Conversaciones con Borges

Publicado el 09 septiembre 2017 por Rubencastillo

Recupero de la estantería el hermoso volumen dialogante que Roberto Alifano titula Conversaciones con Borges(Debate, Madrid, 1986), y que estructura en treinta secciones, representativas del pensamiento y la obra del argentino. Personalmente, encuentro en este tomo las mismas virtudes y los mismos defectos que en otros similares, como es natural. Las virtudes están puestas en la brava inteligencia del entrevistador y en el ingenio y cultura del entrevistado; por ahí, todo bien. Los defectos hay que computarlos en el terreno de la mitomanía. ¿Para qué quiero yo saber, por mucho que admire a Borges (y lo admiro) lo que éste piensa del tango, de Xul Solar o del insomnio? Me parece un modo absurdo de descarriar las cosas, y de construir adoraciones abominables por su estupidez. Sí me interesa lo que Borges piensa de Blake, de Joyce, de Quevedo o de las traducciones (es decir, todo aquello que compete al mundo literario). Y, sobre todo, lo mucho que tiene que decir sobre sus propias obsesiones (el tigre, los laberintos, la ceguera, etc). El resto, me parece es purpurina.
“He aprendido que se debe procurar que el interlocutor sea quien tenga la razón y no uno”. “Virgilio es la poesía de todos los tiempos; es un arquetipo”. “Gómez de la Serna(...) lamentablemente se perdió por el acto de pensar en burbujas, con eso que él llamaba greguerías”. “Poseemos lo que perdemos; ése es el encanto que tiene el pasado. El presente carece de ese encanto. Yo creo que el pasado es una de las formas más bellas de lo perdido”. “La noche, el café y el insomnio son casi la misma cosa”. “Yo no sé cómo podemos definir las cosas esenciales”. “Un político en un país democrático es un individuo que vive haciendo promesas, que vive haciéndose retratar, que vive sonriendo todo el tiempo y estando siempre de acuerdo con el interlocutor. Así recorre todo el país en busca de votos”. “El libro es una de las posibilidades de felicidad que nos es dada a los hombres”. “Si los libros desaparecieran, desaparecería la historia y, seguramente, también desaparecería el hombre”. “Tendemos a juzgar estéticamente una obra siempre en función de la historia de la literatura”.  “Cuando una frase es ingeniosa no importa que sea justa o injusta”.