Pero las cosas como son: en la cuartilla que me dieron en la guardería puede poner lo que sea, los expertos pueden decir lo que quieran, pero luego en la vida real, y en la práctica, nos podemos encontrar con cualquier cosa. Así que ahora os voy a contar qué es lo que nos hemos encontrado con E., mi hija menor.
Entiendo que en la guardería su profesora les está “reforzando” a todos los niños lo del asunto de hacer pipí en el WC, con la cantinela de que ya son “grandes”, de que ya tienen que llevar braguitas, y tienen que dejar el pañal porque son mayores… porque si no, no entiendo lo de la fiebre de mi hija por llevar braguitas, cuando siempre ha visto a su hermana mayor con braguitas, y nunca les ha dado ni bola. Así que eso, sí o sí, es cosa de la guardería.
El primer día que llegó con la historia de que no quería pañal, tuvimos que negociar, porque decía que quería braguitas, y no había manera; así que al final accedí (total, estábamos en casa), y le puse las braguitas después de explicarle que si se hacía pipí encima se iba a mojar, porque no llevaba pañal, y que si quería hacer pipí, me lo tenía que decir, para que la acompañase al WC. Dijo que sí a todo. Se le escapó el primer pipí, y en cuanto se sintió mojada me pidió que le cambiara las braguitas. A partir de ahí, estuvo pidiendo pipí cada dos por tres; yo la llevé todas las veces (y casi todas las veces que pidió, hizo). Y el último pipí, antes de poner el pañal para dormir también se le escapó. Pero lo único que hice fue llevarla al baño para volver a limpiarla y recordarle que, si tenía pipí, tenía que decirlo y hacerlo en el WC.
Desde ese día, ha ido diciendo cada vez con más frecuencia que tiene pipí. Yo la acompaño al WC, le pongo el asiento reductor (en casa no hemos usado nunca orinal), el taburete para que se suba, y el resto lo hace ella: bajarse pantalón y pull ups y sentarse a hacer pipí.
No hay vítores, ni la jaleamos cuando hace pipí. Ella, cuando hace, lo anuncia, yo le digo que ya lo he visto, y ya está. No hay más historia, ni palmas, ni mucho menos premios -que no es un perro al que estamos adiestrando-. Tampoco me paso el día preguntándole si tiene pipí. Porque si me paso el día preguntándole si tiene pipí no sé si ella diferencia y reconoce cuando tiene pipí. De momento, ella lo va pidiendo.
Hace un par de días, el cari llegó a casa diciendo que, al llevar a la nena a la guardería, la profesora le preguntó cuándo pensábamos quitarle el pañal, a lo que el cari respondió que no teníamos ninguna prisa, que lo haríamos a nuestro ritmo. Yo le dije que, si le volvía a preguntar, le dijese que primero esperaremos a que ella controle sus esfínteres; y que lo último que haremos será quitarle el pañal.
La cosa es que la peque lleva toda una semana levantándose con el pañal seco, y haciendo pipí por la mañana, y pidiéndolos a lo largo del día., y todos los pañales se los quitamos secos.
O sea que en realidad no estamos haciendo prácticamente nada. Sólo seguimos su ritmo, y respetamos lo que ella quiere. Así que puedo decir que no ha sido para nada complicado. No hace falta decir que no ha habido necesidad de hacer cambios en su dieta para hacerla más laxante (¡acabáramos!), ni ninguna perogrullada por el estilo. Sólo se trata de entender y aceptar que esto es un proceso natural, que tiene el ritmo que tiene. Y punto pelota. No hay más na’.