Contra la resignación, a moverse… ¡que ya es hora!

Publicado el 16 mayo 2011 por Elrenidero @davidpravia

Un día después de las movilizaciones del 15-M toca hacer balance, cosa de la que se ha hecho bastante eco ya toda la red. En términos de participación y de movilización sin duda debemos considerar la jornada de ayer todo un éxito.  Sin embargo, en mi humilde opinión creo que deben hacerse una serie de consideraciones sobre el movimiento.

En esta jornada de análisis, cuando muchos de los que ayer se movilizaron aún acampan con afán de extender la protesta hasta el 22-M, dos son las posturas principales en todos los análisis. Por un lado quienes ningunean el movimiento, quienes critican su inutilidad, su falta de caracter revolucionario o de proyecto alternativo e incluso tachan de ser orquestada por la derecha. Por otro lado están quienes hacen el análisis cuantitativo más sencillo y ven en esta una suerte de nuevo movimiento de masas como pudo ser el movimiento anti-OTAN o contra la guerra de Irak. Personalmente creo que hay que estudiar un poco la situación y hacer otro análisis intermedio.

Ante un país con casi cinco millones de parados creo que todos debemos ver como una buena noticia que de repente haya gente que no se resigne, que no se pare y que salga a la calle a manifestar su descontento, a ellos todo el respeto. Moverse es romper una dinámica de pasotismo, de indiferencia y de apatía. Moverse es romper el miedo, tomar conciencia de que moviéndose se pueden cambiar cosas. Moverse, en definitiva, es comprender que quien participa tiene más posibilidades de cambiar las cosas que quien simplemente se resigna.

Cierto es que quizá lo que se podría criticar a este movimiento es su falta de cohesión, de proyecto alternativo. Basta hacer un simple corte estratigráfico a todos los amigos que se han movilizado y observar cómo son diferentes las motivaciones de unos y otros. Quizá este sea a la vez su punto fuerte y su punto más débil, una falta de discurso cohesionado y alternativo, que haga temblar realmente a los garantes del sistema.  Pero ¿es esto malo? En mi opinión cualquier movilización que haga salir a la sociedad de la apatía y del miedo que los bancos y el bipartidismo les tienen metidos en el cuerpo, por pequeño que sea, siempre es bueno. Despertar es bueno, aunque sólo sea un acicate que les haga a medio plazo tomar conciencia de quiénes son realmente los culpables de su situación. Que un mileurista, un parado o un hipotecado rompa la dinámica y decida que es hora de tomar partido quizá no sea la chispa que desate un movimiento revolucionario al uso, quizá no transforme la plaza de la Escandalera en Uviéu en una nueva Tahir, pero sí que puede servir para que esa persona sea consciente de que resignarse no es la solución, de que uno puede buscar su camino y de que en la lucha está la victoria. Si con las movilizaciones de ayer conseguimos que solo una mínima parte de los participantes hasta ahora despolitizados se acerque a la política y empiece a tomar conciencia de que otro sistema no solo es posible sino necesario, entonces habrá sido todo un éxito.

Stéphane Hessel nos invitó a indignarnos en su pequeño ensayo del mismo título, luego tomaron el relevo a este lado de los Pirineos gente como Ignacio Escolar o José Luís Sampedro en la obra “Reacciona” que coordina Rosa María Artal. Hagámosles caso, indignémonos primero por todo lo que nos han hecho, por todo lo que tenemos que pagar y por habernos llevado a esta situación y luego reaccionemos y utilicemos esa indignación para reclamar que éste no es nuestro sistema y que no los queremos, ni a los banqueros, ni a los grandes partidos que nos llevaron a esta situación, ni a los especuladores ni a los corruptos. Como se gritaba en Argentina allá por los años oscuros del corralito: “¡Que se vayan todos!”.

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“Pongo mi voz, para el que quiera usarla, como su propia voz, como su propia arma”