Controladores Aéreos

Publicado el 11 agosto 2010 por Jmbigas @jmbigas
Parece ser que, después de haber tonteado todo lo que llevamos de Agosto con la convocatoria de una huelga de controladores aéreos para la segunda quincena del mes, finalmente han decidido que no habrá huelga en Agosto. Para Septiembre, ya veremos.
(César Cabo, Secretario de Comunicación de la Unión Sindical de Controladores Aéreos. Fuente: http://www.telecinco.es/informativos/economia/noticia/1342310/1342310).
Este es un conflicto que viene de lejos. Porque sucesivos Gobiernos no se han atrevido a meterle mano al tema, por temor a despertar al gigante, y a una posible huelga de proporciones caóticas.
Se ha ido exportando la patata caliente al futuro, y que el siguiente arree. Ahora parece que José Blanco ha tomado el testigo, y metió la vara de pastor en el hormiguero.
Tengamos en cuenta que ha habido sucesivas situaciones que han provocado una realidad muy distorsionada, y un estatus para los controladores que posiblemente sea insostenible. Una cierta endogamia nunca reconocida abiertamente, la falta de convocatorias públicas para más plazas, por temor a ampliar el problema, y la inevitable aureola de que el trabajo de controlador es para superhombres (por cierto, ¿hay controladoras?; porque no se ha visto ninguna públicamente...), que genera un estrés como ninguna otra actividad, etc.
(Juan Ignacio Lema, Presidente de AENA. Fuente: http://www.elpais.com/).
Pero Pepe Blanco rompió las hostilidades, al empezar a publicar los emolumentos que algunos controladores aéreos podían llegar a ganar. La restricción de plazas y una jornada legal bastante reducida generó el problema de un volumen de horas extras (pagadas a precio de oro) enorme. Esto provocó que algún controlador, algún año, se acercara a ingresos del orden de (casi) el millón de euros. Una enormidad, pero legal con las condiciones establecidas.
En estas condiciones, ¿quién resistiría a la tentación de empeñarse por comprar una casa de lujo, y luego tener que pagar hipotecas de cinco cifras cada mes?. Las condiciones vigentes permitían estos excesos. Y tocar las condiciones, sin más, es un atentado a la línea de flotación.
Pero lo que quiero transmitir es que esta situación no la crearon (sólo) los controladores, que parte de autoría seguro que tienen, sino la inanición de sucesivos Gobiernos que fueron incapaces de intentar ponerle una solución razonable al problema, por temor a las reacciones. Y todos sabemos que los problemas abandonados no tienden a resolverse solos, sino a pudrirse cada vez más. Y eso es lo que ha sucedido.
Y luego ya es ahora, con la patata caliente quemando en las manos del Ministro de Fomento (del Gobierno al completo), del Presidente de AENA y de los propios controladores. Que ahora todos intentan salvar los muebles como puedan.
Estando las cosas como están, creo que es vital hacer bien los deberes. No se puede partir de la base de que los controladores son unos delincuentes, porque es mentira. Es cierto que han venido teniendo unas retribuciones varios órdenes de magnitud por encima que los trabajadores medios de este país, pero sólo porque esas eran las condiciones laborales que su empleador (AENA) les daba. Hay varios temas que hay que negociar casi como si se partiera de cero.
Primero el tema de plazas. Cuántas hacen falta para el tamaño de la navegación aérea actual y sus evoluciones previsibles. Al mismo tiempo, el tema de las jornadas de trabajo. Para un trabajo que requiere la máxima concentración, no se pueden aplicar baremos de trabajadores de oficina. Cuántas horas al mes pueden trabajar, repartidas en jornadas de qué tipo y de qué duración, los períodos de descanso, etc. El tema de las horas extras, que deben estar limitadas, como lo están en todas las actividades laborales. Si hacen falta más, es que hay que abrir la mano para la contratación de nuevos controladores.
Y luego el tema salarial. Seguramente los controladores merecen una retribución en la banda alta de nuestra sociedad. Y vienen de una situación, un statu quo, que nadie se puede cargar de la noche a la mañana, o quedarán hipotecas sin pagar.
Aunque también es cierto que todos los que hemos pasado muchos años en el mercado laboral de asalariados sabemos que si, en un cierto momento, se consigue un paquete salarial que parece excepcional (por las razones que sea) hay que ser consciente de que nada excepcional es perpetuamente sostenible. Si a alguien le ofrecen un millón de euros al año por sacar a una empresa de la ruina, debe saber que ese es un proyecto de unos pocos años. Tendrá que despedir gente, reducir costes, rehacer la red comercial, rediseñar el I+D, etc. etc. Dedicarse durante un tiempo en cuerpo y alma a esa tarea. Y cuando la situación haya cambiado, posiblemente esa persona ya será prescindible, y hará falta otro perfil para la fase siguiente. Cualquier planteamiento vital que pase por planificar ritmos de vida en base a ingresar un millón de euros al año, todos los años hasta la jubilación, es suicida.
Los controladores han aprovechado (y muy bien hecho) unas condiciones extremadamente favorables para ellos. Y esto ha durado mucho más de lo que hubiera sido deseable. Ahora hay que rediseñar el futuro, partiendo de la que es la situación actual.
Que todos bajen de sus pedestales, que toca negociar, casi, casi, como si se empezara de nuevo.
Afortunadamente, los controladores se han dado cuenta de que Pepe Blanco es listo, muy listo. Exponer sus salarios a la opinión pública ha debilitado enormemente sus posiciones, y llevar adelante una huelga en pleno agosto les habría llevado a la lapidación pública, en un país con cuatro millones de parados, y un salario medio muy poco por encima de los mil euros mensuales.
En fin, las dos partes deben dar por zanjada una etapa, y abordar la próxima con aires frescos. Están en su derecho de intentar proteger sus privilegios todo lo posible, pero de ninguna forma sería aceptable que hicieran casus belli del tema. Los agravios comparativos desbordarían todas las fuentes públicas.
Que negocien todos los temas, y se dejen de guerras y batallas. Que todos volamos alguna vez, y nos merecemos la máxima seguridad y los mínimos retrasos.
JMBA