CONTRA LA CULTURA DEL SUBSIDIO la microburguesía low cost y su escasa iniciativa empresarial

Publicado el 22 noviembre 2010 por Javier Pérez Caro @JavierPerezcaro

Estimados amig@s:
“No se sale adelante celebrando éxitos,
sino superando fracasos.”
Orison Swett Marden
Sinopsis
En EE.UU los estudiantes de Economía quieren crear su empresa. En España aspiran a ser funcionarios.
¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Por qué está tan arraigada la idea de vivir del estado? Los políticos se sirven del pozo sin fondo de la hacienda pública y nosotros exigimos subvenciones sin ser conscientes del coste que tienen.
Vidal carga contra esa actitud empobrecedora. Pone los puntos sobre las íes y señala a los culpables de que seamos el país con uno de los índices más altos de intervencionismo, con más trabas para la creación de empresas y con menos emprendedores de la OCDE. Arremete contra lo que llama microburguesía low cost, ciudadanos conformistas sin ambición por crecer.
No obstante, también da las claves para salir de ese anquilosamiento, divulgando las características del espíritu emprendedor y las políticas que deberían implementarse para que España sea un país con iniciativa.
“Siempre me ha encantado aprender.
Lo que no me gusta es que me enseñen.”
Winston Churchill

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Oportunidad gloriosa
Cada uno de los millones de emprendedores que ahuyentan los miedos a fuerza de no reconocer las limitaciones aparentes son los que despertarán una sociedad cloroformizada que se ha idiotizado en extremo. A esta clase social anestesiada, incapaz de afrontar el reto de dirigir su propia existencia pero consciente de que su vida es un privilegio socioeconómico del que ninguna otra generación ha gozado, la denomino “microburguesía low cost”.
Marc Vidal

“Los que quieran seguirme que vengan,
algunos no pensamos parar.”

Contra la cultura del subsidio de Marc Vidal, es un libro que no te dejara indiferente, por sus afirmaciones, y por las reflexiones que harás durante la lectura. Su autor no tiene pelos en la lengua y llama a generaciones enteras de españolitos de a pie a dejar de lamentarse y emprender.
Te puede gustar más o menos lo que dice, pero no me negaras que desde el inmovilismo, el pasotismo, o desde el “que emprenda otro”, vas a ser capaz de abandonar la cultura del subsidio.
Te animo a que lo leas, abras tu mente, busques ayuda, redactes un plan de negocio, emprendes, generes riqueza vs. te arruines y pasado un breve tiempo vuelvas a empezar.
“Tener simplemente una mente abierta no significa nada. El objeto de abrir la mente, así como de abrir la boca, es cerrarla nuevamente con algo solido.”
Gilbert Keith Chesterton

Uno de los principales valores que debe tener un emprendedor, alguien que quiere poner en marcha sus proyectos sean los que sean, es el de aceptar el territorio en el que nos ha tocado vivir. Aceptar cada una de las aristas que tiene. Para un emprendedor, no darse cuenta de que “esto es una batalla real” puede ser tan perjudicial como no entrar en ella. No nos vale creernos invencibles, no funciona ir sin radar, hay que afinar el valor de la prospección…, como ya decía Simon Bolívar “el arte es vencer se aprende de las derrotas”…
Emprender no deja de ser eso, mirar una y otra vez por la mirilla de un caleidoscopio. Cada vez que nos enfrentamos a un nuevo proyecto es completamente distinto al anterior, cada ocasión que afrontamos un nuevo reto en el mismo escenario es totalmente diferente. No hay manera de que ante nosotros los inconvenientes y virtudes de la emprendeduria sean semejantes ni una sola vez.
Quien decide no poder en marcha sus propios proyectos es libre de no hacerlo…, no me quejo de que no se emprenda. Lo que me molesta es observar a mi alrededor y descubrir un mundo sin caleidoscopio, millones de personas perdiéndose la maravillosa experiencia de coger el volante de sus proyectos
Si nos mostramos críticos saldremos de este sopor social en el que nos hemos varado. Debemos saber qué cambios mínimos pueden desencadenar grandes reacciones.
Un emprendedor no es un iluso, es un valiente que decide tirarse por un alcantarillado sin saber, muchas veces, que le espera allí abajo. Un emprendedor tiene un ADN compuesto por empuje, decisión, observación y energía para soportar los temporales que se encontrara en su camino. En España, además, el emprendedor suele tener dos atributos más: paciencia para tolerar la pesada administración pública y su burocracia, e inconsciencia bien entendida para sobrellevar el riesgo de exclusión que conlleva arruinarse en este país.
En Estados Unidos la lección es el fracaso. Nunca se sale derrotado de una batalla aunque se pierda, es una nueva lección, una herida que cicatriza y que enseña. Todo lo contrario que aquí. Los estadounidenses que emprenden un nuevo proyecto responden a un mismo patrón: crear clientes fanáticos, comprometerse con la calidad y el servicio, incorporar a los colaboradores en el proyecto y utilizar el riesgo como gasolina.
Cuando finalmente has montado una empresa, has contratado ha alguien, logras el punto de equilibrio y te enfrentas al día a día de lograr financiación, clientes y reputación, se te cae encima todo el estiércol del mundo de una sola vez al descubrir que no hay un solo mecanismo legal de ayuda que sea admisible de un modo racional. Nada de lo prometido es como lo pintaron.
Aquí no se mueve ni Dios. Los sindicatos no hacen nada y cuando lo hacen fracasan. Las huelgas generales convocadas por los sindicatos tradicionales en países como Francia o Italia no han tenido consecuencia alguna porque los más afectados no se sienten representados por ellos. Cinco millones de desempleados son hoy menos peligrosos de lo que lo eran en 1929, porque no hay una ideología política que aglutine ese malestar. Como leí en un comentario anónimo en mi blog “el mileurista ya no tiene edad. No gana ni mil euros, no ahorra, vive al dia de trabajos esporádicos o de subsidios y, pese a todo, no se rebela, ni tiene pensado hacerlo”.
¿Por qué los chinos son tan emprendedores en España? Porque ofrecen una respuesta comercial a una necesidad: el comercio minorista de barrio abierto el máximo tiempo posible y a precios con muy escaso margen. Que pocos españolitos están dispuestos a ese esfuerzo de domingo tarde y que pocos están en condiciones de trabajar con márgenes escasos. No quiero decir que la reactivación de un nuevo modelo de crecimiento basado en otros conceptos tenga que venir de trabajar los domingos vendiendo helados y golosinas, no, pero la actitud y las cifras destacan que algo pasa y que entre los colectivos más emprendedores ya no aparecen los jóvenes españoles, sino extranjeros.
En España la mujer que se pone al frente de un negocio propio y se la juega tiene muy clara la necesidad de obtener resultados, prefiere utilizar sus propios recursos y asume riesgos moderados. La emprendedora española confía en conseguir un resultado y se propone en general objetivos que cree que puede y tiene las capacidades y habilidades de alcanzar. Suele ser una persona que desarrolla una enorme actividad, ya que si tiene familia se ocupa además de su logística. Posee la habilidad de organizar y de innovar, sobre todo para mejorar un producto o servicio existente, o de crear uno nuevo. Suele ser más tolerante, adaptable y perseverante, las emprendedoras son capaces de definir sus objetivos y de trazar el camino para conseguirlos, y se proponen objetivos realistas.
En mi vida he fracasado un buen numero de veces. He abierto y cerrado negocios, he aprendido que algunos deberían tener una vida concreta, no muy larga, la necesaria, y que algunos tienen opciones para reinventarse constantemente.
Vivimos en una sociedad de “no lo intentes a menos que vayas a lograrlo”. Pero los bancos y profesionales afines, para el cuerpo social en general, los intentos no valen, el aprendizaje que se logra en el salto no es válido, lo que cuenta es conseguir el objetivo. Y no debería ser así, dado que sin tentativas no se puede saber si se lograra. Sin intentarlo no puede saberse si las cosas van a ir bien o mal.
La diferencia entre el emprendedor tradicional y el social es que el primero se rige por el valor económico como algo prioritario y el valor social es un medio más que un fin. En el caso del emprendedor social es al revés, lo prioritario es el valor social y el económico pasa a un segundo término. La visión del proyecto en el emprendedor tradicional es personal y el concepto cliente es algo claro e identificable. En el emprendedor social la visión es social y asociativa, y el cliente es algo parecido a un usuario.
Emprender no es simple. Nadie te lo pone sencillo, hasta el punto de que a veces parece que el emprendedor sea un enemigo, algo en vías de extinción, una especie peligrosa que, si la dejas crecer, se reproduce y se hará poderosa…
“Para inventar, necesitas una buena imaginación y un cubo de basura.”
Thomas Alva Edison

CONTRA LA CULTURA DEL SUBSIDIO
La microburguesía low cost y su escasa iniciativa empresarial
Marc Vidal
Gestión 2000

Noviembre, 22
"Es mejor estar preparado para una oportunidad y no tener que tener una oportunidad y no estar preparado."
Edward Young

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