"Los libros le ofrecían a Beauvoir mucho más que la educación: eran un refugio contra las carencias físicas y emocionales que sufría en cuanto levantaba los ojos de las páginas; le abrían vías potenciales de oposición a la vida que le habían planificado, aun cuando no condujeran a lugares donde las mujeres pudieran tomar decisiones o dar y recibir afecto físico sin sentirse avergonzadas."
Y desde luego si por algo fue criticada Beauvoir en su tiempo es por la relación no convencional que estableció con Sartre. Ambos se hicieron amantes a través de un revolucionario pacto - revolucionario para su tiempo, no para el actual - por el cual ellos vivirían su historia de amor esencial, pero permitiéndose en todo momento aventuras con amantes calificadas como contingentes. Lo que hoy llamamos relación abierta se convirtió para ellos en una aventura de libertad amatoria no exenta de puntos oscuros, puesto que el hecho de que ambos se relacionaran con amantes mucho más jóvenes (alumnas o alumnos en algunos casos) puede suscitar muchas dudas en el campo de la ética. Hubo casos de antiguos amantes que denunciaron el abuso de poder que sufrieron, no se sabe si por oportunismo, por convicción o por una mezcla de ambas cosas.
En cualquier caso la conclusión a la que llega el lector con esta estupenda biografía es que su protagonista fue una persona feliz, puesto que vivió la existencia que había elegido desde muy joven, la de una persona libre en búsqueda permanente de la verdad, una escritora ampliamente reconocida, hasta el punto de convertirse en icónica. El feminismo moderno fue una de sus grandes aportaciones al siglo XX. Su genialidad fue abordar la condición femenina desde una perspectiva racional, analizando de manera amplia todos los aspectos: biología, sexualidad, costumbres, historia.... incluso en los que se podían considerar vergonzosos o poco convenientes para la moral de la época. Pronto se convirtió en un best seller a nivel mundial - más comprado que leído, eso sí - y convirtió a su autora en el gran símbolo del feminismo, algo que le otorgó una inmensa popularidad, pero que a la vez oscureció otros aspectos igualmente interesantes de su obra.
Sorprende que, en el fondo, Beauvoir se sintiera cómoda en su papel de escudera del gran genio Jean Paul Sartre. Respecto a lo que cuenta Kirkpatrick, queda bastante claro que el diálogo intelectual entre ambos fue constante a lo largo de toda su existencia y que las ideas iban e venían entre los dos, por lo que respecto a muchas de ellas, aunque originariamente hayan aparecido en los escritos de Sartre, es difícil saber su fuente originaria. En La plenitud de la vida ella se mostraba así de humilde:
"No soy filósofa porque no he creado ningún sistema de pensamiento, y sin embargo lo soy porque he estudiado mucha filosofía, tengo un diploma en filosofía, he enseñado filosofía, estoy impregnada de filosofía y, cuando introduzco la filosofía en mis libros, es porque para mí esa es una forma de ver el mundo y no debo permitir que supriman esa cosmovisión."
Resulta bastante llamativo que, como denuncia Kirkpatrick, a la muerte de Sartre los periódicos apenas nombraran a Beauvoir, pero al fallecimiento de ésta sí que se nombrara a Sartre como una influencia fundamental en la pensadora. Una apreciación que quiere ser corregida en esta biografía escrita con mucha pasión y rigor, un libro indispensable para cualquiera que quiera conocer con detalle una de las aventuras intelectuales más apasionantes del pasado siglo.