas, un despertar en la conciencia colectiva de todos para girar hacia sistemas de energía limpia dejando de lado el beneficio de unos cuantos por un bien común para la mayoría y para nuestras futuras generaciones.
El planeta por si solo puede regenerarse y limpiar el aire que todos respiramos, pero necesita de la colaboración humana para cambiar del ciclo energético industrial sucio y contaminante a un ciclo de energías limpias y amigables con la TIERRA.