Contra el cinismo

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Desde hace unas semanas siento que estoy al borde del cinismo. Casi nunca me ha gustado el mundo que me rodeaba, quizás sólo cuando no era consciente de mi propia consciencia, pero hasta el momento había conseguido encontrar los resquicios suficientes para la bondad y mi fe en las personas. Pero con los últimos acontecimientos planetarios, que se suman a las guerras ya existentes y olvidadas, cada vez me resulta más complicado pensar en el sentido que pueda tener casi cualquier esfuerzo. Entonces, para que no caiga en el cinismo, la "causalidad" me ha traído dos lecturas seguidas que son un mazazo a mi boca de estómago cobarde: El Corresponsal, de David Jiménez; y Todavía estoy vivo, de Roberto Saviano y Asaf Hanuka.

Los dos tienen en común que reflexionan sobre las heridas que provoca querer aportar verdad, cuando al otro lado igual no les importa tanto o se olvida en un suspiro. En El Corresponsal, David Jiménez se basa en hechos ficticios para contar la realidad de un grupo de periodistas que cubre la Revuelta Azafrán de Birmania (ocurrida en 2007), que se juega la vida para denunciar la barbarie a cambio de sufrir la violencia sobre los que los rodean, o el cinismo de las redacciones a kilómetros, que se permiten juzgar cuánto espacio debe tener el dolor.

Todavía estoy vivo es la primera novela de Roberto Saviano, escritor italiano que denunció las mafias y se ganó así su condena a muerte. Sólo la magia de las ilustraciones de Asaf Hanuka permite que se pueda leer el terror de una forma algo soportable.

En ambos casos, los autores hacen una defensa casi utópica de la honradez. Es una lucha contra el cinismo, una búsqueda de lo humano en la sinrazón, una esperanza a la que aferrarse. Como escribe Saviano, "por mucho que esté enterrada en montañas de estiércol, la verdad florecerá abonada".