Si Contradanza trabaja mayormente con herramientas populares, músicas ancestrales, nueva poesía, actitudes pop y guiños al jazz, entre otros ingredientes que se van sumando a la fiesta, los romanceros tradicionales ocupan un espacio esencial. Ricardo subraya la calidad y cantidad de romanceros de tradición oral en la provincia gaditana, elogia la labor del equipo de la Universidad de Cádiz que ha investigado a fondo y publicado varios trabajos a pie de campo, una base patrimonial de valor incalculable al estilo Alan Lomax. "Es una de nuestras fuentes, un tesoro andaluz en toda regla, por eso digo que el flamenco es una bendición y un problema, porque el flamenco tira mucho y quizá no se conozcan otras músicas debido a su hegemonía. El flamenco usa como fuentes los romanceros y otros legados andaluces, ya se sabe, músicas orientales y músicas del sur. Nosotros mismos, todo sea dicho, también bebemos de muchas fuentes", en virtud de la cultura musical de los cinco músicos, quienes estiman que "para defender las propuestas que salen de Andalucía hay que construir espacios diferentes". Dar cabida a todos. Contradanza lo hace a su modo, abre su mundo, a poetas como Juan José Téllez, Javier Egea o Ferrán Fernández y a músicos como Andreas Pritwitz, maestro de los vientos que también ha tocado casi todos los palos del espectro musical hispano, el guitarrista que colaboró con el eterno Silvio, El Pájaro, o la sección de metales de La Banda de la María. Notable elenco para el tercer álbum de Contradanza. "Nos da igual que las letras tengan siete siglos o dos meses de existencia", apunta quien las canta, Ricardo. Contradanza de cuarentones de largo recorrido que han evolucionado, sin apenas forzar la máquina, del formato acústico al mp3, del directo a la red. Contradanza del mundo del sonido. La humanización de la tecnología. La verdad folk del espacio sideral. Contradanza y el prestigio bien ganado.
Octubre, Cultura, Diario de Cádiz