Contra las alegorías

Publicado el 18 junio 2010 por Anveger

Poco se ha hablado sobre lo perjudicial que puede resultar una corrupción lingüística; es decir, cambiar completamente el significado de las palabras, pero manteniendo la misma palabra. Esto produce que la palabra tenga múltiples significados y, tertuliando, el emisor se refiera a un significado y el receptor tome otro significado distinto; o sea, produce polisemia y confusión. Otro grave problema que ocasiona es dar un significado erróneo, añadir connotaciones negativas o irreales, tomar como significado otro distinto al que la palabra se refiere realmente. Por ejemplo, el término ‘bueno’ en la antigua Grecia significaba ‘noble’, ‘aristocrático’ o ‘fuerte’ y el término ‘malo’ significaba ‘débil de espíritu’. Es decir, algo contrario a lo que hoy significa.

Este fenómeno de ‘corrupción lingüística’ también sucede en la actualidad. Por ejemplo, el término ‘Capitalismo’ se entiende con connotaciones negativas; sin embargo, el término ‘Economía de Mercado’ está bien visto. Pero lo que no se sabe es que los dos términos se refieren a la misma realidad y, créanme, el término ‘Capitalismo’ o la realidad a la que se refiere tiene denotaciones positivas. Esto es lo mismo que ocurre con la palabra religión (se cree que ser religioso es creer en dioses, cuando no es exactamente así), el termino revolución (muy utilizado por los golpistas comunistas para atenuar su golpe), el termino soberbio (soberbio significó originariamente algo magnifico; por ejemplo, aquel es un estudiante soberbio).

Esto es muy negativo en numerosos campos y, al entorpecer la comunicación, sirve como arma de manipulación. El significado, en muchas ocasiones, no coincide con el significante. Mi opinión es que debería crearse otra institución, parecida a la Real Academia Española (RAE), que controlase esta forma de corrupción; aunque esto es complejo de realizarse.

Por otro lado, también existen otros modos de corrupción como los ejemplos o las alegorías. Sucede exactamente lo mismo que la corrupción lingüística, pero aplicado a otros campos. Me estoy refiriendo a los ejemplos, analogías o, mejor dicho, a las alegorías. Es habitual recrear una situación imaginaria para explicar otra; pero que no tienen por qué tener una  relación. La gente está muy confiada en este método y, al explicarlo, el oyente se queda totalmente satisfecho; pero tal analogía puede ser errónea y por lo tanto, se trata de una manipulación. Me gustaría denominar esta realidad a la que me refiero como ‘Criterio del Ejemplo’, pues al igual que existe el ‘Criterio de Autoridad’, en el que otorgamos más importancia a la persona que afirma algo que a su afirmación, también damos por válido un razonamiento cuando se utiliza una analogía.

Aunque la mayoría de estas analogías sirven más para manipular que para informal, es verdad que existen analogías muy buenas y con una gran relación con la realidad que quiere explicar; una de ellas sería el mito de la caverna. Pero, como digo, la mayoría no son lo útiles o reales que nosotros pensamos. Pondré ahora unas dos alegorías en las que se muestra claramente que se intenta convencer de algo falso mediante este método.

«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo.  La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega  ¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra».

Como vemos esta es una de las muchas alegorías o parábolas que utilizaba Jesús para manipular a la población y ¡vaya que si le sirvió! Concretamente, en la Biblia se encuentran 54 parábolas como estas y es que está claro que cuando se quiere mentir no se puede utilizar la realidad y hay que recurrir a método manipuladores como este. Aunque he de reconocer que estos métodos son demasiado sutiles y por ende, manipuladores.

Otra de las analogías que reflejan perfectamente lo que yo afirmo:

«El nacismo es como un cáncer, como una enfermedad, como una podredura de una manzana. Cuando una manzana está podrida, hay que eliminar la zona mala; lo mismo sucede con el cáncer; las células muertas hay que extirparlas; hay que eliminar enfermedades. Hay que matar a los defensores de tal movimiento, pues este es una enfermedad».

Claramente o de entrada, a cualquiera le parecerian algunos aspectos de esta analogia respetables, pero no es asi. Primero, como vemos, el nacismo no es un cancer, ya que tal ideologia puede eliminarse incluso haciendole el menor caso posible; ademas puede resolverse mediante educacion. Por otro lado, no creo que los pequeñisimos grupos neonacistas sean un peligro para la humanidad. Segundo, no es comparable (como sucede en la mayoria de las alegorias) personas con celulas o manzanas, pues matar celulas no es lo mismo que matar a personas.

Sorprendentemente, escribiendo este artículo he buscado información en Internet sobre las parábolas de Jesús y me he encontrado con la decisión que Calderón de la Barca realizo de las alegorías:

La alegoría no es más

que un espejo que traslada

lo que es con lo que no es,

y está toda su elegancia

en que salga parecida

tanto la copia en la tabla,

que el que está mirando a una

piense que está viendo a entrambas.

Básicamente en este texto está diciendo lo que yo he dicho, lo que yo pienso; una alegoría es transformar sutilmente la realidad, hacerlo con elegancia para que nadie lo descubra. En palabras del propio poeta: “Alegoría: espejo que traslada lo que es con lo que no es”.