Algunas noches salgo al jardín a buscar las estrellas, pero no puedo ver nada porque el campo de futbol que está cerca tiene todas sus luces prendidas.
Había una vez un planeta en el que sus habitantes nunca habían visto las estrellas. Al llegar la noche, automáticamente se encendían todas las luces de las calles, de sus casas y de sus lugares de trabajo. Los ciudadanos apenas se daban cuenta que tenían que retirarse a dormir por las alarmas en sus relojes, y lo único que veían todo el día eran unas pantallas brillantes que les decían que hacer. Si se asomaban por la ventana apenas notarían que el cielo, de apariencia metálica, había cambiado de un color gris como el plomo a uno anaranjado como el cobre.
Un día, un enorme asteroide chocó contra el planeta y acabó con toda la vida que había en él. Nadie se dio cuenta, nadie lo vio venir, porque ya nadie miraba hacia arriba.
La contaminación lumínica es un problema que a veces no se toma en cuenta en las políticas medio ambientales tal vez porque no huele mal, pero se ve tan mal y nos hace tanto daño como la contaminación de los océanos.
Los astrónomos fueron los primeros que se quejaron, pero la solución que se les dio fue que pusieran sus telescopios en la cima de una montaña o en medio de un desierto. Eso funcionó temporalmente, pero ahora incluso lugares tan oscuros como la Sierra de San Pedro Mártir en Baja California (donde se encuentra el Observatorio Astronómico Nacional) se encuentran amenazados por el resplandor de las ciudades que cada vez parecen estar más cerca. Este resplandor se produce principalmente por el alumbrado público mal diseñado; lámparas que dejan escapar la mitad de la luz hacia arriba o hacia los lados, donde no tiene ninguna utilidad, y lo único que hacen es robarnos las estrellas.
La luz se dispersa fácilmente con el polvo y el vapor de agua creando una especie de domo anaranjado encima de las ciudades. Otras fuentes importantes que contribuyen a la contaminación lumínica son las luces de los estadios, los centros comerciales, el tráfico, los anuncios luminosos y las luces residenciales exteriores. Los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional pueden distinguir la mancha luminosa de la civilización desde casi 400 km de altura. Sin embargo, pocos habitantes de La Gran Ciudad podrían distinguir a la misma Estación Espacial en el cielo, a pesar de que puede ser tan brillante como el planeta Venus.
Este desperdicio de energía cuesta millones de pesos al año, contribuye significativamente al calentamiento global y también cobra una cuota alta en nuestra salud y en la salud de los animales.
Disritmia circadiana
La melatonina, la hormona responsable de mandarnos a dormir, solo se produce cuando dejamos de percibir luz. Los humanos somos especialmente sensibles a la luz azul (el color que nos indica que ya es de día) y esta es la única manera que tiene el cerebro de notar los cambios de nuestro medio ambiente y sincronizar nuestro ritmo circadiano. Este “reloj interno” controla los procesos biológicos en todos los seres vivos: el sueño, el hambre, la reproducción, etc. Si al caer la noche seguimos percibiendo luz azul por tener las luces prendidas (ya que la luz de los focos incandescentes y fluorescentes, aunque se vea blanca, emite longitudes de onda azules y violetas), confundirá a nuestro cerebro y en lugar de melatonina liberará cortisol, poniéndonos en modo de supervivencia (¿estamos despiertos porque nuestra vida depende de ello?). Esto puede no ser tan grave si sucede de vez en cuando, pero si mantenemos este nivel de estrés de manera crónica, los problemas no tardarán en “salir a la luz”. El uso excesivo de luz durante la noche está asociado a un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiacas, obesidad, diabetes, depresión, ansiedad y hasta cáncer.
Si sufres de insomnio tal vez sea porque te la pasas en la computadora hasta las dos de la mañana. La luz del monitor inhibe la producción de melatonina y aunque tengas sueño, tu organismo ya no está relajado. Para cuando decidas irte a la cama, seguramente estarás dando vueltas un buen rato y solo dormirás un par de horas justo antes de que suene el despertador. Te levantarás cansado (y seguramente enojado) y cada día será más difícil que te duermas temprano porque todo el ciclo del sueño se habrá recorrido un par de horas, igual que si tuvieras jet lag… y nadie quiere vivir con jet lag.
Entonces, ¿apago la computadora y dejo de preocuparme? Bueno, no exactamente. La luz de afuera se cuela por las ventanas y aunque no parece mucha, mantiene nuestros dormitorios en penumbras, sin llegar a alcanzar una oscuridad total. Además, nosotros podemos poner las cortinas tan gruesas como queramos, pero hay otros seres vivos allá afuera que tampoco pueden dormir.
También afecta a los animales
¿Cuándo fue la última vez que viste luciérnagas? Estos insectos solo se encuentran en lugares muy oscuros. Necesitan que llegue la noche para desplegar sus encantos luminiscentes y seducir a sus parejas. La luz las ahuyenta y terminan por no reproducirse. Otras especies no comparten nuestro miedo a la oscuridad, de hecho, la necesitan para esconderse de los depredadores. Éstos además, bajo condiciones de iluminación artificial, pueden sobreexplotar a las presas, creando un desequilibrio en el ecosistema.
Cada vez hay más estudios que muestran las consecuencias negativas que tiene la contaminación lumínica en la vida salvaje: las aves migratorias se desvían de su ruta, las tortugas recién nacidas no encuentran el océano en las playas permanentemente iluminadas, y ese gallo cantando a las tres de la mañana, no lo hace solo para molestarte, simplemente no puede dormir.
Crimen
Obviamente tener calles iluminadas brinda una sensación de seguridad. Sin embargo, las calles (o las ciudades) más iluminadas no son necesariamente las más seguras. La mayoría de los secuestros y robos suceden ya sea durante el día o en lugares plenamente iluminados. Incluso se puede pensar que entre más luces tenga una casa o un edificio, más llamará la atención.
No tenemos que eliminar por completo el alumbrado público para reducir la contaminación lumínica, es suficiente con aplicar pantallas a las lámparas para evitar que la luz se disperse por todos lados, haciendo que apunten solamente hacia abajo. Las modificaciones de este tipo son relativamente baratas y hacen una gran diferencia, sin dejar las calles a oscuras y sin hacernos sentir desprotegidos. En las casas se pueden colocar sensores de movimiento, de manera que solo se use la luz cuando haya personas en la zona. Esta medida funciona además como una alarma, indicándonos cuando alguien entra en nuestra propiedad.
La ley del cielo que se aprobó por primera vez en 1975 para la ciudad de Ensenada y proteger al Observatorio Astronómico Nacional en San Pedro Mártir ha demostrado que no solo se mantiene el cielo oscuro, sino que también se obtiene un importante ahorro de energía. Leyes similares se aplican en Chile, España, Arizona y Hawaii para proteger los observatorios, pero otras ciudades, como Austin en Texas, han decidido reemplazar los focos de las calles por unos más eficientes y menos contaminantes. Incluso en Las Vegas empezaron un programa para reducir el resplandor que ya afecta a los parques nacionales que hay alrededor, entre ellos el del Gran Cañón.
¿Qué puedo hacer?
Apaga la luz.
En serio, apaga la luz. Nadie necesita que las luces de tu cochera estén prendidas toda la noche. Y ahora que viene la Navidad hazle un favor al mundo y evita toda la decoración exterior.
Antes de colocar una lámpara o de prender un foco pregúntate: ¿es necesaria la luz?, ¿se encuentra la luz prendida solo cuando se necesita o se puede controlar con un temporizador o un sensor?, ¿apunta solo hacia abajo y no a los lados y/o hacia arriba?, ¿Que tan intensa es? (por ejemplo, si puedes caminar sin tropezarte y distinguir personas, está bien, pero si puedes leer el directorio telefónico y hasta depilarte la ceja, ya es demasiado).
El problema no es simplemente que ya no podamos ver las estrellas desde nuestro patio. Como te habrás dado cuenta, la búsqueda de una solución puede estar motivada por razones ecológicas, de salud pública o económicas. Hay muchas cosas que puedes hacer y que aunque parezcan pequeñas, te llevarán en la dirección correcta:
- Utiliza focos de menor intensidad y en colores cálidos. Si quieres dormir mejor, pon en tu cuarto solo focos color ámbar que no emitan en longitudes de onda azules, o… ¡usa velas!
- Si de plano no puedes dejar de usar la computadora por la noche, instala f.lux. Esta aplicación gratuita cambia los colores del monitor automáticamente de acuerdo a la hora del día.
- ¿Tienes un smartphone y quieres hacer ciencia ciudadana? Mide la contaminación lumínica en tu ciudad con estas apps: Pérdida de la Noche está disponible para android y Dark Sky Meter para el iPhone.
- Busca en tu comunidad instituciones que puedan hacer mayor presión ante los legisladores: las sociedades astronómicas, los planetarios y las universidades son un buen punto de apoyo.
- Participa en eventos en los que se realicen apagones intencionales como Earth Hour. ¿Vives en Francia? este 20 de septiembre se llevará a cabo Le Jour de la Nuit.
Si la tendencia continúa y perdemos nuestros cielos oscuros, solo se podrá hacer astronomía con telescopios espaciales. Peor aún, si las personas ya no pueden ver las estrellas perderán esa curiosidad por entender el universo y será el fin de la astronomía –una ciencia tan antigua como la humanidad misma– ya que no habrá quien quiera financiar la investigación.
Cuando se ponga el sol olvídate de la televisión de vez en cuando y sal a ver las estrellas, o la Luna si es lo único que distingues en el cielo. Se estima que 3 de cada 4 personas en el mundo nunca han visto la Vía Láctea en su vida, mientras que hace tan solo 100 años solo se necesitaba una noche clara y sin Luna para verla desde cualquier lugar. Si eres uno de los que nunca la han visto y no entiendes porqué tanto alboroto, mira el video de Randy Halverson que puse abajo para que te des una idea de lo que estamos perdiendo. Pero si quieres ver laVía Láctea con tus propios ojos, tendrás que empezar a planear un viaje muy lejos de la civilización.
***
¿Te interesa saber más sobre este tema? aquí te dejo algunas referencias:
Ley del Cielo, Universidad Nacional Autónoma de México.
Documentos en español de la International Dark Sky Association: La contaminación lumínica y la fauna, la seguridad y la salud humana.
“The dark side of light at night: physiological, epidemiological, and ecological consequences”, Kristen J. Navara y Randy J. Nelson. Journal of Pineal Research, 2007.
“The nature, extent, and ecological implications of marine light pollution”, Thomas W Davies, James P Duffy, Jon Bennie y Kevin J Gaston. Frontiers in Ecology and the Environment, 2014.
“Loss of night: Artificial light disrupts sex hormones of birds”, Jane Kay. Environmental Health News, 2014.
“Why the Night Sky Matters: The Ramifications of Light Pollution”, Mark Sisson (Mark’s Daily Apple), 2012.