Contra las cuerdas Susana HernandezISBN: 978-84-15098-64-5Formato: Rústica con solapas– 284 Pág.Editorial: Alrevés Editorial
Contra las cuerdas es una nueva entrega de la serie iniciada con Curvas peligrosas (Odisea Editorial, 2010) y protagonizada por las subinspectoras Rebeca Santana y Miriam Vázquez. Santana y Vázquez se enfrentan a un violador y asesino en serie que actúa en la Costa Dorada y la ciudad de Barcelona. La sexta víctima del asesino es alguien del entorno más cercano de Santana. La complejidad del caso, sus implicaciones emocionales y la carrera desesperada por salvar a una persona querida no son los únicos obstáculos que deberá sortear la subinspectora. Conflictos sentimentales, un misterioso acosador y un giro inesperado en la complicada relación con su madre, acorralarán a Santana contra las cuerdas.
La verdad es que después de leer Curvas peligrosas, quedé tan tremendamente enamorada de sus personajes que apenas tardé unos días en ponerme con la siguiente entrega. No es de extrañar, porque mi objetivo siempre fue leer esta novela que llevaba en casa tanto tiempo esperando. Y casi tanto parecía ir a tardar la reseña, si no me llego a forzar a ello para no olvidarme nada de lo mucho que quiero decir sobre ella.
Si había algo que de lo que se podría decir que peca la primera novela de Santana y Vázquez, quizá será de falta de acción. Es cierto que era casi un debut, además de una introducción a los personajes. Ahí era donde decidíamos si de verdad nos gustaba el estilo o si realmente lo podíamos dejar esperar. Pero ¡atención! Porque si os finalmente decidís adentraros en las páginas de Contra las cuerdas, os vais a llevar una sorpresa: el ritmo, la estructura, la tensión… Todo es nuevo y reluciente, con unas mejoras increíbles.
De mano, entramos con un primer capítulo en el “ahora” seguido de una vuelta atrás en el tiempo. Ya desde el principio sabemos que hay un psicópata suelto, que lleva varias víctimas, y que la última es muy cercana a Santana. Con esa llamada de aviso y el desmoronarse de ella saltamos hacia atrás y vamos viendo la evolución del caso.
Así que en primer lugar tenemos la tensión de saber algo importante, pero de no tener todos los datos. ¿Quién será la sexta víctima? Las especulaciones son inevitables, y (raro en mi) no he conseguido acertarlo. Porque podrían ser muchas personas, pero lo que más tensos nos pone es pensar que puede ser una en concreto… Para más datos, leed la novela.
Por si no era poco, para jugar un poco mas con los nervios del lector, nos va intercalando escenas desde la perspectiva de la víctima: su dolor, su desesperación, sus lamentos… Pero sin tantos datos como para que podamos descifrar quien es esa persona. Un juego muy hábil de visiones y tiempos, que cuando conseguimos llegar al punto que nos ha fijado como inicio, ya nos podemos despegarnos de las páginas.
Los personajes siguen siendo un punto importante de la historia, ya no solo por su atractivo intrínseco sino porque sus vidas personales ahora van a entrar en el ámbito de su trabajo. Los hechos se sitúan algo más de un año después de Curvas peligrosas, y aunque en el fondo yo tenía muchas ganas de saber que pasó después de aquello, la situación es tan distinta que tenemos que esperar a que nos proporcione los datos que nos faltan para entender el cambio sufrido. Que nos lo enseña, y con creces, ya no solo en lo que se refiere a las relaciones personales sino también a las familiares. Con esto quiero decir que retoma el juego que le aportaba el personaje de la madre de Santana, aunque desde un papel muy discreto en comparación con la explosión de emociones que supone todo lo relacionado con el caso.
¡Ah, el caso! Si podíamos habernos quejado anteriormente que el asesino de adolescentes con deficiencias de la primera entrega era un poco flojo (o demasiado sencillo) con este agresor sexual no solo nos invade con su complejidad, sino también con la brutalidad. No suelo quejarme de ello en las novelas negras, y ahora no lo estoy haciendo; pero sí que conviene saber de antemano que puede revolver algunos estómagos y perturbar mentes sensibles. Más que nada porque la combinación mujer-lectora seguramente más sensible a sufrir por ellas, por pura afinidad anatómica. Seguimos encontrándonos en Barcelona, con algún viaje oficial hacia la Costa Dorada. Y aunque se mencionan y describen (ligeramente) escenarios concretos, sigo creyendo que bien podría haber sido Madrid, Valencia, Paris o Nueva York; porque lo que realmente tiene peso en la historia son los personajes, aunque resulta bien importante el peso que tiene la cultura española (y la incultura-intolerancia-idiocia-burricie)
Por supuesto, el estilo se mantiene estable con respecto a la primera en agilidad, abundancia de diálogos y humor chispeante, con esas conversaciones llenas de gracia y espontaneidad habituales en las personas a las que les gusta bromear, pero que a un mismo tiempo saben hablar en serio. Quizás sea uno de las características principales de esta serie, y hay quien opina que de la propia autora.
Cuando llegamos al final, ya absolutamente exaltados por todo lo que sucede en la historia, posiblemente ya no tengamos uñas. Pero aun nos queda un poco más para darnos cuenta que en una novela que no llega a las 300 páginas es posible darle un par de giros sorpresa. Que serán más o menos sorpresivos según la imaginación que tengáis y lo retorcidos que podáis ser. Ahí lo dejo.
Llegados a este punto donde deberíais estar muriéndoos de ganas de leer Contra las cuerdas, los maniáticos del orden como yo seguramente se estarán preguntando ¿es necesario leer la primera entrega? Puede que no, aunque personalmente nunca os voy a decir eso. Primero porque me gustó mucho Curvas peligrosas. Segundo porque creo que se llega mejor a los personajes cuando los conoces de antes y sabes cosas de su pasado, tanto lejano como reciente. Y tercero, porque en el fondo vas a querer leerla cuando acabes esta… ¿y porque no hacerlo ya desde el principio?
Ahora dos noticias, una mala y una buena. La mala es que tiene un final un tanto abierto: no tanto como para tirarte de los pelos, pero si lo suficiente como para soltar algún que otro juramento. La buena es que eso significa que habrá más Vázquez y Santana, al menos otras dos que ya están firmadas aunque creo que no escritas. Yo desde aquí voy a presionar un poquito a ver si pronto podemos leer la siguiente entrega, porque estas dos inspectoras me han conquistado, si cabe, un poco más.
Sin duda es una novela que recomiendo, junto con la anterior, porque es diferente, es chispeante, es adictiva. Y además, es nacional y femenina. ¿Qué más se puede querer?