Cookies&Cia. (¿Y Nuestra Privacidad?)

Publicado el 05 noviembre 2013 por Mary Mar Camino @confesionescm

Diariamente llevamos a cabo infinidad de actividades en Internet. El uso que le damos a la Red es ilimitado: desde buscar una receta de cocina o el prospecto de un medicamento hasta barbaridades varias como saber quién fuiste en otra vida (¡¿?!)

Bueno, al fin y al cabo es cosa nuestra, o tal vez no…  El concepto de PreCrimen, expuesto en la película Minority Report podría estar más cerca de lo que pensamos; ¿Nos pueden detener en un aeropuerto por un tuit? ¿Pueden arrasar nuestra casa los SWAT  por una actualización en Facebook? La respuesta es:  Sí.

La noche temática – Términos y condiciones de uso

(Imprescindible: del minuto 30 al 35, del 47 al 54  y del 1:11 al 1:17)

“Lo mas seguro es actuar bajo la premisa de que nada es privado, nada que haya sido digitalizado es privado, y eso es aterrador” (Moby)

¿Se tiene que enterar tu jefe o tu familia de que tipo de búsquedas realizas en Internet? Pues pueden hacerlo; además de la forma más sencilla: simplemente abriendo tu navegador, gracias a la publicidad “personalizada”.

Yo no fui consciente de la “gravedad” del asunto hasta hace poco.  Normalmente no le hago mucho caso a la publicidad; nuestra visión internauta ya está habituada a esquivar y descartar mentalmente los anuncios, pero me llamó la atención un anuncio de flores para todo tipo de ocasiones que se repetía en varias webs que visitaba. ¿Flores? ¿Por qué me venden flores? Normalmente me venden dominios, plantillas para WordPress, cursos de marketing… pero ¿arreglos florales? Cuando me di cuenta solo pude pensar en voz alta “serán … “

Por esa fecha tenía un familiar muy grave en el hospital y me estaban vendiendo flores… Seguramente porque me pasé más de un mes buscando información sobre el coma. No era una broma de mal gusto, no era una ridícula coincidencia, no, eran las cookies (ficheros que guardan tus preferencias de navegación, para optimizarla); fue borrarlas y desaparecer los anuncios.

Otro ejemplo bastante claro es cuando accedes al ordenador de otra persona. Puede suceder que encuentres lo que estás buscando y tod@s l@s chic@s disponibles alrededor, “Solter@s en tu ciudad”. Levantas la mirada ves a tu amig@ rascándose la cabeza, ajen@ a que su privacidad acaba de ser vulnerada. Los servicios de entretenimiento para adultos, juego online, incluso los buscadores de vuelos baratos, eran los reyes de las cookies; ahora todo es susceptible de invadir nuestro espacio con publicidad “personalizada”.

¿Por qué “personalizada” entre comillas? Como veréis en el reportaje La noche temática – Términos y condiciones de uso, aparece un chico que fue localizado por su historial de búsqueda que abarcaba entre otros términos: “accidentes de coche” y “decapitados” . No es de extrañar que se pensara que el tipo en cuestión era un criminal, y no era más que un joven padre de familia que trabajaba como  guionista en la serie Cold Case (Caso Abierto).

¿Es justo que sin yo quererlo tenga que vulnerar la privacidad de los demás? ¿Es de recibo que si estás pasando por un mal momento te lo recuerden con  flores? Y más allá de eso:

¿Puede un ciudadano ser discriminado por su historial de búsqueda o por la publicidad “personalizada” que, en determinado momento, pueda ser vista por quién no debe?

Ya no estamos hablando sólo de la información que voluntariamente introducimos en las redes sociales, sino todo lo que hacemos en la Red. Existen grandes compañías que compran nuestros datos a distintas redes sociales o servicios gratuitos a los que se los regalamos, o lo que es lo mismo, determinadas redes sociales facilitan nuestros datos a grandes empresas.

Objetivamente no podemos hacer nada:  esa información está ahí, para quién y cuándo la quieran encontrar. Sin embargo, tenemos un poder mayor: no ser jueces de las actividades de los demás.  Todos usamos la Red de una forma u otra bajo nuestra responsabilidad, es nuestro derecho, nuestra privacidad y en un momento dado nuestro instinto,  ¿no tenemos derecho a ello?

¿Nos gustaría que alguien nos juzgara por lo que soñamos? ¿Por lo que pensamos?

La única forma de luchar ante la falta de intimidad propia y ajena es salir de los límites de la falsa moralidad, que la gente haga lo que le parezca bien, porque, incluso en el extrarradio de la legalidad, nosotros no somos los encargados de los “ajusticiamientos” (que no justicia) de los demás, y tenemos el 99.9% de probabilidades de equivocarnos.

Probablemente este tema sea motivo de disputas muy graves en un futuro bastante cercano. Básicamente porque la libertad de expresión y la opresión de la libertad tiran hacia lados opuestos con la misma fuerza, aunque parezca mentira.

¿Todos tenemos el mismo derecho a la privacidad?  Julian Assange ("programador, periodista, hacker y activista de Internet australiano, editor y portavoz del sitio web WikiLeaks.") se encuentra asilado en la embajada de Ecuador en Londres, desde 2012, acusado entre otras cosas de "deslealtad", enfrentándose a serias consecuencias, por hacer pública la intimidad de "los que no debía". La cuestión es: ¿Quién decide quiénes son los "no debidos"?

Embajada de Ecuador en Londres, 16 de Agosto de 2012- Fuente: Wikipedia

PRESUNTAMENTE