Contra la concupiscencia

Publicado el 18 septiembre 2013 por Tiburciosamsa


Casi todas las religiones se han embarcado en una lucha a muerte contra la concupiscencia con resultados no del todo satisfactorios, porque la gente sigue follando en allegro sostenido. En el cristianismo es que si te haces muchas pajas se te reblandecerá el cerebro y te volverás tuberculoso, que si te vas con malas mujeres, cada polvo que eches, es como una espina nueva que añades a la corona de Jesucristo.
El budismo es un poco más sutil, o morboso. Pide que te imagines el cuerpo de tu amada de la forma más repulsiva posible. Nagarjuna, por ejemplo, en “La preciosa guirnalda”, escribió:
El cuerpo es una vasija llenade excrementos, orina, pulmones e hígado,aquél cuya visión está oscurecida y no vea una mujer de esta manera, desea su cuerpo.”
La imagen da un poco de grima, pero habiendo vivido en Thailandia y habiendo visto lo que les gusta follar a los budistas thailandeses, o bien la imagen no acaba de resultar convincente, o bien es que no se han leído a Nagarjuna.
Lo más convincente que he leído contra la concupiscencia es este poema jaina, que se encuentra en el “Sutrakrtanga”:
“…si un monje rompe sus votosy cae en brazos de una mujerella acabará alzándose contra ély le pateará la cabeza diciéndole:
“Monje, si no te vienes a vivirconmigo Como si fuéramos marido y mujerMe raparé el pelo y me haré monjaY te perseguiré a donde quiera que vayas.”
Y cuando esa mujer le tenga en sus garrasEl monje habrá de ocuparse de las tareas del hogar y de hacer recados-“¡Tráeme un cuchillo para cortar esta calabaza!¡Consígueme algo de fruta fresca!
¡Necesitamos madera para hervir estas verdurasy para encender el fuego cuando caiga el sol!¡Ahora píntame los pies!¡Rápido, masajéame la espalda!
¡ A ver si encuentras mi bálsamo labial!¡Mi parasol! ¡Mis sandalias!¡Un cuchillo para cortar esta cuerda!¡Toma este vestido y haz que lo tiñan de azul!”
(…)
Y cuando el niño nace, en recompensa por sus trabajos,la madre hace que el padre sostenga al bebé en sus brazos.Muchas veces los padresSe tambalean como si fueran camellos sobrecargados.
Se levantan con frecuencia por las noches como si fueran niñerasA consolar a sus llorones hijos y convencerles para que duermanY, aunque esto sea algo que les produce honda vergüenza,Tienen que restregar sus ropas sucias como si fueran lavanderos.
Por tanto, monjes, será mejor que no caigáis en las trampas de las mujeres,Evitad su amistad e incluso su compañía. ¡El escaso placer que conseguiríais de ellasse lo cobrarían metiéndoos en infinitos problemas!”
Esto sí que me ha conmovido mucho más que los versos de Nagarjuna. A mí el aviso ya me llega tarde, pero a mi amigo F., que aún está a tiempo, le dedico esta entrada.