Contra natura

Publicado el 31 mayo 2019 por Carlosgu82

Una de las herencias que nos ha dejado el cambio ideológico-social de los años 70’s, y que más fuerza a cobrado en lo que va del presente milenio, es el enigma de la libertad. Especialmente aquella que engloba la decisión de a quién decidimos amar.

Contra Natura, de la mano de la ilustradora italiana Mirka Andolfo, expone a los curiosos una crítica de los prejuicios sociales que envuelven la complejidad del amor. Como si se tratase un homenaje a la novela de 1984 donde el gran hermano te observa y las normas delimitan las conductas, nos situamos en un mundo donde los protagonistas son animales antropomorfos regidos bajo la ideología de que sólo se pueden amar y reproducir entre la misma especie, y todo lo que atenta a esa norma es depravado y obsceno. Leslie, nuestra protagonista, es acosada todas las noches por un erótico sueño donde su amante es un lobo blanco, un depredador, lo que implica el más agraviante atentado contra las normas. Impulsada por su mejor amiga, se adentra a dichos sueños que poco a poco se tornan en pesadillas a medida que descubre el secreto que está detrás de esto, trayendo consigo la atención de los líderes y sus ansías de poder.

A primera instancia este cómic puede tomarse como una severa crítica hacia los conflictos que nos han estado acosando en los últimos años: la preferencia sexual y cuestionamiento del género en la sociedad, sobre todo cuando se asevera la supremacía del amor. En el mundo de Leslie, como se mencionó, existen leyes que aseveran que el único fin del amor es el reproductivo, por ende, las presas deben de estar con las presas y los depredadores con depredadores por la supervivencia de las especies y el equilibrio conocido. Como en toda historia, existe una fuerza opositora que se opone a semejantes leyes porque atenta contra la libre elección, surgiendo así la razón de la trama. Pero todo lo anterior es muy superficial, pues, a medida que nos adentramos a la historia, el lector se da cuenta que tales leyes y semejante programa de regulación nace gracias a los prejuicios e intereses de unos pocos, un detalle que al principio pareciera que podría hundir todo lo que hace atractiva a la trama, sin embargo, esto invita a volver la mirada hacia nuestra realidad: ¿quién o qué dicta las reglas?

Si nos quedamos con lo superficial que ofrece esta historia nos quedaríamos con que el amor es el arma más poderosa que existe en el mundo y que éste debería ser el que rigiera la ley de la naturaleza, pero, ¿qué pasa con nuestra realidad? Tal sentencia palidece ante el capricho humano y su inestable firmeza. Mirka con su historia expone un mensaje que no va sólo del amor por encima de las reglas, de ser así nos veríamos obligados a aceptar las propuestas de los pedófilos que desde el 2013 defienden su condición explicando que es mera orientación sexual, en lugar de un atentado en contra de la inocencia. Lo que esta historia envuelve va mucho más que el estereotipo de la supremacía del amor que tanto abunda en las novelas, es una exposición de que el amor es un vestigio de divinidad que va muy de la mano de la responsabilidad, el auto-conocimiento y el de nuestros orígenes.

Lastimosamente este mensaje se ve obstruido gracias a la inmediatez con la que los acontecimientos se desenvuelven, llevando al lector a un final que se siente insípido en comparativa con el viaje transcurrido durante los tres volúmenes. Si bien los cabos se resuelven, la fuerza de estos no consigue su punto más alto, ni siquiera en el clímax, provocando que la resolución de problemas no se sienta satisfactorio. Además, existieron personajes que dejaron tras de sí una serie de dudas relacionadas con sus conductas, dudas que de haber sido tomadas en un foco pertinente hubiesen dado más peso a los acontecimientos.

Pese a ello, CONTRA NATURA es una crítica acertada en cuánto a las normas que seguimos casi como un hábito en relación a las relaciones humanas, sin embargo, no es una defensa hacia los conflictos generados por los inconformes, es una invitación a la reflexión de la idea que tenemos del amor, sobre todo en una sociedad tan impaciente como lo es la nuestra.