LOS CAPRICHOS DEL UNIVERSO" Todas las cosas están unidas entre sí, de tal modo que no puedes agitar una flor sin trastornar una estrella". (Francis Thompson)Si damos marcha atrás mentalmente y analizamos nuestro devenir, nos damos cuenta de que, en cierto modo, parecemos mecidos por el viento. Pensemos en por qué vivimos en nuestra casa o por qué trabajamos donde lo hacemos. Podemos encontrar respuestas del estilo: "Decidimos vivir en esta casa porque un día fuimos a una obra de teatro y al pasar por esa calle, la vimos en venta y nos encantó. Y decidimos ir a esa actuación porque por casualidad esa semana nos encontramos a Pepito y nos la recomendó. Hacía años que no veíamos a Pepito".
¿CONTROL O ILUSIÓN?"La mente es un profundo océano, pero nosotros solo logramos ser conscientes de la leve espuma de la superficie" (Henry Laborit)Al orgullo que caracteriza nuestra especie siempre le queda pensar que aunque no puede controlar del todo lo de fuera, sí controla "lo de dentro". ¿Realmente controlamos lo que pensamos, lo que decidimos? Uno de los experimentos más conocidos al respecto fue realizado por Libet en la década de los ochenta. Antes de flexionar un dedo, en el cerebro se produce una determinada actividad eléctrica denominada "potencial de disposición" 550 milisegundos antes de que se lleve a cabo el movimiento.Los sujetos del experimento estaban colocados ante un cronómetro que debían ir mirando e indicar en qué momento decidían mover el dedo. Esto es, tenían que señalar en qué posición se hallaba la aguja del cronómetro al tomar la decisión. El sorprendente resultado fue que la decisión se tomó 350 milisegundos después del potencial de disposición. Resumiendo: nuestro cerebro se dispone a mover el dedo, luego nos da la sensación de que lo decidimos conscientemente y finalmente lo movemos.Cuando pensamos que estamos tomando una decisión, en realidad no hacemos más que contemplar una especie de vídeo interno retardado (concretamente, 300 milisegundos) de la auténtica decisión que tuvo lugar inconscientemente en nuestro cerebro. No es que las decisiones las tome nuestro vecino; las tomamos nosotros, pero no nuestra parte consciente, sino la inconsciente. Parece que nuestro yo consciente sea un puro observador. La conclusión de este estudio puede resultar difícil de encajar a nuestra parte prepotente.Nuestra reacción ante este tipo de evidencias la retrató a la perfección Sigmund Freud: "En el transcurso del tiempo, la humanidad tuvo que soportar tres grandes atentados de manos de la ciencia contra su ingenuo amor propio: el descubrimiento de que nuestro mundo no es el centro de las esferas celestes, sino un punto en un vasto universo; el descubrimiento de que no se nos creó de forma especial, sino que descendemos de los animales, y el descubrimiento de que a menudo nuestra mente consciente no controla nuestra forma de actuar, sino que simplemente nos cuenta un cuento sobre nuestras acciones".
JUSTIFICACIONES INVENTADAS "Primero hacemos las cosas y después las justificamos". (Juan José Millás)Nos cuesta mucho digerir que nuestro cerebro decide por nosotros, pensamos que decidimos conscientemente. Cuando preguntamos a alguien el porqué de su comportamiento, pocas veces nos dirá que no lo sabe muy bien, en bastantes ocasiones nos dará una explicación y normalmente muy lógica. Muchos estudios demuestran lo patéticas que pueden resultar estas justificaciones.
NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGAUn día, el emperador Akbar y su gran visir Birbal salieron camino de la selva. Iban a la caza del tigre de Bengala. El emperador marchaba delante, pero -¡qué mala suerte!- se disparó el fusil y se hirió en un dedo. El visir Birbal le entablilló el dedo. Mientras lo hacía, le animaba con una serie de reflexiones muy sencillas:- Majestad, nunca sabemos qué es lo bueno y qué es lo malo. Qué sabemos de lo que puede sucederle gracias a la herida. El emperador montó en cólera; no podía aguantar filosofía barata y arrojó a un pozo a su gran visir y siguió su camino por la selva. Pero le salió al encuentro un grupo de guerreros salvajes que buscaban una víctima digna para ofrecer a sus dioses. Cuando todo estaba preparado para el sacrificio humano, el hechicero se acercó al emperador y en cuanto se dio cuenta de la mano herida lo rechazó; no se podía ofrecer a los dioses una víctima que no fuera perfecta. Así fue como el emperador quedó libre de nuevo.Mientras que Akbar caminaba por el sendero, comprendió la sabiduría de aquellas palabras de su visir: lo que al principio parecía malo, había sido muy bueno para él. Lloró de rabia y se inclinó de rodillas delante del pozo donde había arrojado a su fiel amigo. Pero Birbal no había muerto. Le sacó lleno de alegría y se arrojó a sus pies pidiéndole perdón. El visir le contestó: