Contra la Haya y contra la razón

Publicado el 30 noviembre 2012 por Kikisan @starsailover

Canciller María Angela Holguín


Del alivio a la sorpresa.  De la sorpresa a la molestia y de la molestia a la indignación y en algunos casos a la exaltación de la guerra cual 'camorrero' de barrio buscando hacer valer lo que considera suyo; los ánimos de los Colombianos han caído a niveles bajos, en algunos casos peores que los encontrados tras el hundimiento de la Reforma a la Justicia.  
Todo esto, debido al fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya que reconoció la soberanía de Colombia sobre el Archipiélago San Andrés, Providencia, Santa Catalina y sus cayos pero que reconfiguró las fronteras maritimas entre Colombia y Nicaragua de tal forma que Colombia perdió más del 30% de lo que históricamente había considerado como su territorio.
Lejos quedó la imagen que Colombia ha querido construir mirándose a sí misma de nación respetuosa del derecho internacional a mostrarse como un país que acepta como justos los fallos sólo cuando estos le son favorables y en cambio tacha "los graves errores" de todo fallo adverso.
La opinión pública, que usualmente sólo cuenta con una memoria mediata se apresuró a culpar a la Canciller María Angela Holguín de ser la responsable del fallo adverso que llega 11 años después de haber iniciado el litigio.  Holguín, al estar encargada de la cartera de Relaciones Internacionales era el 'personaje a culpar', más aún cuando su apellido está asociado a algunos de los episodios más indignantes de la historia Colombiana en el que el país ha perdido parte de su soberanía nacional gracias a la intervención desafortunada de un Holguín.

Expresidentes Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Presidente Juan Manuel  Santos

La estrategia litigiosa en el conflicto que se mantiene con Nicaragua ha sido obra de los Gobiernos de Andrés Pastrana (la demanda interpuesta por Nicaragua contra el Tratado Esguerra Barcenas es de 2001), los dos gobiernos de Álvaro Uribe y el Gobierno de Juan Manuel Santos.
Sin embargo, una mirada inmediatista del caso ha castigado solamente al actual presidente Colombiana minando sus posibilidades de ser reelegido a no ser que reimpulse su imagen con el apoyo de los medios como supo hacerlo con el inesperado anuncio del inicio de los diálogos.
El ex presidente Uribe, quien sigue en campaña permanente contra su sucesor y antiguo socio, no dudo en utilizar esta oportunidad para tomar las banderas del nacionalismo y la indignación que nos unen tras los desastres.  Instó al Gobierno a desconocer la sentencia de la Corte Internacional, al mejor estilo de un infante que no acepta perder; a pesar de que en 2008, más triunfalista, le aseguró a su homólogo Nicaragüense que Colombia acataría el resultado.
El ex presidente, tan miope cuando se trata de juzgar sus propios errores parece olvidar que el caso estuvo en sus manos por 8 años.
El Congreso en un ánimo igualmente revanchista, piensa citar a los ex presidentes Pastrana y Uribe para que respondan sobre su actuación durante el litigio en la CIJ.
Que la Corte se haya equivocado o no con su decisión es discutible.  Pero lo que no se puede poner en duda es que Colombia se sometió a su jurisdicción y aceptó que el Tribunal de la Haya decidiera sobre esos territorios que considera le fueron quitados de manera injusta.
Y una política 'apaga incendios' como la que suele aplicar Colombia en diferentes ámbitos, tomando medidas correctivas cuando el caos ya se ha desatado, no es la solución.
Denunciar el Pacto de Bogotá de 1948 que insta a las partes a solucionar sus conflictos de forma pacífica y que concedió competencia a la CIJ en éste caso hubiera podido marcar la diferencia, de haberse hecho en el año 2000, pero no ahora cuando el fallo inapelable de la Corte Internacional de Justicia ha sido dictado.
Mucho menos, la consulta ciudadana populista de Uribe en la que se le preguntaría a la ciudadanía si quieren acatar el fallo de la Haya el cual no deja de ser una excelente propuesta para un titular sensacionalista pero que no tiene ningún efecto en la órbita internacional, ya que, es obvio que ningún país se sentiría satisfecho de ser desmembrado.
Acudir ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos alegando los efectos perversos del fallo sobre los habitantes del Archipiélago que han quedado rodeados por el mar ahora de territorio de Nicaragua son medidas que pueden postergar la aplicación del fallo desfavorable a Colombia pero lo más seguro es que la decisión prevalecerá y a Colombia sólo le quedará aceptar un nuevo doloroso episodio de su historia y entrar a negociar con el gobierno de Nicaragua para definir las relaciones con el país vecino y llegar a acuerdos ante el cambio geopolítico.
Y replantear la política diplomática actual, si es seria la apuesta de Juan Manuel Santos de convertir a Colombia en un líder regional de la talla de Brasil.
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