Este proceso está provocado por un exceso de nutrientes en el agua, principalmente nitrógeno y fósforo.
Los aportes adicionales de nutrientes a las aguas proceden mayoritariamente de los retornos urbanos, de ciertas instalaciones industriales y del uso creciente de fertilizantes y pesticidas en la agricultura.
En principio, parece lógico pensar que un aporte añadido de nutrientes al ecosistema acuático podría favorecerlo, pero no es así ya que estamos hablando de excesos.
Los ecosistemas se desarrollan en un perfecto equilibrio y, el hombre como siempre con sus actividades, interfiere en ellos, en este caso, aportando este exceso de nutrientes.
El problema en sí no es este exceso de nutrientes sino que, las plantas y otros organismos crecen en abundancia y de forma exponencial hasta el límite.
Cuando mueren, se pudren y aportan importantes cantidades de materia orgánica, llenan el agua de malos olores y le dan un aspecto nauseabundo, descuidado, lo que provoca una disminución drástica de su calidad.
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