Entiendo, en cierto modo, la preocupación que ahora comienza a exteriorizarse en lugares como Cataluña o el País Vasco, donde cada día es mayor la avalancha de turistas. Y la preocupación por ese turismo de borrachera que impera alla por Magaluf, Gandía, Salou, Lloret de Mar y que se irá extendiendo hasta alcanzar otros puntos turísticos por excelencia.
Los cronistas de sociedad aseguran que los jóvenes extranjeros viven su 'rito de paso' a la madurez a base de comas etílicos, mamading, Balconing, droga caníbal, pubcrawling... Yo creo que contra ese turismo estamos todos, que hay que regularlo, que hay que comenzar a multar por esas prácticas que ponen en peligro su vida y dan una pésima imagen de los sitios.
La guerra va por barrios y nadie se libra de ella. Ahora nace una fobia hacia el turismo. No protestan quienes viven de ello, aunque tambien levantan ya la bandera de "hasta aquí hemos llegado". Protestan los que mañana se quejarán por otra cosa. Hasta en Vitoria han salido a la calle para politizar las fiestas, que la cuestión es que hablen de uno aunque se ponga a corear consignas contra ETA y a favor de los presos, ahora que esa guerra parecía resuelta.
Pero, al contrario que ellos, a nosotros nos preocupa que no vengan y es por eso que venimos clamando durante los últimos años. Que venga el turismo, que muchas zonas viven del turismo y si se cumplen unas normas básicas de comportamiento, el turismo puede ser un complemento eficaz para que no se despueblen más los pueblos.
@Imagen: Pumar59
@De la sección "La Madeja", para Diario Palentino, 2017