Ayer por la tarde me acerqué hasta la playa de Bañugues, con la marea bastante alta. Me costó un poco hacer un recuento del número de zarapitos trinadores Numenius phaeopus, lo cual es buena señal, porque eso es un indicativo de que sus números son altos. Este pico de la migración dura poco, y es un espectáculo observar a los grupos de aves de un lado para otro llenando el aire con su reclamo.
Cuando llegué ya se encontraba una buena agrupación posados en las rocas, su sitio habitual de descanso, alrededor de 140 aves.
Junto con ellos, y esto es importante, se encontraban varias agujas colipintas Limosa lapponica dispersas, unas 10 entre machos y hembras.
Al poco rato una parte de estos zarapitos comenzó a desplazarse a los prados del entorno, en el vídeo se ve (y escucha), apreciando como con ellos se va la mayor parte de las agujas, que se aprecian notablemente más pequeñas.
Pude contar entre 90 y 100 aves desplazándose, y estas aves eran reemplazadas por otras que se posaban también en las rocas.
En ese momento llegó un bando grande, aparentemente desde la mar en migración directa, que sedimentó en la playa.
Este bando, de 85 aves, permaneció unos momentos en la orilla, refrescándose y alimentándose, típica actitud de las aves que son recién aterrizadas de un viaje migratorio.
En ese momento pude contabilizar el máximo de aves sedimentadas, unas 175 en las rocas y este bando de 85, total de 260. Más las 90-100 que se habían ido con las agujas, me daba un total de unos 350 zarapitos trinadores, como en los mejores años para la especie.
A partir de ahí todo fue un continuo de grupos de pequeño y mediano tamaño volando de un lado para otro por encima de la playa, un precioso acontecimiento ornitológico que dura escasos días.