Nunca mejor dicho. El coronavirus es el enemigo invisible que nos obliga a contener la respiración, y no solo por no contagiarnos, sino por el grado de incertidumbre que rodea la evolución de la enfermedad. En España contenemos la respiración porque no queremos seguir el ejemplo de Italia; contenemos la respiración porque no sabemos como va a impactar en el turismo, la industria nacional por excelencia; contenemos la respiración porque se hunden las bolsas; contenemos la respiración porque el impacto del virus lo vemos acercarse cada vez más nuestras vidas profesionales e incluso personales.
Leo hoy que las bolsas y la economía se recuperarán si intervienen los bancos centrales. Yo no lo creo. Lo único que parará esta caída será el control de la epidemia. Y eso no se ve próximo ni mucho menos. Aunque se quieran ver «brotes verdes» (se acuerdan…) en China, que empieza a decir que le epidemia está controlada.
¿Momento de invertir? Yo creo que aún no. ¿Momento de vender lo ya invertido? Tampoco. Mejor esperar y ver. Y estar preparado, porque en el momento en que se vislumbre el final de esta película de miedo, las bolsas saldrán disparadas hacia arriba.