Conviértete en una mamacita

Publicado el 31 agosto 2013 por Demoniatentacion
¿Otra vez a dieta? Sí, pero quizás ésta sea la definitiva porque se trata de enseñarte a usar las reservas acumuladas de las que te quieres desprender, respetando la salud y el ritmo de tu organismo.  Se trata de perder grasa, no peso. En esto se centra el revolucionario método del británico Venice A. Fulton, al que se han sometido ya algunas de las celebrities más importantes. Experto en Ciencias del Deporte, Fulton ha revolucionado el universo de las dietas con su polémico método. Su libro, Seis semanas para ser un pibón , ha sido todo un best seller del New York Times. Aquí te presentamos sus principales ideas. Siguiéndolas, podrás adelgazar hasta 10 kg en 6 semanas (en función de la intensidad con que lo lleves a cabo). Algunas de ellas te llamarán la atención (saltarse el desayuno, comer sólo tres veces al día…). ¿El motivo? Ya lo decíamos: la genética. Según él, nuestro organismo está preparado para pasar tiempo sin comer y valerse de sus reservas de grasa, entre otras cosas. La grasa almacenada se puede convertir en el alimento principal del organismo. Aquí te lo explicamos su método, paso a paso, y… ¡tú decides! Calcula tu IMC
O lo que es lo mismo: tu índice de masa corporal; es decir, tu riesgo de obesidad. Se calcula multiplicando tu altura en centímetros por ella misma y dividiéndola por tu peso en kilos. Si la cifra resultante está por encima de 25, debes poner remedio ya. Pero nada de obsesionarte. Una vez que sepas tu IMC, olvídate de él, porque ya no te sirve absolutamente para nada. Perder grasa, no peso
¿Por qué no te sirve? Porque ese índice -como todos los ‘numéricos’- es excesivamente general; hace tabla rasa con todas las personas y, sin embargo, cada metabolismo reacciona y es de una forma. Aquí nos vamos a concentrar en lo que tu cuerpo debe perder: grasa, porque ella es el verdadero problema. Siguiendo este método, en 6 semanas perderás entre 5 y 10 kg de grasa (una media de 1,5 kg a la semana). No vayas deprisa
Adelgazar no es perder volumen. Eso sucede cuando limitamos al máximo las calorías o restringimos los alimentos a sólo unos cuantos. Así lo que se pierde es músculo (y no es una buena idea). En los músculos se quema la mayor parte de la comida; ‘destrúyelos’ y estarás echando a perder tu capacidad para quemar calorías (adelgazar). Si pierdes peso rápido, tu cuerpo tomará nota (tiene memoria). Cuando vuelvas a comer normal, guardará como reserva más de lo que necesita (y en forma de grasa) por si vuelven los tiempos duros; así que engordarás (es el temido efecto yoyó).
Por eso, sigue estas pautas pero no intentes adelgazar todo lo que quieres en menos de seis semanas. Desayunar, ¿sí o no?
“Nunca te lo saltes”, “un buen desayuno te da energía para todo el día”, “si no desayunas, engordas”… Pues bien: Venice A. Fulton dice no (es su consejo más controvertido). Durante la noche, nuestro cerebro trabaja manteniendo el cuerpo en marcha. Tenemos poca energía: algo en la sangre, en la tripa y en el hígado, almacenada como glucógeno -hidratos-, ya que este órgano nos la ‘inyecta’ cuando no hemos comido durante tiempo. Al despertarnos, hemos agotado esa energía. “Mueve tu cuerpo cuando tengas poca energía flotando y las fuerzas tendrán que salir de alguna parte. ¿De dónde? De la grasa almacenada”, dice Fulton. Tu cuerpo comenzará a quemarla, porque le obligas a responder con lo que tiene. No quemarás grasa si tienes mucha energía en tu sistema: ¿para qué va utilizar lo que tiene almacenado si le administras dosis y dosis? Baños de contraste
A partir de ahora, la bañera es tu aliada. Porque en ella puedes aplicarte contrastes de agua fría y caliente para activar tu metabolismo. Y es que el frío lo acelera, porque el cuerpo -para mantener su temperatura- quema calorías, con lo que te ayuda a adelgazar. Por la mañana, al ducharte, aplícate agua fría (no en exceso, unos 20 ºC) en las zonas conflictivas y cuenta hasta 60 despacio. Otra opción es masajearlas con un cepillo de baño en dirección ascendente. Y también cuentas con el método Therapy-Cool (evitas las molestias del frío directo) en Salus Center (telf.: 902 20 31 32). Los beneficios del café
Te ayuda a quemar grasa. La cafeína estimula el sistema nervioso central (como los baños fríos), que controla la mayoría de nuestros movimientos y la actividad eléctrica. Cuando lo tomamos con el estómago vacío y sin leche ni azúcar, el cuerpo quema grasa más rápido. ¿Cómo? Con la cafeína, las células adiposas vacían su grasa en la sangre, que es transportada a los músculos (la usan como energía). ¿El resultado? “Adelgazas”, dice Fulton. Para ello, después de la ducha tómate un café cargado sin leche ni azúcar. Más que ir al gimnasio, muévete mucho
El cuerpo es feliz en movimiento, cuando está activo, porque se oxigena y así funciona mejor. Cuantos más músculos muevas, más calorías quemarás. “Caminando usas los brazos, los hombros, el estómago, el pecho, la espalda y las piernas”. Así que es una actividad completa. Muévete de 30 a 60 minutos cada mañana; levántate de la silla cada cierto tiempo. ¡Ten una actitud activa! Espacia las comidas
“Hay que comer poco y con frecuencia” es uno de los lemas más actuales para perder peso. Se basa en que, al comer, parte de las calorías ingeridas se pierden en el proceso de la digestión. El riesgo de este hábito estriba en que puede convertirse en picoteo. Fulton propone comer tres veces al día basándose en nuestra genética. Según él, la naturaleza proporcionó al ser humano prehistórico la grasa corporal para utilizarla como energía durante los días en los que no encontraba comida. “La grasa corporal existe para darnos energía cuando no la ingerimos. Y esto sólo ocurre en los espacios entre comidas. Cuanto más largos sean, más usará tu cuerpo su reserva de grasa. El más largo es el que va de la cena al desayuno: cuanto más lo alargues, más quemará tu organismo”. Proteínas siempre
Tómalas en las tres comidas del día. La mitad de nuestro cuerpo está formado por proteínas que se descomponen constantemente. No las producimos, así que tenemos que obtenerlas de la alimentación a diario. Tienen efecto saciante y hacen que el organismo trabaje (queme) más para digerirlas. Pescado, carnes magras, huevos, derivados de la soja… Llena la mitad del plato con ellas. ¿Renunciar a los hidratos?
“Estamos literalmente diseñados para vivir de las reservas de grasa del cuerpo a lo largo de la mayor parte del día”. Tomar demasiados hidratos evita que elimines grasa (‘bloquean’ que el organismo queme sus reservas). No renuncies a ellos pero opta por hidratos de calidad, por verduras y frutas (mejor, las cítricas) antes que por azúcares simples (bollería, pastas, gominolas). Así, mantendrás la insulina (la hormona que los acumula como grasa) dormida. Respecto a los vegetales, no te excedas con las patatas, la calabaza, la remolacha, los guisantes, los nabos, las judías estofadas, el calabacín, el maíz, las castañas y los boniatos. Agua y té verde
Las células necesitan estar llenas de fluidos para funcionar bien. Si no los tienen, te debilitan. El agua es fundamental para conseguirlo. Bebe entre 1,5 y 2 litros diarios de agua. ¿Otra opción? El té verde, que te ayudará a quemar calorías y mantenerte activa. Posee una sustancia llamada norepinefrina (también se conoce como noradrenalina), que calma el apetito. Además, ayuda a ‘lidiar’ con el exceso de hidratos que se produce después de las comidas: hace que los músculos los absorban y se sirvan de ellos, en lugar de acumularlos como grasas (quemas sus calorías). Toma una taza de té verde después de comer. Activa tus músculos
Perdemos masa muscular casi siempre que hacemos dieta. Y ese desgaste muscular ralentiza nuestra capacidad de quemar calorías (el metabolismo se enlentece y la dieta deja de ser eficaz). Hacer pesas es una forma de mantener la musculatura (siempre con un entrenador). Pero también son eficaces el Pilates, el yoga y la gimnasia intensiva. Cuidado con los zumos
Comer fruta en piezas está bien. Pero la cosa cambia cuando se toman en batidos con leche, con azúcar…, ya que -en líquido, sin la fibra de la piel- se deslizan directamente por la garganta y provocan una subida de la insulina (paralizan la quema de grasa). ¡Ojo! No abuses de los zumos naturales. Sin la fibra de la piel de las frutas, se asimilan rápido y disparan la insulina. Fibra alimentaria
Tómala, no lo dudes. Un alimento rico en fibra requiere que se mastique mucho más y repercute -directamente- en que comamos menos. Mientras masticamos, damos tiempo a que nuestro cerebro ‘se entere’ de que comemos (se dispara la leptina -hormona de la saciedad- y nos sentimos llenos antes incluso de que la fibra llegue al estómago). Siempre que puedas elegir entre dos opciones de alimentos, escoge la versión más alta en fibra. No te pases con la cocción
Porque rompe la estructura de los alimentos (sobre todo, de los hidratos de carbono, que son más débiles que las proteínas y las grasas). El organismo los digiere con facilidad, con lo que sus azúcares pasan muy rápido a la sangre y provocan una subida de insulina (se acumula grasa). Los alimentos poco cocinados son más difíciles de digerir y provocan una reacción menos inmediata. ¿Fruta? Fresca, no madura
Como la verdura, contiene  sustancias químicas que descomponen gradualmente su propio contenido en azúcar (esto se inicia nada más recolectarla). ¿Qué significa? Que nuestro organismo no tendrá que hacer este trabajo, con lo que la fruta madura actúa directamente sobre la insulina. Grasas sí, pero buenas
Las Omega 3 y 6 son esenciales (no podemos vivir sin ellas). Pero es que, además, son vitales para adelgazar. Entre otras cosas, porque aseguran que la leptina comunique al cerebro que ‘ya no queremos más’. Toma con asiduidad salmón, caballa, atún, algas marinas (kelp)… Muévete y espera
Hazlo siempre antes de cada comida. Así tu organismo la metabolizará rápido. Muévete durante 15 minutos y, luego, espera otros 15 minutos antes de comer (no más, para que no haya degradación muscular). Duerme 8 horas
Repara todo el cuerpo y los sistemas principales. Además, al dormir, liberamos la hormona del crecimiento, que ayuda a quemar grasas. ¡Descansa!   LAS 7 REGLAS DE ORO:
1. Nunca comas sin hacer ejercicio antes. Y, menos aún, nada más levantarte. Necesitas ‘despertar’ a tu organismo: muévete 15 minutos y luego descansa otros 15.  Así te aseguras la buena absorción de los alimentos y su capacidad para quemar calorías.
2. Levanta pesas tres veces al mes. O haz otro deporte que estimule todos los grupos musculares. Los mantendrás en forma y dispararás el resto de los componentes químicos que benefician a tu organismo (enzimas, aminoácidos…).
3. Toma hidratos buenos. Es decir, los de las verduras.  No tomes más de 40 gramos de hidratos en cada comida (lo justo para contentar al cerebro y los músculos y evitar engordar). ¿Cuánto es eso? Lo que ocuparían 4 iPhone o BlackBerry apilados en un plato.
4. ¡Duerme! Porque, entre otras cosas, estimula la tiroides (la hormona que ajusta la velocidad del metabolismo). Además, si te sueñas delgada, mejor que mejor. Pon tu mente en situación: imagínate tal como quieres estar. Te inducirá a seguir buenas prácticas, te mentalizará.
5. Come sólo en las comidas. No picotees entre horas, porque evita que el cuerpo consuma sus propias reservas de grasa para obtener energía. “El concepto de 3 comidas al día estará pasado de moda, pero funciona”, dice Fulton.
6. ¡Vivan las proteínas! El cuerpo necesita, ante todo, proteínas. Las perdemos a diario y hay que reponerlas. Debido a esta necesidad extrema, “el cerebro siempre las está buscando”. Por eso, una vez que las tomas se relaja (es decir, las proteínas calman el hambre).
7. Cómete el arco Iris. Las frutas y verduras son imprescindibles. Incorpóralas a tu dieta en toda su gama de colores; así conseguirás una buena variedad de meganutrientes. Ingiere más verduras que frutas, ya que algunas de éstas tienen mucho azúcar.