El protagonista es Gabriel Syme, un poeta reclutado por la brigada antianarquista de Scotland Yard al que se le encarga una importante misión. Suya es una de mis frases favoritas: "La aventura podrá ser una locura, pero el aventurero debe ser cuerdo".
Sirva esto para introducir brevemente el libro y recomendártelo, de veras que no decepciona. Lo tiene todo y lo toca todo: acción y reflexión, ritmo, pensamiento, y un sentido del humor especial que llega en muchos casos al absurdo. Y así, sin más, te dejo una de mis partes favoritas.
En cuanto vio brillar el reflejo del sol en la hoja del adversario, en cuanto sintió que se tocaban las dos lenguas de acero, vibrantes y vivas, comprendió que tenía que habérselas con un enemigo poderoso. Tal vez hubiera llegado su última hora. Toda la tierra cobraba a sus ojos un extraño valor. La hierba, bajo sus plantas, parecía vivir. El amor de la vida lo invadía todo. Hasta se figuró que oía crecer la hierba. Hasta se figuró que, en aquel momento, estaban brotando nuevas flores [...] Y cuando sus ojos se encontraron con los ojos fríos, fijos, hipnóticos, del marqués, veía detrás de éste el almendro florido, contrastando sobre el azul del cielo. Se decía que, si por casualidad salía con vida de aquel trance, no desearía ya más en la vida que poder sentarse a contemplar el almendro.
No desearia ya más en la vida que poder sentarse a contemplar el almendro.