Convirtiendo ideas en realidades

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Las ideas son como los buses, después de una siempre viene la siguiente. Abundan. Lo que no abunda es la decisión de llevarlas a cabo. Yo estoy convencido que la humanidad no está dividida entre los de mente árida y los creativos. Todos llevamos magia adentro.

Ahora bien, cuando alguien es conocido como una persona creativa, usualmente no es por la cantidad de ideas que tiene, es por las ejecuta. Nadie forja una reputación por las cosas que ha pensado hacer, el prestigio lo dan las realizaciones.

La implacable determinación de hacer, de convertir ideas en realidades, es lo que crea impacto y produce prestigio. Ese es el sello de identidad de algunos de los grandes creativos de la historia. Siempre están produciendo algo nuevo, son personas de acción, no de intención.

Isaac Asimov, Shakespeare, Stephen King, son autores conocidos por su abundante obra. En la pintura Picasso, van Gogh, Warhol, eran creadores incansables. Woody Allen ha producido más de 40 películas. Emprendedores como Thomas Edison, Richard Branson... Todos ellos han hecho de la producción su marca característica.

Mejorar la calidad y cantidad de nuestras ideas no es difícil, pero si no nos comprometemos con su realización de nada sirve. La mayoría de nuestras ideas sufre una triste muerte prematura, ya sea porque no las capturamos y las olvidamos, o porque las descartamos sin darles ninguna oportunidad de probar su valía.

Luego nos avergüenza cuando vemos que otra persona, con mayor determinación, es exitosa con una idea similar o igual a la nuestra.

Scott Belsky, el emprendedor y cofundador de Behance, realizó una amplia investigación para su libro Making Ideas Happen (Haciendo que las ideas ocurran). El autor entrevistó a un amplio grupo de personas creativas que se distinguen por su extraordinaria productividad. A partir de su investigación creó El Método Acción. El cual consiste, básicamente, en transformar las ideas en proyectos.

Lo primero que tenemos que hacer es anotarlas para evitar que se escapen por la puerta del olvido. Luego debemos clasificarlas entre aquellas que son realizables inmediatamente y aquellas que tienen que esperar un poco más. Por ejemplo, ideas como aprender algo, leer ese libro que llevamos tanto tiempo aplazando, empezar a escribir, crear un blog... son ideas que pueden ser ejecutadas de inmediato.

Algunas otras, dado su tamaño, requerirán un poco más de tiempo. Para esas debemos abrir un archivo donde depositarlas, será nuestra carpeta de proyectos pendientes.

Los proyectos deben tener tres componentes:

1) Investigación. Debes hacer una breve investigación para reunir la información que necesites para llevarlo a cabo. En este paso andamos sobre una fina línea. El exceso de investigación a menudo se convierte en una excusa para no ejecutar.

2) Pasos a seguir. Debes dividir tus proyectos en los pasos necesarios para hacerlos realidad. ¿Como nos podemos comer un elefante? Mordisco a mordisco. Esa es la filosofía detrás de este paso. Si dividimos el proyecto en pequeños pasos, a medida que los vamos ejecutando vamos a ir ganando impulso, la inercia de nuestro movimiento nos empujará a seguir avanzando.

3) Fecha límite. "Por la calle del 'ya voy' se va a la calle del nunca" dice el sabio don Quijote. Comprometernos con fechas de entrega, es un factor crítico para convertirnos en verdaderas personas de acción. Un proyecto sin fecha límite es simplemente un deseo.

El método de Belsky es simple pero poderoso. Su fuerza nace de la voluntad de siempre estar avanzando. No importa si son pasos cortos, pues es la acumulación de pequeñas acciones las que verdaderamente transforman nuestra vida.