¿ Continuación del libro?

Publicado el 24 diciembre 2019 por Carlosgu82

Limpio con suaves toques la comisura de mis labios mientras miro a mi alrededor y pienso en el por qué de esa cita. Una más de todas a las que he asistido sabiendo que no cubrirá todos mis deseos. Sabía con lo que había soñado durante tanto tiempo. Yo quería una relación apasionada como las que había leído en todos aquellos libros que, entre otros tantos, me encantan, pero yo soy demasiado retorcida y cabezona, y, después de haber perdido demasiado tiempo con hombres sin sangre en las venas, como suelo decir, quiero algo más.
En frente de mí está ese hombre que me llamó la atención en un primer momento. Quizá por esa razón estoy cenando con él. Daniel tiene unos suaves rasgos y el pelo rubio levemente despeinado, desprende ese aire jovial y desenfadado que dice “vamos a pasarlo bien”. Es alto, atlético y de mirada traviesa.
-Bueno Xiomara, cuéntame más sobre ti- dice cuando ve mi mirada perdida y carcajea- pareces cansada. Tanta fiesta es mala para la salud.
Habla de la fiesta en la que nos conocimos, en la que nuestra amiga en común, Susi, nos presentó después de que yo bebiera suficiente ron con Coca-Cola como para aceptar encantada una cita con aquel muchacho, y ahora me percato de que la sensualidad y el morbo que vi esa noche brillan por su ausencia.
Pienso: mierda, ¿en qué momento me la ha liado mi querida amiga?
-yo…- titubeo- yo no suelo salir mucho -miento-, y en verdad tampoco acepto citas fácilmente, supongo que sería por la borrachera.
– Xiomara, ¿me estás queriendo decir que no habrías aceptado si no hubieras estado borracha como una cuba?- su rostro es serio y su mandíbula tensada- vaya, gracias por aclararlo…
-No, yo no quería decir eso, me pareces guapísimo pero… -miro cómo su gesto se suaviza- todavía no estoy preparada, mi última relación fue algo tormentosa y no confío en nadie- él ríe.
Después de hablar de varios temas, dos botellas de vino y reír como llevaba mucho tiempo sin hacerlo me doy cuenta de que ese hombre es divertidísimo y espectacular. Caminamos hacia mi casa a dos manzanas de allí y cuando hemos llegado nos quedamos callados. Entonces rompo el poco hielo que queda.
-Cuando quieras repetimos una cena- suelto de una forma que hasta yo misma me sorprendo por la súbita espontaneidad.
-Claro, preciosa- con esa enorme sonrisa, y un sonoro beso en la mejilla se despide en el portal de mi casa- adiós.
Me quedo en la puerta de casa, dudando si entrar o no. Miro como se aleja y me siento en el escalón con la mirada perdida. Hace una noche preciosa de verano en San Sebastián, cosa que, al menos para mí, es demasiado extraño, y con mi vestido negro de gasa y los tacones color crudo me encamino al lugar más cercano para tomar una copa. Tras pasar por varios bares veo un pub decente y entro.
-Póngame un wisky doble, por favor- sin mirar al camarero cojo el móvil y marco.
A los tres tonos Susi coge el teléfono- ¡Xio! ¿Qué tal ha ido la cena?
-Bien…-suspiro- mal, ha ido mal, sigo recordando a ese imbécil, mañana tengo tres juicios y estoy en un bar rodeada de jovenzuelos bebiéndome un puñetero wisky, ¿Cómo crees que estoy?- escucho risitas y cambio de tono- ¿Yo aquí jorobada y tu pasándotelo bien con un ligue? No me lo puedo creer Su…
-Xi, escucha, lo siento, mañana a las diez estoy en el bufet ¿vale? Nos tomamos algo antes de tu segundo juicio y me cuentas, que parece que no tienes ni un ápice de humor- dice intentando disimular sus risas.
Cuelgo mientras miro al camarero, que me observa con cara de haberlo escuchado todo.
-Señorita, esto es de parte de aquel hombre – dice señalando con una tímida sonrisa y poniéndome otro wisky doble frente a las narices.
-Lo que me faltaba-pienso.
Cojo el vaso e intentando recordar a quién había apuntado el camarero, hago una breve reverencia, y me lo bebo de un trago mientras me siento observada. Tras un minuto cojo el minúsculo bolso color crudo, pago las copas que me he tomado y me marcho de aquel pub.
Camino por las calles mientras le doy vueltas a la cabeza, ¿Por qué aquello dolía tanto? Seguir recordando a aquél con el que había estado relativamente poco tiempo me deja petrificada. De un segundo a otro echo a llorar. Soy dura y fría, por fuera.