Contra Hume

Por Daniel Vicente Carrillo



La explicación causal desde un plano epistemológico no es nada más allá de las correlaciones entre hechos, tan refinadas como se quieran. Pero presuponemos con razón que la causalidad es algo más, ontológicamente hablando. El motivo es el siguiente. Si se diera en la materia una indiferencia pura respecto a ser causada o incausada, debería ser -en todo lugar y a cada instante- una cosa o la otra en una proporción aproximada del cincuenta por ciento. Ahora bien, como nada observado nos induce a pensar que sea así, dada la regularidad y previsibilidad de los fenómenos, inferimos que no hay tal indiferencia y, por tanto, que la acausalidad no es una característica general de la materia. Luego, tertium non datur, lo es la causalidad, pues afirmar que la materia es a veces acausal equivale a confesar que lo es en ciertas circunstancias, esto es, bajo determinados efectos, lo que supone sostener un aserto autocontradictorio.