"Contarlo todo" de Jeremías Gamboa

Publicado el 15 enero 2014 por Pollo @0enliteratura

Anteayer entregaron el Balón de Oro y los comentarios no se
hicieron esperar: que el reconocimiento no fue justo, que hay un marketing exagerado detrás de alguien que no es tan bueno; por otro lado, sus defensores dicen que es un premio a la constancia de alguien que, aunque no sea el mejor, jamás se rindió en su empeño por alcanzar la gloria.
 Ayer terminé Contarlo todo de Jeremías Gamboa y los comentarios son similares. Aunque no ha ganado ningún premio (¿aún?), el libro se ha coronado como el más sonado del 2013 de lejos. Y, como ya ha pasado un tiempo, podemos sopesarlo con calma y sin apuro (lo hubiera hecho antes pero nadie me lo prestaba). Son 500 páginas que narran lo que le pasó en el periodo 1994-2004 al alter-ego Gabriel Lisboa. En la primera parte del libro, somos testigos de sus aventuras laborales, de sus inicios en el periodismo, sucesos que parecerán simples, pero que le dan agilidad al texto y ganas de saber más secretos o anécdotas del mundo de la prensa escrita y personajes como Ampuero, Raúl Vargas, Faverón etc.  Los lectores pueden sentirse identificados con muchos de los lugares comunes de la historia y ese es su mayor jale. Si hasta algunos de sus capítulos parecen episodios de los Los Años Maravillosos: el primer trabajo (capítulo 2), su pata lo deja solo por su nueva novia (capítulo 9), cuando le salen granos (capítulo 10), las aventuras con los amigos (varios capítulos), etc. Pero volviendo a Cristiano Ronaldo hay algo más en que se le parece: la tristeza y las lágrimas. El protagonista está llorando constantemente, llora en la combi, en la calle, en la Universidad, cuando está con una chica, cuando terminan, cuando escucha música, cuando lee un libro, hasta cuando se fapea. Las palabras "lágrimas", "llanto", "llorar" se repiten desde el primer capítulo hasta el último. Temo que le quita intensidad dramática al relato que el personaje principal llore cinco minutos. Pero en general la primera parte es entretenida. Luego viene la segunda parte, que se supone que es mejor. Al contrario, es más tela. ¿Bromas monses en bembos (cap. 7) o mails seudo ingeniosos (cap. 9) reflejan la evolución del personaje? ¿No es contradictorio que un pata que supuestamente se ha vuelto un bohemio con harta lleca le esté pidiendo consejos a sus amigos de cómo hablarle a una chica? La historia de Fernanda es demasiado larga y aporta poco ¿Para qué sirve? ¿Para que nos de pena y digamos "pobreciiiiito"?  (A mí me dieron pena otras cosas del libro, mucho más tristes: 1) Meter floro a una chica diciéndole que se es escritor (y para colmo era mentira) 2) Salir de virgen a los 25 años (Spoiler alert). ¿Por qué seguimos leyendo entonces? Porque nos gusta el chisme, nos gusta saber lo que pasa al personaje que creemos que seguro también le pasó al autor. Eso es mérito del libro. En resumen, la novela no es mala, hay mucho peores. Solo que a estas otras nadie las lee así que la pérdida para los lectores (en tiempo y dinero perdidos) es menor. En general, le sobran páginas y por momentos dan ganas de saltarse algunas. Si les gustan las historias sobre jóvenes que se meten al mundo del periodismo/literatura o que relatan como se "hicieron escritores" hay otras como Conversación en La Catedral, La tía Julia y el escribidor o Casa de Islandia ¿no?
Pero como seguro estoy equivocado, que mejor que dejarles las opiniones de otros.